Cada vez vivimos más y mejor y frente a esta nueva realidad es necesario reajustar y cambiar nuestra visión de la vejez y la jubilación. Existen numerosos debates entorno a la edad a la que deberíamos retirarnos, discusiones que están fuertemente marcadas por el agujero que tiene España en su hucha de pensiones y el hecho de que pronto se vaya a convertir en uno de los países más envejecidos del mundo.
Frente a estos dos retos muchas personas optan por responder alargando su vida laboral, bien porque necesitan más dinero o porque aún no consideran que haya llegado el momento de retirarse. Según José Antonio Herce, economista y analista experto en pensiones: “los 65 de antes, son los 45 de ahora” y aquellos que tienen la suerte de sentirse como un trabajador de 40 años cuando les toca jubilarse, se resisten a detener radicalmete su actividad.
Actualmente se puede alargar la vida laboral a través de uno de estos tres mecanismos: la jubilación activa, que permite compatibilizar los ingresos con la pensión; la jubilación flexible, que es la posibilidad de acceder a un contrato parcial una vez jubilados y la jubilación parcial, que son quienes se acercan a la edad de jubilación y reducen su actividad.
Todas las posibilidades ofrecen determinadas ventajas tanto para la empresa como para el trabajador. Según Enrique Martín, adjunto de la secretaría de previsión social de CCOO, “dar la opción de compatibilizar pensión y empleo le da a la empresa un mayor acceso a la experiencia de los trabajadores veteranos, de la que también se benefician los trabajadores más jóvenes, y la posibilidad de retener ese talento, aunque sea a tiempo parcial. De esta forma los empleados más mayores también se sienten útiles y para aquellos que no quieran finalizar su carrera laboral se les brinda la oportunidad de mantenerla”.
Según el director general del Instituto Santalucía, José Manuel Jiménez, los trabajos más idóneos son aquellos cuyas necesidades para el desarrollo profesional sean más intelectuales que físicas. “En muchas profesiones, la capacidad intelectual y la experiencia de las personas está en plenas facultades a las edades de la jubilación y pueden aportar mucho valor a las empresas”, destaca..
Los requisitos necesarios para complementar empleo y jubilación
Para que un empleado por cuenta ajena pueda compatibilizar trabajo y pensión de jubilación, el acceso a ésta deberá producirse una vez cumplida la edad que en cada caso resulte de aplicación. «El porcentaje aplicable a la respectiva base reguladora a efectos de determinar la cuantía de la pensión causada ha de alcanzar el 100% y el trabajo compatible podrá realizarse a tiempo completo o a tiempo parcial”, explica Jiménez.
Si se cumplen los requisitos anteriormente indicados, se debe seguir cotizando un 8% en concepto de “cotización de solidaridad”, además de la cotización por incapacidad temporal, accidentes de trabajo y enfermedad profesional. La cuantía de la pensión durante la vigencia de la situación de jubilación activa será equivalente al 50% del importe resultante en el reconocimiento inicial.
Para el autónomo, es también posible compatibilizar el trabajo con la percepción del 100% de la pensión de jubilación. Además de los requisitos generales, Jiménez explica que se añade una condición nueva y es que es necesario que el autónomo tenga contratado al menos un trabajador por cuenta ajena.
¿Qué opinan las empresas?
A pesar de las ventajas, a día de hoy existen muchos impedimentos para impulsar la jubilación activa. En España desde principios de los años 80, la jubilación obligatoria es inconstitucional, aunque el reciente RD-ley 28/2018 ha vuelto a autorizar que los convenios colectivos puedan obligar a los trabajadores a jubilarse cuando llegas a la edad ordinaria de jubilación. «Ante esta situación y teniendo en cuenta las indemnizaciones por despido que tienen las personas que llegan a la edad ordinaria de jubilación, los empresarios son reacios a potenciar la jubilación activa”, explica Jiménez.
Para Martín, la realidad es también que las empresas no lo fomentan. «Echamos de menos un ordenamiento jurídico laboral que ponga en valor el envejecimiento”, concluye.