La normativa ESG se ha extendido por todo el mundo y a distintos niveles, sobre todo en Europa, con, por ejemplo, la SFDR. Son iniciativas que obligan a las gestoras y a las empresas financieras a mejorar y fomentar sus prácticas de inversión sostenible o de finanzas sostenibles.
Es decir, según una de las conclusiones de una mesa redonda organizada por Chatham House, existe un ambiente propicio para fomentar el uso de stewardship en las prácticas de gestión y para cambiar el enfoque tradicional de gobierno corporativo, ya que ahora hay que incorporar asuntos sociales y medioambientales en la definición de estrategias de diálogo y de decisiones de voto. Incluso, las regulaciones que se están aprobando en EEUU, en Reino Unido y en Europa veremos van encaminadas a una lucha del regulador contra el stewardship washing.
En el encuentro, los ponentes detallaron cómo se hace, cómo se desarrolla, cuáles son los desafíos y las buenas prácticas para llevar a cabo una buena estrategia de stewardship.
En principio, habría varias pautas básicas para llevar a cabo engagements -compromisos- colaborativos, entre ellas, enfocarse en temas que tocan a todo el mercado, como el cambio climático, deforestación o derechos humanos, con la idea de crear un efecto onda y generar así más cultura sobre temas sistémicos.
En definitiva, en el encuentro quedó claro que el engagement es una evolución natural sobre lo que pasa en la ESG, es decir, si los programas de ESG dan resultados con externalidades positivas o bien mitigando externalidades negativas. Esto, a su vez, conecta con el desarrollo de los ODS. “Hay problemas y temáticas que hay que solucionar ya porque el cambio climático es un problema medioambiental pero también social. Y estamos llegando tarde, esto es evidente. Enfocar el stewardship desde el punto de los objetivos de sostenibilidad es una forma natural de mejorar la gestión de los riesgos… estamos en la fase de educar al mercado”, afirmó uno de los asistentes al encuentro, que recomienda desarrollar una serie de preguntas relevantes para inversores y empresas y que haya una participación activa.
Pero establecer una estrategia de stewardship desde el inicio no es fácil. Permite alinear las prioridades de diálogo con las de gestión y ejecutar una estrategia coherente con lo que se hace en el día a día en la estrategia de inversión sostenible y lograr impacto, incluso en empresas cotizadas. “El inversor pasivo, como está invertido en todo el índice, también se beneficia de las estrategias de stewardship”, afirmó uno de los ponentes.
Los avances han venido impulsados desde la regulación, que empuja a que haya más engagement, más voto, pero también por el compromiso voluntario de las gestoras.
“Lo primero que hicimos fue desarrollar políticas y crear un equipo de stewardship”, reconoció uno de los ponentes, que admite haber avanzado en transparencia a través de reportes de stewardship que incluyen las prácticas de engagement y voto. Eso sí, el gran reto, por ahora, “es medir el impacto de las políticas, pero es una tendencia que no va a parar”.
Los clientes, en general, perciben bien el compromiso ESG pero “falta comprensión” y, aunque la regulación SFRD ayuda para arrojar luz, “aún queda recorrido, porque la normativa es aún confusa”. Por eso, en el encuentro se alzó la voz a favor de más claridad en este ámbito “para añadir transparencia de cara a los clientes y que acaben entendiendo bien lo que se está haciendo” en materia ESG.
Los ingredientes clave para tener un diálogo exitoso es hacer preguntas relevantes y para eso hay que prepararse mucho. “Leer información, noticias, tendencias hacia dónde quieres ir es indispensable y debe derivar en respuestas abiertas” para que el engagement tenga éxito. “Escuchar es la cualidad más relevante. Ayuda a conocer una empresa, ya que no es lo mismo una compañía española que mexicana o alemana”, por lo que el engagement es un “negocio de construir relaciones y a partir de ahí, de ayuda”.
Establecer prioridades es el primer paso de la cadena, ya que el engagement es muy demandante en recursos y tiempo, por lo que una gestora debe priorizar. Lo primero es centrarse en los temas prioritarios que marca la regulación y los compromisos a los que una gestora se ha adherido. A este criterio se uniría centrarse en las empresas presentes en los fondos ISR de la gestora en cuestión. También, la posición en la compañía: “cuanto más invertido esté un fondo en una empresa, más sentido tiene”, así como si la compañía está en muchos fondos. También es interesante realizarlo en sectores o empresas con especiales riesgos ESG o con mayor impacto negativo o positivo relacionado con el ESG.
Después de seleccionar las compañías, se establece un plan de engagement, con objetivos, tareas a seguir y un calendario. “Una vez definido el plan, se arranca con una preparación previa, se hace seguimiento y se deja registro de lo realizado para tenerlo a disposición de los equipos”, afirmó uno de los ponentes.
Las gestoras pueden enfrentarse a controversias a la hora de votar en las juntas de accionistas, en tanto que puede representar a varios fondos con intereses de toda índole. Para evitar esta posibilidad, “es importante tener una política con criterios claros y transparentes y que sea pública”, así como apoyarse en proxy advisors, “que tienen una gran experiencia”. También es necesario realizar un análisis “ad hoc”, para las juntas más importantes: el diálogo previo a la junta si hay inquietudes es bueno y “debe ser continuo, no sólo de urgencia, unos días antes de la junta”.
En definitiva, “el diálogo y el voto deben ir en conjunto”. Es más, “muchas veces, las recomendaciones de voto atraen a las compañías a la mesa de diálogo y ayuda al engagement”.
En principal reto es evitar el stewardship washing. Para ello, los ponentes estuvieron de acuerdo en que hay que ser transparente: las políticas tienen que ser públicas, con criterios claros para llevar a cabo el engagement, y los informes en los que se detalla cómo has llevado a cabo el proceso deben ser claros y transparentes.
También es fundamental ser coherente, es decir, que la política de engagement y de voto “esté alineada con la metodología ESG, con el análisis, con la política ISR de los productos que una gestora comercializa, con los compromisos…”
Asimismo, se requiere la integración de los procesos, es decir, que los equipos estén en contacto y coordinados, también con equipos de análisis fundamental, de gestión, de cumplimiento de riesgos, de legal… Por último es importante la formación, tanto interna como externa.