Si algo está demostrando 2020 es que tomarse en serio los criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno (habitualmente etiquetados bajo las siglas ESG, ASG en español) ya no es una opción, sino una necesidad para empresas y gobiernos de todo el mundo… y además, los mercados premian a quienes han elegido este camino. “Estamos convencidos de que muchas empresas son capaces de efectuar una transición (hacia políticas más responsables) y se darán cuenta de que sus valoraciones mejorarán, especialmente si tienen en consideración a todos sus stakeholders y el imperativo social que está surgiendo actualmente”, afirma Alain Pitous, director de Finanzas Responsables de OFI AM.
La gestora francesa OFI lleva en activo desde 1971 y cuenta con el respaldo de las mutuas francesas Macif y Matmut como accionistas de referencia. OFI AM lleva nada más y nada menos que 25 años comprometida con la inversión socialmente responsable (ISR), hasta el punto de haberse convertido en un referente entre los gestores de activos de corte ISR en Francia. Su patrimonio actual asciende a 72.000 millones de euros que administra en nombre de sus clientes. La firma está representada en España por Selinca.
Pero la gestora no se conforma con su posición actual dentro del mundo ISR. OFI AM emprendió el año pasado la misión de implementar las políticas de inversión ISR en todos los niveles de la compañía, lo que ha permitido reforzar el compromiso de la firma y la promoción de las mejores prácticas ASG en el seno de la empresa. “Nuestro objetivo es convertir a OFI AM en el líder de la gestión ISR. Hemos implicado a toda nuestra cadena de valor”, declara Pitous.
Uno de los pasos clave que ha dado la gestora gala en la consecución de este objetivo ha sido el lanzamiento de la gama de impact investing Act4, de la que forma parte el fondo OFI Fund – RS Act4 Positive Economy. Este producto fue lanzado en 2018 y está gestionado por el tándem conformado por Beryl Bouvier y Lionel Heurtin, dos gestores ampliamente experimentados y con formación específica en ESG. “Llevo mucho tiempo convencida de que era posible gestionar de una forma diferente, al elegir invertir en compañías que generan valor económico en el largo plazo y un impacto social positivo. Hemos demostrado que nuestro doble objetivo, rentabilidad e impacto, no solo se puede conseguir, sino que además ha demostrado ser más resistente en momentos de crisis”, declara Bouvier, que añade que la crisis sanitaria no ha hecho más que “acelerar estas tendencias y poner a las compañías consideradas como ‘útiles’ en el centro”.
Cómo identificar y cuantificar una inversión de impacto
El OFI Fund – RS Act4 Positive Economy está basado en un análisis propietario desarrollado en el seno de la firma, mediante el cual se puede cuantificar el impacto que generan las inversiones de este fondo en torno a cuatro temáticas de inversión, tomando como referencia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU: Transición Energética (con sub temáticas como energías renovables, eficiencia energética o movilidad sostenible); Preservación de los Recursos Naturales (que supone la búsqueda de oportunidades en tendencias como la economía circular, lucha contra la deforestación o potabilización y saneamiento de aguas); Salud, Bienestar y Seguridad (con oportunidades en prevención y diagnosis, control de enfermedades o cuidado de personas mayores, entre otros) e Inclusión Social (garantizar el acceso a productos y servicios básicos y educación).
Se trata de una metodología particularmente exhaustiva y multidimensional, que parte de la consideración de la compañía como un todo y se basa en cinco elementos que se analizan por el siguiente orden: 1) Impacto del modelo económico: ¿cómo contribuye el negocio core a las temáticas del fondo y a los ODS?; 2) Intencionalidad: ¿qué nivel de intencionalidad hay en la compañía y cómo está formalizado?; 3) Medición de los impactos: cuantificación de la extensión y la trazabilidad de los impactos a lo largo de la cadena de impacto; 4) Responsabilidad corporativa: cuál es la calidad de las prácticas ESG de la firma; y finalmente 5) Potencial financiero: cuál es el potencial de crecimiento a largo plazo de la compañía y si su valoración actual es razonable. Paralelamente, se aplican filtros de exclusión para eliminar del proceso de análisis a aquellas empresas con modelos de negocio controvertidas (combustibles fósiles, tabaco, bebidas alcohólicas etc).
En definitiva, el proceso de inversión trata de ver a las compañías cotizadas con nuevos ojos, poniendo en el centro de sus análisis los impactos sociales y medioambientales que tienen las políticas corporativas de las empresas. Como resultado, la cartera invierte en 43 compañías europeas que destacan por sus prácticas ESG, incluyendo small caps que puedan proveer de soluciones disruptivas con un elevado potencial de impacto.
Actualmente, entre las principales posiciones figuran compañías como Danone, Legal & General, Signify o ASML Holding. Por temáticas, Transición Energética es la que tiene mayor protagonismo en cartera (43%), seguida de Salud e Inclusión Social (con un 21% respectivamente) y Preservación de Recursos Naturales (15%). No obstante, se ha de tener en consideración que, como fruto de la labor de análisis y selección, todas las actividades de más de la mitad de las compañías en cartera cumplen con uno o más ODS.
El fondo cuenta con 118 millones de euros en activos bajo gestión (datos a 13 de noviembre de 2020).