La Fundación de Estudios Financieros (FEF), que preside Juan Carlos Ureta, ha presentado hoy el estudio “La Regulación Financiera: ¿solución o problema?”, cuya finalidad es reflexionar sobre la reforma de la regulación que ha surgido como consecuencia de la crisis financiera mundial y especialmente de la europea. El acto de presentación ha sido realizado en la sede de IOSCO, ha contado con la participación de su subsecretario general, D. Tajinder Singh y ha sido clausurado por Fernando Restoy, subgobernador del Banco de España.
La respuesta global coordinada por el Consejo de Estabilidad Financiera del G20 partió de una pronta identificación de las líneas de falla que condujeron a la crisis, y las trazas básicas de su arquitectura han sido correctas. Más y mejor capital y liquidez; límites estrictos al endeudamiento de las entidades; corrección de ciertos desajustes de la regulación; vigilancia cabal de las conductas; infraestructuras de mercados de valores y derivados más seguras y transparentes; esquemas de resolución ordenada mediante absorción privada de las pérdidas, y, sobre todo, organismos de supervisión y resolución apoderadas con mandatos, rendición de cuentas y recursos suficientes.
Este planteamiento general es adecuado y ello debiera significar reglas robustas, sencillas y estables; estructuras de mercado sólidas, e instituciones fuertes. Sin embargo, la reforma está resultando muy ardua y en ella, prima la complejidad por la complejidad, la prolijidad de las normas, la escasa proporcionalidad, una falta de calibrado, y en suma, algunos excesos que parecen ignorar sus consecuencias indeseadas, dice el informe. Agravado todo esto, además, por el carácter inacabado de la reforma y una multiplicación de sus objetivos, con la inseguridad que ello genera.
Por ello, existe el peligro de que se distraigan recursos hacia fines secundarios alejados de lo que han de ser los objetivos primordiales de la regulación financiera: la contención de los riesgos sistémicos y la construcción de la confianza de los inversores y usuarios. En este sentido, hay que subrayar que la multiplicación de objetivos deviene en mala regulación y en inestabilidad financiera.
En conclusión, más regulación era necesaria, pero es preciso que sea mejor. Y para mejorarla hay que trabajar sin demora para estabilizar la reforma y procurar acercarla, si no a la óptima, sí a algo más equilibrado y racional. A su vez se debe guardar una adecuada proporcionalidad a los distintos tipos y tamaños de entidades, concluye el estudio.
El estudio
El estudio ha sido elaborado por un equipo de trabajo dirigido por D. José Pérez, Presidente de Banco de Madrid.
Los trabajos que forman parte del estudio contemplan todas las perspectivas de la regulación financiera y parten de la base de que ésta debe contribuir a la consecución de sus objetivos de forma equilibrada, aportando más beneficios que perjuicios al sistema y que debe estar supeditada al objetivo último de la consecución de la estabilidad financiera. De hecho, el estudio va más allá de la regulación de las entidades y toca ampliamente el tema del rol de los mercados de valores y de la banca en la sombra en dicha estabilidad.
El papel tiene tres partes diferenciadas. La primera, más general, está referida a los fundamentos y principios que debieran de presidir la regulación financiera en dicho entorno. La segunda describe la reforma financiera internacional más en detalle y críticamente, con especial atención al caso bancario. La tercera recoge un conjunto de reflexiones acerca de la reforma y sus consecuencias, abordando cuestiones distintas: desde el tema de si esta reforma es la mejor solución a los problemas de estabilidad latentes; a la consideración de la problemática que, para la estabilidad y la competencia, plantea una concentración financiera creciente; al impacto de la reforma sobre el crecimiento económico y cuál pueda ser su signo; a las graves distorsiones que pueden causar la falta de proporcionalidad de las regulaciones y su adecuación a la naturaleza de los distintos negocios; y hasta, en fin, lo tocante a la estima y reconocimiento social de la regulación y supervisión financiera.
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