El pasado domingo se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente con el lema “Una sola Tierra”, una consigna que pide cambios profundos en las políticas y en nuestras decisiones para permitir vidas más limpias, ecológicas y sostenibles, en armonía con la naturaleza.
Pero para llevar a cabo la transición ecológica se necesita financiación, por lo que el sector financiero juega un papel crucial en la canalización de estos fondos. Ahí es donde entran los pequeños inversores, ya que como ciudadanos podemos hacer pequeños cambios en nuestra rutina que ayuden a conseguir este objetivo de descarbonización pero, aunque es necesario, su impacto es más limitado del que podemos tener como inversores.
“Todo suma. Evidentemente un pequeño ahorrador por sí solo no tendrá un gran impacto, pero la suma de pequeños ahorradores, junto a inversores institucionales e incluso apoyo de entidades públicas sí que tiene un gran impacto y lo estamos viendo, cómo se están incrementando los flujos de financiación a proyectos de este tipo cada vez más”, destaca David Romano, director de Operaciones de Finanbest.
Por su parte, Francisco Sainz, CIO de Imantia, señala que el ahorrador puede actuar contra el cambio climático en la medida en que vaya convirtiéndose en inversor y que su dinero llegue a actividades sostenibles. «Para el ahorrador tradicional, sería bueno que revisará los compromisos acerca de la sostenibilidad de la entidad en la que tenga depositados sus ahorros», aconseja. «La suma de pequeños impactos conlleva un movimiento mayor a nivel de industria y de la dirección de los flujos de dinero», anima.
Sin embargo, el IPCC subraya que, aunque los flujos financieros para las políticas de adaptación y mitigación del cambio climático han aumentado en un 60% desde 2014, aún están lejos de ser suficientes, por lo que se deben seguir destinando esfuerzos a que este tipo de inversión cale.
¿Qué implica invertir de manera sostenible?
Según explica Romano, invertir de manera sostenible implica financiar con tus inversiones, empresas y proyectos con un impacto positivo (en mayor o menor grado) la transición hacia la llamada “nueva economía verde”. Esto incluye multitud de sectores, empresas o países: energías limpias o renovables, gestión de residuos, desinfección y limpieza de agua…
Además, se trata de una inversión al alcance de nuestra mano. Es plenamente accesible, y cada día más. Gracias a las nuevas tecnologías y a la arquitectura abierta de entidades de inversión, cada vez es más accesible invertir con estos criterios para los pequeños inversores. “Lo más habitual es hacerlo a través de fondos de inversión, además la nueva normativa SFDR (y otras previas) ayudan a clasificar los fondos con fines sostenibles, de tal forma que para el pequeño ahorrador es fácil saber en qué medida es o no una inversión “sostenible”, apunta Romano.
Respecto a la oferta, de igual manera, hay mucha y cada día más, desde entidades especializadas y enfocadas en la inversión sostenible, hasta entidades que tradicionalmente no tenían oferta de estos productos y ahora sí, como es el caso en Finanbest. Algo que también sostiene el experto de Imantia, señalando que existen fondos de todo tipo, fondos que tienen en cuenta criterios de sostenibilidad e incluso fondos que buscan tener impacto medioambiental, cuyo crecimiento ha sido exponencial en los últimos años.
Según destaca Miguel Camiña, cofundador de Micappital, «el reto del sector financiero es democratizar la inversión sostenible para que cualquier persona, con cualquier patrimonio, pueda tener a su alcance opciones de contribuir a mejorar el planeta con su dinero, y que seamos capaces de medir el impacto real que, a través de este tipo de inversión, consigue cada persona con sus ahorros».
Ya no es solo por la Tierra, tu bolsillo también gana
Si la necesidad de contribuir a la transición hacia un mundo mejor no te mueve, puede que sí lo hagan las proyecciones de éxito de estas inversiones frente a las que no tienen en cuenta criterios ESG. Según Kate Rogers, directora de Sostenibilidad del área de gestión de patrimonios de Schroders, a largo plazo, “cabe esperar que la rentabilidad ajustada al riesgo de las carteras más sostenibles sea igual o mejor que la del resto”.
Por su parte, desde Finanbest insisten en que no, la sostenibilidad no está reñida con la rentabilidad. Pero advierten que en este caso invertir en fondos sostenibles supone asumir algo más de riesgo que hacerlo a través de un fondo o una cartera de fondos más diversificada y sin ningún sesgo. “Dicho lo cual no hay ninguna evidencia de que las inversiones vayan a ser menos rentables (o más) que otro tipo de inversiones. De hecho, recientemente ESMA ha publicado un estudio en el que dicen que los fondos con este sesgo han sido más rentables que sus comparables”.
«A largo plazo, las carteras más rentables son las que mejor han sabido gestionar los riesgos y en ese sentido, una aproximación que incorpore riesgos de sostenibilidad debería ser rentable a medio plazo», añade Sainz.