Rodrigo Buenaventura, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), ha rechazado la adopción de nuevas medidas regulatorias en la industria de los fondos de inversión para evitar posibles riesgos sistémicos, a la vez que ha defendido la regulación actual para acotar este tipo de riesgos.
«Cualquier parcela del sector financiero no está exenta de focos de riesgo, pero los fondos de inversión están sujetos a una regulación específica y homogénea en toda la Unión Europea y una supervisión constante que hace que su grado de transparencia sea muy elevado», aseguró Buenaventura, en la apertura de la I Jornada de la Cátedra de Asset Management de la Universidad Pontificia Comillas.
En su discurso, el presidente del regulador de los mercados españoles rechazó propuestas surgidas en los últimos tiempos que apuntan a «soluciones de carácter genérico como colchones de liquidez o requisitos de capital, asemejando los fondos de inversión, cualquier clase y tipología de ellos, a un depósito bancario cuando son instrumentos con una naturaleza y un ADN bien distinto».
Por eso, entiende que los riesgos que pueden derivarse de los fondos de inversión «han de ser gestionados atendiendo a una serie de parámetros diferentes y donde debe cobrar importancia las herramientas de liquidez a disposición de los gestores, el ajuste estricto entre la liquidez de los activos subyacentes y las ventanas del fondo y el control de apalancamiento».
Asimismo, tampoco consideró adecuado aplicar incentivos que persigan corregir un supuesto infradesarrollo de los mercados de capitales europeos, que, además, no estarían suficientemente integrados. Buenaventura recordó que hay voces que abogan por incentivar que los fondos inviertan en valores españoles o europeos, frente a los estadounidenses o asiáticos a través de incentivos fiscales a aquellas inversiones “españolas” o “europeas”. El presidente de la CNMV afirmó que «personalmente» se muestra «muy escéptico sobre ese tipo de medidas» y explicó que es el inversor quién debe decidir «qué activos y qué riesgos le interesan más».
En este punto añadió que «moldear la demanda» para reducir la inversión exterior «tiene riesgos para los propios inversores, ya que hay que estar muy seguro de que el producto nacional es igual de bueno y rentable que el extranjero, porque puede uno llevarse una sorpresa una década después, cuando la rentabilidad sea (como ha ocurrido en la última década) muy inferior al de la renta variable americana». Por otra parte, recuerda que en una “guerra” de este tipo, «Europa tiene mucho más que perder que Estados Unidos, que es de largo el mayor inversor en renta variable europea y no digamos en España».
Competencia imperfecta
Buenaventura también hizo referencia en su intervención a la Retail Investment Strategy (RIS), en tanto que no espera que el documento final recoja «grandes cambios en materia de retrocesión de comisiones y de límites a las comisiones de gestión que pagan los inversores». Sin embargo, lamentó que haya debate en cuanto a ambas cuestiones y se preguntó si, en realidad, no hay suficiente competencia en el sector como para que la industria sea capaz de dar buenos precios al inversor. Aunque no quiso mencionar una última causa relacionada con la falta de competencia en el sector, sí apuntó a varios aspectos a mejorar en este sentido.
En primer lugar, señaló a hipotéticas barreras de entrada a nuevos proveedores, aunque este motivo también le parece «poco plausible». También señaló hipotéticos «problemas de escala», es decir, de dificultad para ofrecer productos atractivos con volúmenes reducidos. Incluso se aventuró a señalar problemas de excesiva diferenciación del producto, «presentando como supuestamente distintos productos esencialmente idénticos, de forma que el inversor duda a la hora de compararlos». Otro problema «más plausible» pudiera ser, a ojos de Buenaventura, unos mecanismos imperfectos de información, que hacen la comparación entre productos «difícil y costosa», para concluir que los inversores españoles y europeos «probablemente no tienen a su alcance la posibilidad real de identificar los productos más baratos para cada clase y cada nivel de riesgo asociado».
Los costes de transacción también dañarían la consecución de una competencia perfecta en el sector de los fondos de inversión, según Buenaventura, que señala a la tecnología como una herramienta para solucionar estos dos últimos problemas. «Como en otros sectores, como alquileres de coche, seguros, billetes de avión, etcétera, los comparadores sofisticados pueden minorar el problema de la complejidad y la diferenciación. Y las herramientas que englobamos en el término de “open finance” pueden reducir sustancialmente los costes de transacción asociados a cambiar de proveedor o a combinar dos o más proveedores», aseguró, al tiempo que animó a la industria de gestión colectiva a “copiar” modelos de negocio de otros sectores en los que la “experiencia de cliente” está en el centro de la estrategia empresarial.
Inverco insiste en la necesidad de incentivar el ahorro
La clausura del acto corrió a cargo del presidente de Inverco, Ángel Martínez-Aldama, que insistía una vez más en la necesidad de incentivar el ahorro. En este sentido, ha adelantado que las medidas aprobadas en el marco europeo encaminadas en este sentido «no servirán de nada» si los gobiernos nacionales no dotan de esos incentivos «estimulantes».
«El incentivo fiscal es básico para el ahorro. Si no hay un premio, lo más fácil es que destinemos nuestro dinero a consumir y no guardarlo para mañana», y «es básico para financiar la economía», afirmó el presidente de Inverco. Durante su intervención, Martínez-Aldama volvió a criticar los efectos «nocivos» que ha tenido la «drástica» reducción en los límites de aportación a los planes de pensiones individuales, que, según sus cálculos, ha restado unos 7.200 millones de euros de aportaciones a los vehículos de ahorro a largo plazo.
Martínez-Aldama puso en valor la industria española de fondos de inversión y de planes de pensiones, que cuenta con unos 14 millones de españoles que han invertido en estos vehículos, unas 33 millones de cuentas, y cerca de unos 800.000 millones de patrimonio.