Entre las principales críticas que se suelen hacer a los planes de pensiones es que son caros y que no son rentables. Sin embargo, ambos argumentos se desmontan si se analizan los datos. Sí hay planes de pensiones rentables cuyas comisiones pagan una buena gestión, que nos ayudará a conseguir en el largo plazo nuestro objetivo para la jubilación.
Respecto a la rentabilidad, que tiene un componente claro de mercado y de gestión, hay que señalar que el comportamiento del inversor también tiene importancia. Por un lado, la mayoría de partícipes no tienen su dinero en los planes rentables, sino que han invertido el dinero en los planes más grandes, en los productos de campaña.
Además, la mayor parte de las aportaciones se concentran en renta fija mixta, cuya rentabilidad esperada es inferior a la de la renta variable, sobre todo teniendo en cuenta que, en planes de pensiones, por el horizonte temporal de la inversión, sería razonable en muchos casos elegir bolsa.
Y, en tercer lugar, el esperar a diciembre para hacer las aportaciones todos los años, puede beneficiarnos uno, pero en el largo plazo tiende a restar rentabilidad porque no nos beneficiamos de los mejores precios medios.
1. Elegimos planes grandes, pero no rentables
Uno de los datos que llaman la atención de cómo invierten los partícipes españoles en planes de pensiones tiene que ver con la elección: la mayoría del ahorro para la jubilación no se concentra en los planes más rentables en ninguna de las categorías.
Y esa elección de los planes más grandes en lugar de los más rentables, les cuesta a los ahorradores españoles entre 2 y 3 puntos porcentuales de rentabilidad anualizada en periodos de 10 años, lo que supone una pérdida importante en el dinero acumulado al final del periodo. Como decíamos, sí hay planes rentables, pero la mayoría de ahorradores no han invertido en ellos.
En categorías como la renta fija a largo plazo y la renta fija mixta, que como hemos visto son las principales apuestas de los inversores en planes de pensiones en nuestro país, la mayoría del ahorro se concentra en los diez planes más grandes. En concreto, en la renta fija a largo plazo, el 76% del ahorro está en los planes de mayor tamaño por patrimonio, mientras que solo el 1% del patrimonio invertido en esta categoría se encuentra en los diez planes más rentables.
En la renta fija mixta, como se ve en el gráfico, solo el 2% del dinero está invertido en los planes más rentables (a diez años), mientras que el 58% está canalizado a través de los productos más grandes. La diferencia en renta variable es menor, pero todavía es amplia: el 24% del ahorro está invertido en los planes más rentables y el 44% en los más grandes.
Esta concentración del patrimonio tiene un coste para el inversor. En el siguiente gráfico se observa que los diez planes más rentables de renta variable han dado una rentabilidad anualizada a diez años del 12,96%, mientras que los más grandes de esta categoría han dado casi tres puntos menos, un 10,04% anualizado. En el caso de los de renta fija mixta, los diez planes más rentables han obtenido una rentabilidad anualizada del 4,60% a diez años, mientras que los más grandes han conseguido un 2,31%. Es decir, la mayoría de inversores han perdido 2,30 puntos porcentuales con esta elección.
2. Elegimos en mayor medida renta fija mixta
El ahorro en pensiones continúa siendo mayoritariamente conservador, lo que a largo plazo implica aspirar a menores rentabilidades, cuando dado que la jubilación es un objetivo financiero que podemos plantearnos a plazos muy largos, asumir riesgo nos permitiría alcanzar nuestro objetivo con menor esfuerzo de ahorro.
Si analizamos la distribución del patrimonio por tipo de plan, la mayor parte del ahorro se encuentra en planes de renta fija mixta (más del 30% del total, en concreto, 26.604 millones de euros a cierre de 2018 y 27.316 a cierre del primer trimestre de 2019), mientras que los de renta variable mixta apenas representa el 20% (15.507 millones a cierre de 2018 y 16.897 millones a cierre de marzo de 2019) y los de renta variable suponen algo más del 10% (8.782 millones en 2018 y 9.735 millones a cierre del primer trimestre de 2019).
Si nos fijamos en el activo subyacente, vemos que el 60% del ahorro acumulado en planes de pensiones del sistema individual se encuentra invertido en renta fija y activos monetarios, mientras que el 40% lo está en renta variable (30.091 millones de euros al cierre de marzo de 2019), el máximo porcentaje desde 1998, como se puede ver en el gráfico.
Respecto a las aportaciones, tanto en 2018 como en el primer trimestre de 2019, el 45% se han invertido en renta variable, mientras que el 55% se han invertido en renta fija y activos monetarios (gráfico de aportaciones brutas por activo subyacente). Las aportaciones a renta variable, como vemos, también se encuentran en máximos, pero siguen siendo inferiores a las que se hacen a renta fija. Por tipo de plan, en 2018 la mayor cantidad de aportaciones se hicieron a planes de renta fija mixta (un 35%), seguidas por las aportaciones a renta variable mixta (casi el 30%), ambos, en niveles máximos. La tendencia se mantiene en lo que va de 2019.
3. Estacionalidad de las aportaciones
Tradicionalmente, las aportaciones a planes de pensiones se concentran en el último trimestre del año, y más concretamente en el último mes. Es, por un lado, cuando la mayoría de personas se acuerda de su plan y decide aportar el dinero que le sobra del año para beneficiarse de la deducción en la declaración de la renta y, por otro y teniendo en cuenta este hábito, cuando las entidades financieras hacen las campañas comerciales para captar clientes en este tipo de productos.
Aunque se aprecia cierta desestacionalización en los últimos años, la mitad de las aportaciones se siguen haciendo en el último trimestre (en 2018 fueron el 50,41%, mientras que en 2015 se concentraron en los últimos tres meses el 61,43% de las aportaciones).
Por otro lado, no solo se hacen aportaciones estacionales, sino que la elección del tipo de plan se suele hacer con el paso cambiado, es decir, se hacen más aportaciones a renta variable en los momentos de mercado que resultan más caros, tras una subida, y, en cambio, se tiende a elegir más los planes con activos de menos riesgo tras las caídas, en lugar de aportar cuando los precios están bajos y, por lo tanto, nos permitirían optar a mejores rentabilidades cuando el mercado se recupere.
Este comportamiento del ahorrador tiene un coste en la rentabilidad que consigue en el largo plazo: si tomamos los precios medios de cierre del Ibex 35, esperar a hacer la aportación al último trimestre habría sido casi un 1% más caro en los últimos 10 años.