Luisa Fuster, doctora en economía, ha analizado en el libro “Pensiones del Futuro” de Instituto Santalucía la brecha de género que hay en las pensiones españolas. A pesar de que el el índice de pobreza de los mayores de 65 en España fue cuatro puntos porcentuales inferior a la media europea en 2016 y la mediana de la renta de los mayores de 65 años es superior a la del resto de la población en España, subsisten importantes diferencias de género en la renta de los jubilados.
Según relata Laura Fuster, la brecha de género en las pensiones en España es del 33,8% y la diferencia en las tasas de cobertura entre varones y mujeres es de 27 puntos porcentuales.
Las diferencias de género en las pensiones contributivas en España son cuantitativamente importantes, pero, es cierto que tienden a disminuir a lo largo del tiempo. “La diferencia en la pensión media de jubilación entre mujeres y varones se explica porque la mujer ha cotizado menos años y ha recibido menor salario”, aclara la experta en economía.
Desde los años 70 hasta el presente, la tasa de empleo de la mujer en España ha experimentado un aumento espectacular, desde el 28% a 70%. Este aumento se ve ya reflejado en una mayor tasa de cobertura de la pensión de jubilación de las nuevas generaciones de jubiladas junto con una mayor pensión media de jubilación. En consecuencia, la brecha de género en la pensión de jubilación está disminuyendo.
Pero sí es cierto que las mujeres en España se enfrentan a un mayor riesgo de pobreza que los varones porque tienen una mayor esperanza de vida. En media, su periodo de jubilación es de 23,7 años mientras que el de los varones es de 20,9 años.
En este sentido, la investigación de Fuster documenta que las pensiones de viudedad juegan un papel importante al disminuir la brecha de género, siendo este efecto más importante para las cohortes más antiguas. Asimismo, las pensiones de viudedad son cruciales para evitar situaciones de pobreza en la vejez de las mujeres, ya que un 41% de las mismas solo recibe este tipo de pensión.
Sin embargo, según explica Fuster, a pesar de que la pensión de viudedad juegue un papel fundamental como seguro de vida y garantía de renta en la vejez de mujeres que no cotizaron o cotizaron muy poco al especializarse en las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, a medida que nuevas generaciones de mujeres se jubilen con mayores pensiones medias de jubilación, quizás este papel como garantía de ingreso en la vejez tenga que ser revisado.
Las diferencias de género en el mercado de trabajo
Según explica Fuster, las diferencias de género en pensiones contributivas documentadas son más importantes para las generaciones más mayores. Concretamente, el porcentaje de mujeres que cobra pensión de jubilación es el 67% para el grupo de edad más joven (nacidas entre 1950 y 1959) de la muestra del estudio realizado por Fuster, mientras que es solamente el 49% para grupos de mujeres de mayor edad (nacidas antes de 1940).
“La tendencia creciente del porcentaje de mujeres con derecho a pensión de jubilación es consecuencia del espectacular aumento de la tasa de participación laboral de la mujer en España, que tan solo era de un 28% en 1977 y hoy en día está alrededor del 70%”, aclara Fuster.
Dada esta tendencia creciente en las tasas de participación laboral, Fuster se pregunta cuáles serán las tasas de cobertura de las pensiones de jubilación de las generaciones de mujeres que están trabajando en la actualidad. Según relata la doctora en economía, Guner, Kayay y Sánchez-Marcos utilizan datos de la Encuesta de Población Activa para documentar los cambios en la tasa de empleo de las generaciones de mujeres que se jubilarán en los próximos 20 años.
En concreto, miden las tasas de empleo a lo largo de la vida de tres generaciones: las nacidas entre 1950 y 1954, nacidas entre 1960 y 1964 y nacidas entre 1970 y 1974. (Nótese que la generación de los años 60 se jubilará entre 2025 y 2035 mientras que la generación de los 70 se jubilará entre 2035 y 2045).
Para cada una de estas generaciones, estos autores calculan la tasa de empleo por edad, es decir, el perfil de tasas de empleo a lo largo de la vida laboral experimentado por estas generaciones de mujeres. “Los datos muestran que las mujeres en España han aumentado considerablemente su actividad laboral: si bien en el caso de la generación de los 50 la tasa de empleo era en media 43%, esta aumenta a 50% y a 63% para las generaciones nacidas en los 60 y en los 70”, aclara.
Además, la forma del perfil de tasa de empleo por edad ha cambiado considerablemente. Si bien para la generación de los 50 el perfil muestra forma de “U” porque la mujer interrumpía la carrera laboral al tener hijos para después volver al mercado laboral, el de la generación más joven es creciente a lo largo de toda la vida laboral observada (desde edad 25 a 45).
Las generaciones nacidas en los 70 trabajan substancialmente más en parte por un cambio en las características de las mujeres. “Concretamente, las generaciones de los 70 tienen un mayor nivel de educación y tienen menos hijos que las nacidas en los 50″, detalla. Pero, además, el artículo documenta que la tasa de empleo ha aumentado para todos los niveles de educación e independientemente del número de hijos.
Otra observación interesante es que la tasa de empleo ha aumentado mucho más para las mujeres casadas que para las solteras, habiéndose reducido considerablemente la diferencia entre tasas de empleo de casadas y solteras de la generación de los 70. «Si bien el aumento en la tasa de empleo de las mujeres a lo largo de estas generaciones es importante, subsiste una diferencia de género substancial en las tasas de empleo de la generación de los 70. Mientras que la tasa de empleo de la mujer es 63%, la tasa de empleo de los varones de dicha generación es 80% aproximadamente», concluye Fuster.