La industria de fondos de inversión se encuentra inmersa en un momento de cambios, un punto de inflexión que gira en torno a dos temáticas: la regulación y la jubilación. “La transición que vive la industria se debe sobre todo a la regulación. Normativas como MiFID II, en lugar de paralizar el negocio, supondrán una gran oportunidad para la industria de gestión de activos, asesoramiento y bancaria, pero también un reto porque las entidades tendrán que innovar y mejorar la comunicación con sus clientes”, explica Matthew Shafer, director de Operaciones de Natixis Global AM, en una entrevista a Funds Society.
Shafer, que participó en el Fund Forum que se celebra estos días en Madrid, cree que, al igual que en Reino Unido la ADR ha logrado unir a distintos actores (gestoras, plataformas, asesores…), los protagonistas de esta industria en Europa también unirán sus voces y esfuerzos para averiguar la forma en que la normativa puede afectar a sus negocios y para encontrar soluciones innovadoras para servir a sus clientes en este nuevo entorno.
De hecho, descarta que MiFID II conduzca a la salida del negocio de ciertos segmentos del mercado. “En Reino Unido, la normativa no ha destruido el mundo del asesoramiento minorista ni de los asesores financieros (IFAs), sino que el número de IFAs se ha mantenido plano”, explica. En su opinión, lo que sucederá es que los distintos actores centrarán su negocio en un tipo u otro de clientes, algo que dependerá de la situación en cada país. “Los bancos se darán cuenta de que no van a ofrecer soluciones para todo tipo de clientes, quizá se centrarán en los clientes de altos patrimonios (HNWI) o en los minoristas. Si se centran en los primeros, los asesores irán a por el negocio retail… dependerá de cada país pero no desaparecerá el servicio de asesoramiento a ningún segmento de clientes”, afirma.
De hecho, la regulación puede ayudar también a los clientes: “La base del cambio regulatorio es la transparencia y dará a los clientes la oportunidad de aumentar su formación, algo positivo”. Para que también sea positiva para las entidades gestoras, las entidades han de actuar de forma “rápida y eficiente”, más que anticiparse al regulador, y adaptarse en el caso de que diferentes países adopten la misma normativa con diferencias, para poder seguir dando servicio en esos diferentes mercados.
La jubilación
El otro gran pilar sobre el que pivotará el cambio en el negocio es la jubilación y las nuevas necesidades que se crearán en un marco de envejecimiento de la población y aumento de la esperanza de vida, en el que los estados tendrán un papel cada vez menos relevante y aumentará la importancia del ahorro privado. “Las gestoras deberán ser parte de las soluciones que necesitan los ciudadanos, y aportar ideas para sus clientes, ya sea con mayor educación y formación o con la oferta de productos innovadores”, afirma el experto.
Adaptarse… para crecer a largo plazo
En este escenario tendrán que moverse las gestoras que quieran seguir creciendo en el futuro. Ahora, el momentum es propicio, “hay oportunidades debido a la recuperación europea”, dice Shafer, pero advierte de que el crecimiento solo será sostenible si se adaptan al entorno, que será diferente dentro de cinco o diez años. “Podemos hacer planes para afrontar riesgos políticos o económicos dentro de nuestros “Durable Portfolios” pero además hemos de saber qué quieren los clientes. Los bancos, asesores y gestoras tendrán un papel clave y una oportunidad de largo plazo para adaptarse a esas necesidades, que no serán las mismas que las de hoy”.
Y es que la industria está ya evolucionando desde un sector que cada vez trata menos sobre el producto y más sobre la oferta de soluciones: “En algún momento los proveedores de servicios tendrán que salir de ese mundo centrado en los productos, que pertenece al pasado y nuestra “Durable Portfolio Construction” encaja en este nuevo entorno”, afirma. En su opinión, la industria ya sabe que los clientes quieren debatir sobre diversificación, riesgo, gestión alternativa…: “La industria lo sabe y se está posicionando para ello”, asegura.
En general, se está posicionando para dar respuesta a unas necesidades cambiantes, tanto por parte de los inversores minoristas como los institucionales, que continuarán impulsando el negocio. Por un lado, los bancos se harán más institucionales -“continuará la institucionalización de la industria, que buscará soluciones para sus clientes de mayores patrimonios”- y, por otro, los clientes minoristas seguirán evolucionando en su escala de riesgo en su búsqueda de income. En ambos casos, las gestoras tendrán que ofrecer soluciones innovadoras.
Shafer pone como ejemplo al cliente minorista español, tradicionalmente conservador, que, aunque lo siga siendo, está cambiando su comportamiento en un mundo –marcado por preocupaciones como la situación de menor protagonismo de las pensiones públicas y la mayor esperanza de vida- en el que necesita encontrar esas rentas. De ahí que su horizonte de inversión haya cambiado: “Está dispuesto a asumir más riesgo en los primeros años de su plan de jubilación, busca income en el medio y más tarde es más conservador. Si esto se hace a través de un fondo, fondos de fondos u otros vehículos ya no importa: las gestoras tienen ahí la oportunidad de crear soluciones”, explica. De hecho, no está preocupado por el mayor apetito que parece haber hacia el riesgo, porque considera que simplemente el mercado está evolucionando desde la búsqueda de productos muy tradicionales o ultraconservadores o de muy corta duración, hacia otros como los fondos mixtos o de retorno absoluto, algo positivo en términos de diversificación.
Gestión activa-pasiva-alternativa
Una diversificación que hará que en las carteras tengan cabida tanto la gestión pasiva como una gestión realmente activa. “Lo interesante de la gestión pasiva es que expone a la gestión activa que no lo es realmente y ayuda a ver a los inversores si están comprando una cosa u otra; pero ambas tienen su lugar en las carteras”, explica el experto.
Unas carteras donde cada vez tiene también más sitio la gestión alternativa, de creciente relevancia. “Desde una perspectiva de riesgo y diversificación, los productos alternativos pueden tener un papel en la mayoría de la asignación de activos de los clientes, siempre que encaje con su perfil de riesgo”; algo que ya están debatiendo al menos con la mitad de sus clientes. “El mundo está cambiando rápidamente y la volatilidad es más real este año… hay un error de concepto al pensar que los productos alternativos siempre conllevan más riesgo que los tradicionales; en realidad, pueden ayudar a proteger de la volatilidad y a diversificar”. En su opinión, “la belleza de la regulación es que fuerza a las gestoras a crear soluciones alternativas más líquidas”, que pueden tener un mapel más activo en las carteras de los inversores de altos patrimonios.
Un mundo con sitio para grandes gestoras y boutiques
En general, Shafer vislumbra un mundo en el que los negocios de gestión en fase de crecimiento pueden tener éxito, sobre todo las gestoras de mayor tamaño, que cuentan con infraestructuras para hacer frente a los cambios regulatorios y a las exigencies de mayores soluciones para la jubilación. “La escala importa, puesto que la externalización de servicios tiene un coste”, explica, aunque también reconoce que hay hueco para jugadores de menor tamaño y más especializados, con productos únicos, que pueden ser a veces más flexibles, innovadores y creativos. “Tanto los grandes como los pequeños jugadores tienen un papel en el sector”, apostilla.
Shafer reconoce también la importancia de la internacionalización, hacia mercados emergentes, como Asia, Latinoamérica u Oriente Medio (en línea con la estrategia de Natixis, pues “a largo plazo, el crecimiento en emergentes será importante”) sin dejar de reconocer la importancia de la presencia en Reino Unido, EE.UU o Europa, imprescindibles para ser una firma global.