La polémica US Foreign Account Tax Compliance Act (FATCA) ha dado hoy oficialmente su pistoletazo de salida en todo el mundo. Con la entrada en vigor de FATCA, se marca un antes y un después y se da paso a una nueva era en planificación fiscal. Tras años de retraso, FATCA finalmente ha llegado para quedarse este primero de julio.
Varias son las voces que han criticado la normativa que obliga a todas las instituciones financieras extranjeras a revelar a la Hacienda americana, el Internal Revenue Service (IRS), información relacionada con nuevos y clientes estadounidenses ya existentes.
En el caso de que una institución financiera no estadounidense (FFI) no firme dicho acuerdo con el IRS quedan sujetas a la retención del 30% en ingresos de fuentes US (intereses, dividendos, rentas brutas y pagos extranjeros “Passthru payments”. Asimismo, los clientes e inversionistas que no entreguen la documentación e información requerida por FATCA serán considerados recalcitrantes a la norma. Las FFIs estarán obligadas a retener el 30% en los ingresos de fuentes US de clientes recalcitrantes. Esto son con frecuencia el tipo de operaciones que realizan los ciudadanos estadounidenses expatriados y empresas estadounidenses que operan a nivel internacional.
FATCA es el ambicioso plan del IRS para acabar con la evasión fiscal mundial de ciudadanos estadounidenses que trabajan en el extranjero o tienen su dinero en cuentas en el extranjero sin declararlo a Washington.
Entre los más críticos con FATCA está el Grupo deVere, que cuenta con 80.000 clientes, la mayoría expatriados e inversores internacionales, y que este martes emitió un duro comunicado apuntando que la “imperialista” FATCA ya ha llegado, lo que marca un “día negro” para los expatriados y firmas estadounidenses que operan a nivel global.
“Hoy, 1 de julio de 2014, es un día negro para los siete millones de estadounidenses que viven en el extranjero y para las empresas estadounidenses que operan globalmente”, apuntó el fundador y CEO del Grupo deVere, Nigel Green.
Green recuerda que bajo FATCA todas las instituciones financieras no estadounidenses están obligadas a reportar directamente al IRS la información financiera de sus clientes estadounidenses con cuentas de más de 50.000 dólares en el extranjeros.
“Sus defensores afirman que esta nueva ley de impuestos está designada a detectar a los evasores fiscales que ilegalmente refugian su dinero offshore. Este es un objetivo noble. Pero FATCA no puede hacer frente eficazmente a este importante problema mundial debido a su enfoque no dirigido”, subrayó Green.
“En cambio, lo que hace –dada su gran cantidad de consecuencias adversas no intencionadas- es señalar como parias financieros a los estadounidenses que eligen vivir o trabajar en el extranjero. Los expatriados estadounidenses son constantemente rechazados por las instituciones financieras extranjeras, como bancos en sus países de residencia debido a la costosa y onerosa regulación que se traduce en que los estadounidenses son vistos más como un problema que por lo que valen”.
Green dice que del mismo modo, las empresas estadounidenses que trabajan en los mercados internacionales son “marcadas como leprosas”. Evidentemente “esto solo puede perjudicar su competitividad global, y podría, a su vez, golpear el mercado laboral en Estados Unidos y el crecimiento de la economía en el largo plazo. A la larga tendrá también consecuencias más allá de Estados Unidos”.
“Y todo esto para ‘recuperar’ unos 1.000 millones de dólares al año, lo que es suficiente para hacer funcionar el Gobierno Federal durante menos de dos horas”. Aunque se trata de un “día negro”, Green dijo que afortunadamente hay maneras de que los estadounidenses que califiquen puedan mitigar los efectos adversos de FATCA.
Una de esas soluciones, dijo, es la de crear un contrato de pensión complementaria en extranjero y eficiente fiscalmente para el contribuyente estadounidense con más de 50.000 dólares en activos en el exterior”.
La aplicación de FATCA ha provocado un encendido debate desde hace meses porque muchos han visto una intromisión por parte de Washington en la privacidad de sus ciudadanos, así como un control a los capitales encubiertos. Hay quienes creen además que su aplicación provocará que muchos contribuyentes con doble nacionalidad renuncien a su pasaporte estadounidense.
En cuanto a las quejas por parte del sector financiero, destacan la falta de claridad del proceso y el escaso apoyo de las autoridades para cumplir con FATCA. Cabe recordar que la nueva norma no sólo afecta a bancos, sino a cualquier entidad cuyo negocio sea la inversión u opere sobre valores, commodities y derivados, por lo que brokers, compañías de seguros y fondos de inversión con clientes estadounidenses que cumplan con los requisitos impuestos por las autoridades estadounidenses deberán también cumplir con FATCA.