El ministro de economía de Argentina, Luis Caputo, anunció el martes 12 de diciembre una serie de medidas económicas para enfrentar la crisis que atraviesa el país, el primer bloque de decisiones concretas desde que Javier Milei asumió la presidencia el pasado 10 diciembre.
De manera general, los analistas esperan a conocer más detalles sobre cómo se implementará el tren de medidas, señalan que se trata ante todo de un ajuste fiscal que por ahora no atiende las demandas de una apertura del mercado de cambios ni atiende a la promesa de dolarización de Milei.
Inversiones SURA: la gran pregunta es si el ajuste fiscal generará una mejora de las cuentas fiscales y un ingreso de capitales extranjeros
“Las medidas propuestas por el ministro de Economía de Argentina, Luis Caputo, hacen eco del plan de estabilización que propone el presidente Javier Milei, con foco principalmente en la reducción del déficit fiscal. En este sentido, la privatización de las obras públicas, que intentan que no haya gasto del gobierno en ese tipo de infraestructura, sumado a una devaluación del tipo de cambio para generar mayor competitividad y otras medidas como pueden ser la suspensión de nuevas emisiones públicas», dice Matías Hoffman, líder de Productos y Estrategias de Inversiones SURA.
El analista señala que el actual gobierno es consciente de que generará una situación desfavorable en el corto plazo: «La gran pregunta es si este revés quedará contenido por el envión que podrá generar una mejora en las cuentas nacionales y un mayor ingreso de capitales extranjeros hacia el país o generará una recesión aún más profunda que implique una situación económico-política de muy difícil solvencia».
El costo de las medidas será una probable recesión, según Buda Partners
“El paquete fiscal anunciado por el ministro Caputo combina aumentos de impuestos con recortes de gastos y lo positivo es que así se alcanzaría el equilibrio fiscal. La otra buena noticia es que la fuerte devaluación y correcciones de precios relativos, algo necesario para comenzar a estabilizar las cuentas externas. El costo de estos logros son una probable recesión (se estima en 4%-5% para el próximo año) y una fuerte aceleración de la inflación”, dicen los analistas de Buda Partners.
“Esta estanflación esperada al menos para el primer semestre de 2024 pondrá a prueba la gobernabilidad que es uno de los principales temores de los inversores”, añaden.
Los analistas de la firma piensan que por ahora, las medidas anunciadas son en su mayoría administrativas por lo que no requieren la aprobación del Congreso, “pero lo vemos como solo el comienzo, una terapia de shock de rápida implementación que era necesaria para sincerar algunos precios y comenzar a mejorar los números fiscales para lograr un pronto apoyo del FMI (que ayer lo dio). Pero creemos que las reformas serán progresivas”.
Para Buda Partners, de las medidas surgen varios interrogantes:
1) ¿La devaluación y crawling peg anunciados serán suficiente para para estabilizar las cuentas externas considerando la alta inflación esperada?
2) La gobernabilidad sigue siendo el mayor desafío y cabe preguntarse si la sociedad que votó a Milei entiende de la necesidad del ajuste y que no daban los números para que solo lo pague “la casta”, como repitió en su campaña.
3) Quedan muchos interrogantes en la parte monetaria, particularmente lo referido a las Leliqs (letras de liquidez del Banco Central), pero se esperan resoluciones luego de la reunión del Banco Central con las entidades financieras.
4) Cómo resolver la alta deuda comercial por importaciones.
“La realidad es que para que Milei pueda implementar políticas más acordes con sus promesas de campaña, como la dolarización o levantar el cepo, antes necesita estabilizar las variables macro claves (tipo de cambio, brecha cambiaria, inflación, reservas, déficit fiscal y pasivos monetarios del BCRA); inclusive con medidas poco deseables para su pensamiento liberal. Y eso es una tarea que puede tomar al menos y con suerte el primer semestre del año”, concluyen los expertos.
Se necesita claridad sobre el plan de ejecución del gobierno, dice Vontobel
“El anuncio carecía de muchos detalles importantes y probablemente no fue la sorpresa que muchos esperaban, pero es probable que los mercados acojan con satisfacción el hecho de que la principal prioridad haya sido un profundo ajuste fiscal”, señala Thierry Larose, gestor de Vontobel.
Para Larose, la única sorpresa fue la dimensión de la devaluación, “ya que la mayoría de los analistas y observadores del mercado esperaban una devaluación de entre el 43% y el 47% (o 650-700 pesos por dólar). La medida se reforzará con un aumento del impuesto sobre las importaciones (Impuesto País) del 17,5%, y un impuesto sobre las exportaciones no agrícolas del 15%”.
“Por otra parte, no se dijo nada sobre los flujos financieros y aún no sabemos si se eliminarán las restricciones sobre el tipo de cambio offshore (también conocido como Blue Chip Swap Rate). Además, creemos que el ritmo de subida del 2% mensual podría ser demasiado bajo, ya que la inflación supera actualmente el 200% anual”, señala el analistas.
