Controlar el riesgo y apostar por distintas estructuras de cupones para poder hacer frente a los cambios constantes de las políticas monetarias en Estados Unidos y Europa: son las claves de ASG Capital para invertir en deuda subordinada con éxito. “Estamos viviendo un momento atípico: ha habido mucha intervención por parte de los bancos centrales, así que tenemos que apostar por una estrategia flexible”, asegura Steven Groslin, miembro ejecutivo del consejo de administración de la gestora, donde también es co-gerente de varios fondos.
En un webinar organizado por SharingAlpha, Groslin indaga en las claves de este instrumento y, en concreto, de su fondo LFP ASG Dynamic Income, junto a Ygal Cohen, presidente, director ejecutivo y fundador de ASG Capital. Ambos insisten en la importancia de gestionar el riesgo en esta estrategia, tanto el específico del mercado de renta fija como el de este producto concreto, sobre todo teniendo en cuenta los giros monetarios que ha habido en los últimos años, especialmente en Estados Unidos, pero también en Europa.
Groslin asegura que su estrategia se centra en “blue chips” y entidades sistémicas, lo que hace que tengan una valoración media de BBB-. Al mismo tiempo, apuestan por la diversificación, por lo que, nunca asignan más de un 3% a las cerca de 90 posiciones con las que cuentan.
Una de las claves que hacen que el fondo, a su juicio, sea único son los distintos tipos de cupones que se ofrecen: a tasa fija (10,4%), a tasa flotante (22,4%) y, sobre todo, a tasa fija que puede transformarse a flotante (67,2%). La ventaja principal de estar sobreponderados en este último tipo de cupón es que les permite “optimizar la posición, según los tipos de interés”.
El control del riesgo
Groslin apunta que no existe ningún riesgo adicional más allá del inherente al mercado de renta fija y a la deuda subordinada: “no hay derivados, no hay apalancamiento y no hay repos”. Además, si aparece el riesgo divisa, se cubre para convertir el instrumento en uno de “dólar puro”.
“La gestión del riesgo es completamente esencial para poder beneficiarse del atractivo de este tipo de activo”, añade Cohen, quien apunta que hay soluciones alternativas para obtener un nivel de rentabilidad similar, como los mercados emergentes o el high yield, pero su nivel de riesgo es “sustancialmente más alto” que el de su estrategia.
En ese sentido, hace hincapié en que la rentabilidad media de la cartera del fondo, lanzado en 2014, es del 6%. A esto se une el otro atractivo esencial: “el componente de ganancias de capital”. Todo ello lo logran, señala, con un enfoque bottom-up que selecciona emisores con fuertes fundamentales económicos y gran capitalización. “El 90% proceden del espacio del grado de inversión”, afirma antes de apuntar que, tras seleccionar los emisores idóneos, eligen aquellos instrumentos de deuda que generan la mejor relación riesgo-beneficio.
Cohen revela que invierten, principalmente, en mercados de la OCDE, evitando los emergentes porque, de esa forma, no tienen que “lidiar con los riesgos geopolíticos potenciales”. De ahí que sobreponderen el espacio europeo- con un 37,1% en países de la Eurozona y un 29,7% de los que no lo son- y el norteamericano, con un 23,3%.
Según cuenta, la diversificación geográfica les permite contar con distintos tipos de exposiciones para poder hacer frente a los cambios en las políticas monetarias y, al mismo tiempo, tener acceso a una gran diversificación por sectores. En este ámbito, el financiero es el más sobreponderado (60,5%), ya que, como declara Cohen, los bancos son los emisores principales de este instrumento. Por detrás están el sector de la gestión de activos y de seguros (20,2%) y, ya de lejos, el industrial (5,8%).
El hecho de que el fondo esté gestionado en dólares les permite contar con mayores oportunidades de inversión que con cualquier otra divisa. Este es otro de los factores que hacen que su estrategia sea “única”, a lo que se suma que apenas hay unos pocos fondos especializados en este producto en Europa y Estados Unidos y que, por ende, cumplan las expectativas de los inversores a los que se dirigen: minoristas, family offices, bancos privados e institucionales.
Todo ello, siempre, con un enfoque “prudente, flexible, ágil y transtlántico”, sentencia Cohen.