El Banco de España alerta en su Informe Anual 2018 que los cambios demográficos y los avances tecnológicos están transformando profundamente nuestras economías y lo harán aún más en las próximas décadas. Según la entidad, la estructura de la población española por edades va a cambiar en los próximos años evolucionando hacia una población sensiblemente más envejecida.
Según las previsiones, la proporción de los mayores de 66 años frente a las personas de 16 a 66 años se va a duplicar entre 2018 y 2050 y por cada persona mayor de 66 años solo habrá dos personas de entre 16 y 66 años.
Este proceso de envejecimiento de la población se explica en el grupo de los mayores por el aumento de la esperanza de vida y por la llegada de las generaciones del baby boom de los años sesenta a este grupo. En los grupos de menor edad se explica por la caída de las tasas de natalidad a partir de los años ochenta.
Todo esto lleva, explica el Banco de España, a un aumento del peso relativo de la población de jubilados en relación con la población en edad de trabajar, que ya estamos viendo en las economías avanzadas. «En España se ha empezado a notar más tarde y ocurrirá de forma más rápida en los próximos años», advierte el informe.
Impacto sobre la demanda y la oferta y políticas macroeconómicas
El envejecimiento poblacional afecta a la demanda y la oferta agregadas siendo previsible que tanto los patrones de consumo como su composición varíen. También habrá cambios en las carteras de activos de las nuevas cohortes de jubilados que, en la actualidad, apuntan a un elevado peso de la propiedad inmobiliaria sobre la riqueza total y a uno bajo de los fondos de pensiones y los activos financieros.
Por el lado de la oferta, el crecimiento potencial de la economía responde a los cambios en el empleo y en la productividad. «Existe evidencia de que en países avanzados, en las décadas recientes, el envejecimiento de la población ha estado asociado a una reducción del crecimiento potencial por menor tasa de empleo y por caída de la productividad. Para paliar estos efectos sobre la oferta conviene desarrollar políticas educativas para asimilar los cambios tecnológicos y proporcionar incentivos para aumentar la edad de salida del mercado laboral», señala la entidad.
Además, el Banco de España sugiere que a medida que aumente la proporción de los mayores, las políticas macroeconómicas se transmitirán de forma distinta, y variarán sus efectos. Por ejemplo, en política monetaria cabe esperar que los tipos de interés tenderán a ser bajos; la aversión a la inflación, mayor, y las presiones inflacionistas, menores.
En materia fiscal, el nivel y la composición de los gastos públicos y de la recaudación impositiva variarán, con cambios en el peso relativo de las cotizaciones sociales frente al gasto en pensiones, y menores niveles de recaudación en el impuesto sobre la renta por rentas del trabajo y, previsiblemente, en impuestos indirectos.
Impacto en las políticas sociales
La disminución del peso relativo de la población en edad de trabajar frente a la de los jubilados significa que los ingresos por cotizaciones sociales disminuyen en relación con el mayor gasto en pensiones, sanidad y dependencia. «Este desequilibrio entre los ingresos y los gastos hace necesarias una reforma de calado del sistema de pensiones y otras políticas sociales (gasto en sistema sanitario y en programas de dependencia), de modo que se revisen sus fuentes de financiación y el nivel y eficiencia de las prestaciones», sostiene este informe.
El Banco de España apunta, por último, que las reformas tienen que ser financieramente sostenibles, ofrecer las prestaciones suficientes y distribuir equitativamente los costes y los beneficios entre las generaciones actuales y las futuras. En este sentido, cree que las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral y en favor de la natalidad pueden contribuir a alcanzar una situación demográfica más equilibrada.