Desde la gestora internacional se mantienen cautelosamente optimistas sobre las posibilidades de que la nueva administración pueda frenar la situación fiscal y volver a controlar la espiral inflacionista. Sin embargo, sigue habiendo importantes interrogantes: aún no sabemos si la devaluación, mayor de lo previsto, bastará para detener la sangría de las reservas brutas de divisas, que ya son negativas en términos netos. Además, seguimos esperando más detalles prácticos sobre la aplicación del ajuste fiscal y sobre cómo abordará el banco central la insostenible bola de nieve de sus pasivos remunerados.
Las dudas que se escuchan en el mercado están relacionadas con la sostenibilidad de estas medidas, advierte Adcap Grupo Financiero
“En principio, las medidas anunciadas por Caputo suenan bien orientadas a atacar los principales problemas que se venían señalando, como el déficit fiscal, que estaba muy conectado con los subsidios a la energía, las transferencias a las provincias y las obras públicas”, dice Javier Casabal, estratega de renta fija de Adcap Grupo Financiero.
“Sin embargo, la mayor cantidad de dudas que se escuchan en el mercado están relacionadas con la sostenibilidad de estas medidas. Por un lado, cómo impacta en el transporte y en las facturas de energía a los sectores menos favorecidos, y por otro lado, qué tan sostenibles son estas medidas. Por ejemplo, la evolución del tipo de cambio que tendrá cuando empiece a impactar la inflación y el consecuente atraso cambiario”, añade el analista.
Paula Gándara, CIO de Adcap Asset Management, señala que “de ser exitoso el plan, vemos una brecha entre los dólares oficiales y alternativos contenida inferior al 40%. Y en términos de inflación, vemos un pico para los próximos meses para luego comenzar una tendencia decreciente”.
“El impuesto país subió del 7% al 17,5% para las importaciones y una retención del 15% a las exportaciones no agrícolas, con excepción de la soja, que se mantuvo en el 30%. También se anunciaron medidas de índole social, como la duplicación de la AUH y un incremento del 50% de la Tarjeta Alimentar. Continúan esperando definiciones en cuanto a la deuda a saldar con las importadoras de 40.000 millones de dólares. En principio, se espera la emisión de un bono con ajuste por el tipo de cambio oficial”, añaden desde Adcap.
Para el analista Luciano Laspina, se trata de un ajuste con un alto componente transitorio
“No es un plan económico, es un conjunto de medidas para comenzar a ajustar el desequilibrio fiscal, monetario y cambiario. Por no ser un plan económico, la falta de consistencia supone riesgos de espiralización y/o persistencia inflacionaria”, considera el analista y diputado de Juntos por el Cambio Luciano Laspina.
“La primera conclusión es que el ajuste fiscal 2024 tiene un alto componente de transitoriedad y está basado en impuestos. Es una estrategia de emergencia, pero que pondrá en duda la fortaleza del ancla fiscal a futuro, aunque el compromiso político con el equilibrio fiscal es claro”, añade.
En materia monetaria, no hubo anuncios. Se omitió el anuncio de baja de las tasas de interés, que deberían seguir a una devaluación brusca. A nuestro juicio, para evitar que haya una devaluación exagerada del TC paralelo.
«La devaluación del TC oficial/comercial fue de 120%. Altísima para todos los estándares históricos. Tendrá un impacto inflacionario en precios regulados y combustibles que están al TC oficial. Pero también en alimentos (que hoy están priceados al TC blend de exportación de 660 pesos por dólar) y en bienes de consumo masivo (hoy priceados más cerca del TC oficial). El pasaje a precios será altísimo alimentos y consumo masivo (supermercados) y será incremental en tarifas y servicios en los próximos meses», dice Laspina.
La falta de precisión sobre el nuevo esquema cambiario supone que el gobierno está dispuesto digerir la crisis fiscal y cambiaria con un shock inflacionario. Para muchos, es un plan de “licuación”. Es reconocer el impuesto inflacionario diferido aplicado por el kirchnerismo y aprovecharlos para licuar gasto público al mejor estilo de los ‘80s. El gobierno supone que luego de la “limpieza” fiscal y monetaria la situación tenderá a estabilizarse. En su defecto, deberá plantearse una “fase 2” del programa, que implique un plan de estabilización tradicional.
Los riesgos de la estrategia son claros. La aceleración de la inflación puede conducir a sucesivas devaluaciones del TC oficial/comercial. La aceleración inflacionaria puede complicar el ajuste fiscal por el efecto Olivera-Tanzi (caída real de la recaudación por inflación) y por presiones para ajustar el gasto público “no indexado”. La falta de consistencia fiscal (por tensiones sociales o por “temporalidad” del ajuste vía impuestos insostenibles) podría mantener alta la brecha cambiaria y las expectativas de devaluación.
Con el actual esquema de tipos de cambio múltiples, el TC oficial no funciona como “ancla nominal”. Esto le pasó a Martín Guzmán y a Sergio Massa, aun cuando el excandidato a la presidencia de Unión por la Patria había ajustado las cuentas públicas en una primera etapa. La peor noticia es que no hubo un cambio de régimen cambiario. Es probable que esto llegue en una segunda etapa. Y esto quizás ocurra más pronto que tarde.