La nueva primera ministra de Reino Unido, Theresa May, ha dejado bien claro que el Brexit, decidido por los británicos en las urnas en el referéndum del pasado 23 de junio, no tiene marcha atrás. Se abre ahora un largo proceso de negociaciones en el que el país tendrá que establecer los nuevos términos de sus relaciones con la Unión Europea en muchos ámbitos… entre ellos, el de los servicios financieros. Aún es muy pronto para sacar conclusiones pero ya parece claro que el nuevo panorama obligará a las empresas financieras con sede central en Reino Unido, gestoras de activos incluidas, a replantearse su estrategia, tanto geográfica como comercial.
Todo depende de cómo quede ese nuevo régimen de relaciones: de perderse el pasaporte, algunas entidades podrían buscar alternativas a Londres para impulsar su negocio europeo pero, de no perderse, las empresas podrían incluso aprovechar la devaluación de la libra y la caída de los alquileres para ampliar el espacio contratado y trasladar a sus equipos a Londres, dicen los expertos. Los políticos británicos han señalado la importancia de mantener el pasaporte y minimizar los efectos del Brexit en la industria financiera. Y es que, según la CISI (Chartered Institute for Securities and Investments), un millón de puestos de trabajo en el sector financiero británico podrían estar en peligro.
“La cuestión fundamental es el acuerdo al que se llegue con la Unión Europea en lo que respecta al logro o no de un pasaporte comunitario para el sistema financiero británico, tanto para la prestación de servicios como para la comercialización de productos de inversión (entre ellos, los fondos)”, explica Salvador Ruiz Bachs, socio de bancario y financiero de Allen & Overy, que habla hasta de cuatro posibles modelos de relación. Algunos de esos modelos contemplan que el país se quedaría sin pasaporte europeo, mientras otros contemplarían su mantenimiento, de forma que todo seguiría igual.
“Todavía no sabemos resultado final de negociaciones y todo dependerá de las condiciones”, explica el experto, que dibuja las diferentes fórmulas posibles como círculos concéntricos en los que los más alejados suponen una mayor ruptura (un control de fronteras por parte de Reino Unido podría equivaler a una negativa del pasaporte financiero por parte de la Unión Europea, por ejemplo), mientras los más céntricos darían lugar a otras fórmulas más cercanas de relación.
Aunque pocos se aventuran a adivinar el futuro, son muchas las voces que piden, o al menos verían lógico, que la UE aplicara mano dura a la hora de negociar ese pasaporte. “Creo que en esta materia se les debería dar el mismo tratamiento que se les da a las empresas de inversión de EE.UU.: apertura pero no la misma que para las empresas de servicios financieros de países de la UE”, opina Guillermo Santos, fundador de la EAFI iCapital. “Es muy improbable que se logre mantener el pasaporte, dado que la Unión Europea debe asegurar un trato severo con Reino Unido para no facilitar nuevas fugas”, añade Jaume Puig, director general de GVC Gaesco Gestión.
“Habrá que seguir cómo se posicionan finalmente las partes (Reino Unido versus Europa), y si se alcanza un consenso tipo Noruega. Será difícil, pero sea cual sea el desenlace, siempre cabe la posibilidad de que los británicos, sin la armonización o, incluso, sin el consenso de los de la UE, traten de establecer un régimen especial para mantener (o atraer) operadores financieros a la City”, comenta Jesús Mardomingo, socio director del departamento bancario y financiero de
Dentons en España.Para el experto, la pregunta a formular sería: ¿cómo una salida, tanto de la UE como del Espacio Económico Europeo, afectaría a la industria financiera de Reino Unido? ¿Buscaría tener un régimen “equivalente” a la legislación comunitaria en relación al suministro de ciertos servicios, y qué significa esto? “Considerando las diferentes alternativas, en principio, si el Reino Unido abandona el Espacio Económico Europeo ninguno de los “pasaportes” existentes que las empresas británicas tienen podrán seguir siendo operativos. La mayoría de los bancos, aseguradoras y empresas de inversión y gestión de fondos de Reino Unido se apoyan en dichos pasaportes (que pueden ser más de uno) para desarrollar sus actividades con clientes en todas las jurisdicciones dentro de la UE”, explica.
¿Qué pasará si no hay pasaporte?
Entonces, ¿qué pasaría si Reino Unido pierde el pasaporte europeo para la prestación de servicios y la comercialización de productos financieros? Lo que ocurriría, según Allen & Overy, es que las entidades financieras británicas deberían conseguir autorización para prestar servicios financieros en cada país en el que quisieran operar, y deberían acomodarse a los requisitos impuestos por cada mercado concreto de la Unión Europea. Eso, o establecer sociedades en otros mercados que sí puedan acceder al pasaporte europeo.
Y esto mismo puede aplicarse a las gestoras de fondos. En el caso de las gestoras de fondos británicas, las gestoras alternativas quedarían confinadas como entidades domiciliadas fuera de la UE, con productos también de fuera, y tendrían que comercializarlos también siguiendo los requisitos de cada país concreto, al igual que ahora ocurre con las gestoras alternativas de fuera de la UE, mientras no se establezca un régimen de pasaportes que, no obstante, está en fase de estudio.
El caso de las gestoras con productos UCITS, por ejemplo en Luxemburgo, sería diferente, puesto que esta normativa afecta a los fondos, no a la gestora en sí: así, las estructuras UCITS podrían seguir funcionando y comercializándose en Europa, pero a través de una entidad de la Unión Europea. En este caso, la clave para las gestoras británicas sería establecer una gestora paralela en Luxemburgo, Irlanda u otro país europeo que sí tuviera pasaporte, para poder prestar servicios financieros y comercializar sus productos en el espacio económico europeo, explica Ruiz Bachs.
