En un año marcado por la crisis del COVID-19, con nuevas recomendaciones del Pacto de Toledo para la próxima reforma del sistema de pensiones y con unos presupuestos que incluyen modificaciones fiscales en los planes de pensiones individuales, cada vez son más las personas que miran con preocupación hacia su jubilación y se preguntan qué pueden hacer para vivir la jubilación que siempre han querido tener, porque, además, las dudas sobre la sostenibilidad del sistema público de pensiones lejos de disiparse, se han incrementado. En este escenario, ¿cuáles son los fallos más comunes que cometemos y que nos impiden invertir con éxito para la jubilación?
1. Nos preocuparnos, pero no nos ocupamos
Este es, sin duda, uno de los grandes errores que cometemos los españoles. Aunque las encuestas revelan que la gran mayoría de los ciudadanos estamos preocupados por la jubilación, fallamos en dar un paso más allá. Es decir, nos preocupamos, pero solemos dejar esa preocupación para el “día de la mañana”. Asumimos que nos vamos a jubilar dentro de muchos años y que, por lo tanto, es un problema que podremos resolver más adelante. Además, aunque la gran mayoría pensamos que cuando nos jubilemos la pensión pública que recibiremos de la Seguridad Social será menor a la actual, seguimos confiando demasiado en el sistema público y no pensamos en el ahorro privado y en cómo podemos empezar a rentabilizar nuestro dinero para cuando nos jubilemos.
2. Nos falta cultura financiera
Otro de los grandes problemas que tenemos es que nos falta educación financiera para comprender cuáles son las consecuencias futuras de las decisiones económicas que tomamos en la actualidad, algo que se pone de manifiesto cuando vemos cuál es el producto financiero por excelencia de los españoles: los depósitos. ¿Por qué depositamos la mayor parte de nuestro dinero en productos que apenas nos dan rentabilidad? Del mítico “tengo mi dinero debajo del colchón” se desprende que nos cuesta interiorizar y comprender conceptos como la inflación. No somos conscientes de que si dejamos nuestro dinero inmóvil lo único que vamos a conseguir es perder poder adquisitivo con el paso de los años.
3. Nos dejamos llevar por las experiencias de otros
Cometemos el error de pensar en nuestra jubilación como en la de nuestros padres y no nos damos cuenta de que sus recetas ya no nos valen porque el contexto y el entorno es diferente. El incremento de la esperanza de vida no solo va a hacer que vivamos más años, sino que, si no retrasamos la edad legal de jubilación, nos va a llevar a pasar un tercio de nuestra vida como jubilados, lo que supone un aumento considerable de los gastos. Vamos a necesitar más dinero y, en cambio, vamos a contar con menos recursos públicos.
4. Asociamos la jubilación a un producto concreto y no a un proyecto
Cuando hemos decidido invertir nuestro dinero para cuando dejemos de trabajar, muchas veces pensamos solo en un determinado producto financiero, normalmente, en un plan de pensiones, y nos olvidamos de lo fundamental: ¿qué es lo que queremos de nuestra jubilación? Empezamos la casa por el tejado, invirtiendo en un producto, sin responder a preguntas clave: ¿cuándo voy a querer jubilarme? ¿cuáles son mis objetivos para cuando deje de trabajar? ¿Me va a bastar con la pensión pública? ¿Cuánto cuesta todo lo que quiero hacer? ¿Y si no quiero dejar de trabajar de golpe? ¿Cuánto tengo ahora y cuánto puedo ahorrar? Responder a estas cuestiones siempre debe ser el primer paso antes de invertir para la jubilación. Si lo hacemos al revés corremos el riesgo de invertir en un producto financiero que no sea el adecuado para nosotros.
5. Elegimos por las bonificaciones o regalos
Cuando nos ofrecen un porcentaje extra o un regalo por traspasar nuestro plan de pensiones, en muchos casos solo nos fijamos en eso que nos están dando y no nos paramos a pensar si ese plan de pensiones es el que necesitamos o si la bonificación realmente nos compensa. ¿De qué nos sirve la bonificación -por la que hay que tributar- si el plan de pensiones no es rentable? Este tipo de actitudes nos llevan a caer en el mito de pensar que no hay planes de pensiones rentables, cuando en realidad lo que pasa es que sí hay planes de pensiones rentables, pero no los elegimos. De las cifras de Inverco se desprende que la mayoría del ahorro para la jubilación no se concentra en los planes más rentables, en ninguna de las categorías. Y esto, en periodos de 10 años, nos cuesta entre 2 y 3 puntos de rentabilidad.
6. Somos conservadores
Nos cuesta asumir riesgo cuando invertimos para la jubilación. Nos olvidamos de que una de las ventajas de invertir para un objetivo lejano es el tiempo, que nos permite asumir más riesgo y reducir los efectos de la volatilidad del mercado a corto plazo. De hecho, una de las estrategias más eficaces para la jubilación es comenzar asumiendo más riesgo, es decir, apostar más por renta variable e ir, poco a poco, bajando esa exposición a medida que se acerca nuestro objetivo. ¿Y por qué nos cuesta hacer esto? Nuestras emociones nos llevan a infravalorar las subidas y sobrevalorar las pérdidas, es decir, nos duele mucho más perder dinero que lo que nos alegra ganarlo, y por eso tendemos a ser más conservadores de lo que deberíamos cuando invertimos a largo plazo.
7. No profesionalizamos nuestras inversiones
Si cuando estamos enfermos vamos al médico, ¿por qué no recurrimos a un asesor financiero para que nos ayude a gestionar e invertir nuestro dinero? Profesionalizar nuestras inversiones es fundamental para que podamos cumplir nuestros objetivos. Un asesor financiero nos va a ayudar a trazar un plan de inversión teniendo en cuenta nuestras circunstancias actuales y nuestros objetivos futuros y nos va a acompañar durante todo ese tiempo para ir adaptando nuestras inversiones, ayudándonos a sobrellevar los momentos de incertidumbre del mercado.
8. Invertimos lo que “nos sobra”
Cometemos el error de invertir lo que nos queda al final de mes, en lugar de pensar en lo que aportamos para la jubilación como un recibo o una factura más. Esto nos ayudaría a comprometernos con nuestro futuro y entender la importancia del ahorro y la inversión constante.
9. Aportamos a final de año y pensando sobre todo en la fiscalidad
La mayoría de las aportaciones a planes de pensiones se producen a final de año, coincidiendo con las campañas de las entidades y con el momento en el que nos acordamos de la deducción fiscal, y esto es algo que nos perjudica enormemente. Aportar periódicamente a nuestro plan de pensiones nos beneficia porque entramos en el mercado a mejores precios, es decir, capturamos la rentabilidad global que nos da el mercado, evitando entrar en un único momento a peor precio.
10. Pensamos que cuando nos jubilamos dejamos de invertir
Otro de los grandes errores es pensar que cuando nos jubilamos es momento de rescatar nuestro plan de pensiones y reembolsar todas nuestras inversiones. Pero la realidad es que si no lo necesitamos, no tenemos por qué hacerlo. Debemos ser conscientes de que, en la era de la longevidad, cada vez vamos a tener jubilaciones más largas en las que vamos a llegar más activos que antes, por lo que seguir gestionando e invirtiendo nuestro patrimonio durante esa etapa será fundamental.