La implantación de MiFID II tiene fecha en 2018, momento en el que la normativa entra en vigor en la Unión Europea. Uno de los aspectos novedosos es el llamado «best execution», que obliga a las compañías a hacer todo lo posible para que el cliente obtenga el mejor resultado en la ejecución de una orden. Esto podría ser, en opinión de Fernando Luque, editor financiero senior de Morningstar, todo un reto.
“Esto, en el caso de los fondos, implica entre otros aspectos la elección de la clase del fondo” más apropiada, explica. En su opinión, el partícipe acostumbrado a invertir en fondos extranjeros ya sabe lo complejo que es elegir una determinada clase para un fondo específico, pues en algunos casos es corriente encontrar más de 10 clases para un mismo fondo. “Bueno, en la inmensa mayoría de los casos, cuando ese partícipe se decide a invertir en un fondo es su propia entidad o el distribuidor de fondos el que se encarga de elegir la clase adecuada”, explica en un artículo publicado en la web de Morningstar.
Según su visión, elegir la clase adecuada para el inversor no siempre se hace de la mejor manera posible. “No sólo hay que tener en cuenta la inversión mínima, el tipo de clase, las comisiones… sino también la divisa en la que está denominada la clase deseada. En algunas ocasiones, por ejemplo, los inversores se han quejado de que su entidad le ha comprado una clase en dólares cuando existía una clase en euros registrada en el regulador (y comprar una clase en dólares en lugar de en euros supone pagar unas comisiones adicionales por cambio de divisa)”, argumenta.
En este sentido, señala que uno de los requisitos exigidos a los asesores financieros independientes es la eliminación de las retrocesiones, “con lo que para este colectivo es importante, por lo tanto, identificar las clases llamadas «clean» o limpias de comisiones de distribución».
“En definitiva, elegir la clase adecuada para cada tipo de inversor es una tarea que tomará especial relevancia con la puesta en marcha de MiFID II y puede suponer una diferencia de rentabilidad nada despreciable”, concluye su reflexión.
Según indica Luque en la web de Morningstar, al comparar dos clases de retail, una limpia de comisiones y otra con comisiones de distribución incluida, se observa una gran diferencia. “Al cabo de unos siete años la diferencia de comisiones supone cerca de un 10% acumulado”, apunta.