En cualquier caso, el impacto sería para las gestoras británicas, las domiciliadas en Londres y con residencia en el centro financiero, puesto que las gestoras internacionales con presencia en Londres normalmente operan mediante una sucursal, es decir, no cuentan con el pasaporte comunitario.
¿Qué podrían hacer las entidades financieras?
En el caso de quedarse sin pasaporte europeo, y sin acceso al mercado, las gestoras tendrán que tomar decisiones: podrían optar por pedir autorización en todos los países en los que quieren operar, algo que los expertos ven más difícil; o podrían montar sociedades dentro de la Unión Europea.
En el caso de decidirse por la segunda opción, los expertos apuntan a Dublín, por su cercanía con Londres, pero también a Luxemburgo, París o Fráncfort como centros financieros ganadores. Para que Madrid fuera una verdadera alternativa tendría que tener un gancho fiscal mucho más potente… sin olvidar la mayor seguridad jurídica necesaria y una mayor claridad sobre el escenario político. “Es evidente que habrá un traslado de muchas actividades que hoy hacen empresas financieras en la City pero no creo que sea simultáneo y estimo variará por actividades (forex, derivados, etc.). París, Fráncfort y, por supuesto, Luxemburgo se lo repartirán”, comenta Santos.
“Suponiendo que finalmente suceda el Brexit probablemente los efectos para la City sean menores a los pronosticados. Por supuesto a la City le faltaría una pata, unas estructuras con sede en algún país de la Unión Europea, para la realización de sus actividades en la Unión Europea. No faltan candidatos: Fráncfort, París, Dublín,… De todas formas hay que tener en cuenta qué tipo de estructuras son las que se movilizarían desde la City. Probablemente se trataría de personal de back office, compliance, etc, y del mínimo necesario para mantener actividad en la UE. La cuestión más dudosa es que se trasladaran los analistas, gestores, etc, que muy probablemente seguirían en la City, dado que forman un conjunto muy homogéneo no tan fácil de repartir”, dice Puig.
Las entidades también podrían empezar a pensar en crear fondos clones a los británicos con ISIN de Irlanda o Luxemburgo, para su más fácil comercialización en Europa. “Pese a las incertidumbres que rodean a todo el proceso, es previsible que las entidades financieras que prestan servicios desde la City a toda Europa estén agilizando su actividad tanto para conocer el alcance de las negociaciones como para ir desarrollando algún plan de contingencia como pudiera ser la creación de centros de negocio espejo fuera de Reino Unido o, tal y como ya nos han comentado algunas entidades, trabajar, sin prisa, pero sin pausa, en la creación de fondos clones con ISIN irlandés o luxemburgués, por si finalmente no hubiera pasaporte comunitario para los fondos con ISIN británico”, añade Mar Barrero desde la EAFI Profim. La experta insiste, no obstante, en que nos encontramos en un terreno totalmente inexplorado hasta ahora y que de aquí a que se cierre la negociación pueden darse muchos escenarios, “por lo que no nos queda más remedio que esperar a que se vayan concretando para saber los efectos reales en la industria de la gestión de activos”.
¿Y el BoE?
Ante este panorama, los gestores están aún tranquilos. Chris Bowie, socio y gestor de carteras en TwentyFour Asset Management, boutique propiedad de Vontobel AM, valora los cambios hechos en el gobierno de Reino Unido y, a día de hoy, ve atractivo en los bancos británicos, que sobrepondera en su cartera. “Entre las entidades que nos gustan, destacan Nationwide o Barclays. Se trata de compañías con sólidos balances y que disfrutan de altos niveles de credibilidad en el mercado”, explica.
Y es que también se confía en el apoyo del Banco Central británico, a pesar de que en su última reunión decidió no bajar tipos. Pero en agosto podría mover ficha: “El BoE bajará tipos en agosto y es probable que amplíe su QE. Esto es importante para los mercados y éstos son importantes para los políticos, para su credibilidad y popularidad”, dice Santos. “Ha anunciado medidas para apoyar a la economía del Reino Unido, incluyendo una reducción en los requisitos de capital para los bancos. En principio esto podría proporcionar un crédito adicional de unos 150.000 millones de libras a los hogares y negocios de Reino Unido”, añade Barrero.
“El BoE bajará los tipos en su reunión de agosto, cuando tenga también en su poder el informe de inflación trimestral, en el que se incluirán unas previsiones de crecimiento e inflación revisadas para el Reino Unido. Contar con estos datos permitirá al Banco de Inglaterra una mejor comunicación y argumentación de las razones detrás de su decisión”, comenta Anthony Doyle, director de inversiones del área de renta fija minorista en M&G.
“Tanto el Banco de Inglaterra como el Gobierno actuarán de forma coordinada y se reservaran para el momento que sea necesario. El momento especial será cuando “aprieten el botón” del artículo 50. De todas forma, a día de hoy hay incertidumbre, no sólo en el cuándo, sino incluso en si finalmente van a hacerlo. No se sabrá hasta dentro de unos meses”, añade Puig, que ve signos positivos en el tiempo de espera. “Una preocupación para el BoE era la fortaleza del mercado inmobiliario en Londres. Frenarlo se podía haber logrado con una subida de tipos de interés, pero a costa de fortalecer la libra esterlina. El resultado del referéndum está consiguiendo frenar el avance de los precios inmobiliarios y tener a la vez una libra débil. Es un objetivo que no habría podido lograrse ni con política monetaria ni con política fiscal. De todas formas su efecto será temporal”, añade.