Tanto en el mercado europeo como en el global, los bonos convertibles son una buena herramienta para generar retornos similares a los de la renta variable, con una volatilidad significativamente más baja y limitación de las caídas. En palabras de Scarlett Claverie-Bulté, especialista de inversiones de convertibles en Union Bancaire Privée Asset Management, la clave reside en la convexidad de este producto: “La combinación de su componente de bono con su capacidad de transformarse en renta variable otorga a este tipo de activo un perfil atractivo a largo plazo”.
En una entrevista con Funds Society, destaca que su estrategia de bonos convertibles le ha permitido comenzar a trabajar con nuevas empresas, ya que suelen ser distintas a las que emiten bonos convencionales. “Esta es la belleza de este tipo de activo: tenemos acceso a otras industrias, como el comercio electrónico, la sanidad o la biotecnología”, asegura.
Se trata de firmas que cuentan con una fortaleza clara: sus mayores perspectivas de crecimiento a largo plazo. Por lo que, a su juicio, es bueno tenerlas en las carteras en el momento de incertidumbre actual. Además, hace hincapié en que este instrumento permite nuevas oportunidades de diversificación, algo que, “en un entorno global de mercado más desafiante, es siempre muy beneficioso”.
Consultada por el desempeño de los bonos convertibles en entornos de subidas de tipos, Claverie-Bulté afirma que, dado que son títulos de renta fija, lo natural sería esperar que no rindiesen demasiado bien en esas circunstancias. Pero hay una diferencia clave con los bonos tradicionales: la opción que lleva incrustada le da al activo la posibilidad de revalorizarse.
“Se trata de un efecto dual positivo que explica por qué en estos periodos, históricamente, los bonos convertibles se han desempeñado muy bien, tanto en el mercado estadounidense como en el europeo”, señala. Por ese motivo, el entorno de 2018 fue muy favorable para este activo en Estados Unidos. “De hecho, fue el año más activo desde la crisis de 2008”, revela.
Por ello, el atractivo del producto reside, ante todo, en este carácter híbrido: “Tienes las características defensivas del bono y, al mismo tiempo, el acceso a un potencial más alto de crecimiento por la capacidad de convertirse en acción”, afirma antes de advertir de que, por ese motivo, es necesario realizar un análisis exhaustivo e implementar una estrategia muy activa para poder aprovechar este potencial.
Cuatro fondos
UBP lleva apostando por los bonos convertibles desde 1999, cuando lanzó su estrategia europea. Hoy en día, cuenta ya con cuatro fondos: dos europeos y dos globales (Estados Unidos, Europa y Asia), que gestionan un total de 2.000 millones de euros.
“La gran riqueza de este tipo de activo es que, dependiendo de la región en la que te encuentres, puedes tener mercados muy distintos, con oportunidades muy distintas”, dice Claverie-Bulté. Por eso, cuentan con dos tipos de estrategias: una más defensiva en la que la sensibilidad a renta variable oscila entre el 10% y el 40% y otra más “dinámica”, en la que esta cifra puede incrementarse hasta el 70% (aunque, de media, suele ubicarse en el 50%).
Con un 8% de volatilidad, el UBAM Convertibles Global registró en 2018 un retorno negativo bruto del 3,8%, frente a la caída del 4,4% del índice de referencia. Se trata de “un sólido desempeño” si se tiene en cuenta que la renta variable llegó a caer un 9,4%. Además, de los 84.000 millones de nuevas emisiones de convertibles que se realizaron el pasado año, en el mercado global, la mitad procedieron de emisores primarios.
Claverie-Bulté insiste en que este año “hay potencial” para los bonos convertibles. “Es una buena forma de diversificar las carteras y, para una empresa, también es importante para el manejo de la deuda”, afirma. Aunque considera que no se verá un volumen tan grande como en 2018 por la pausa de la Fed, seguirá habiendo “buena actividad”, algo que se refleja en la rentabilidad del 4,9% que registró el fondo el pasado enero.