El interés en la inversión temática ha experimentado un fuerte aumento en los últimos años. Según Morningstar, el patrimonio gestionado de los fondos temáticos se ha más que triplicado (hasta los 595.000 millones de dólares) en los últimos tres años. Aunque gran parte de esta subida puede atribuirse a expectativas de rentabilidad elevada a largo plazo, los fondos temáticos suelen concentrarse en gran medida en la inversión sostenible, lo cual también ha atraído interés.
Con los inminentes cambios regulatorios y la creciente concienciación social y medioambiental de los inversores, cabe esperar una mayor demanda de fondos temáticos de orientación sostenible. No obstante, con más de 3.000 fondos sostenibles disponibles para los inversores europeos, los selectores de fondos se enfrentan a un reto enorme a la hora de encontrar gestoras y estrategias capaces de aportar rentabilidad y satisfacer sus ambiciones de sostenibilidad. Además, varios mitos perduran en torno a esta área de inversión, por ello, BNP Paribas Asset Management los desmiente para ayudar a distinguir entre aquellos fondos que solo prometen y los que realmente cumplen.
Mito 1: Invertir con un enfoque temático medioambiental implica renunciar a rentabilidad a largo plazo
El concepto de asumir niveles de riesgo elevados para obtener mayores rentabilidades suele asociarse con fondos temáticos de empresas tecnológicas o en tendencias disruptivas. Existe un amplio abanico de oportunidades en empresas que abordan los retos medioambientales, desde compañías jóvenes disruptivas ya activas en esta área, hasta otras más asentadas, con potencial de convertirse en los ganadores del mañana.
Ya hemos sido testigos de cómo las tecnologías innovadoras en el ámbito medioambiental ofrecen grandes oportunidades de inversión. Las energías eólica y solar son excelentes ejemplos de sectores pujantes, exitosos y transformadores. Por otra parte, todavía existen muchas áreas de la transición energética que aún están lejos de realizar plenamente su potencial, como, por ejemplo, los hidrógenos verde y azul.
Dada la necesidad de transformar múltiples áreas de nuestra existencia, la cuestión no debería ser si los fondos medioambientales aportarán rentabilidades competitivas a largo plazo, sino la posibilidad de que el coste de oportunidad de no estar presente en esta área sea demasiado elevado. Será esencial comprender e identificar qué tecnologías tienen probabilidad de sobrevivir el paso del tiempo, cuáles serán las más disruptivas, qué escalabilidad tendrán, si existen o no barreras de entrada y cuáles podrían verse sustituidas a medida que evolucionan los sectores.
Mito 2: Tomar posiciones cortas en activos obsoletos junto a posiciones largas en las empresas que crean soluciones sostenibles no es ético
Desde una perspectiva de inversión, la oportunidad no se limita a encontrar los ganadores: la transición energética también tendrá perdedores fundamentales. Las empresas con credenciales medioambientales sólidas tienen más probabilidades de batir a las que tienen modelos de negocio insostenibles y vulnerables al riesgo de transición. Es posible sacar partido a estos activos obsoletos mediante estrategias de inversión alternativas, como la toma de posiciones cortas.
Estas prácticas habituales no deberían considerarse poco éticas, vender en corto activos obsoletos permite a un gestor utilizar el beneficio generado para financiar a otras empresas que crean soluciones sostenibles. Cuando se toma una posición corta en una empresa y su cotización cae, esto eleva su coste de capital, lo que puede afectar a su capacidad de seguir captando capital para continuar desarrollando prácticas insostenibles. La toma de posiciones cortas es una importante herramienta para fomentar la eficiencia de precios en los mercados financieros y evitar la sobrecompra y valoraciones insostenibles. Con todo, esto facilita el proceso de descubrimiento de precios en el mercado.
Por último, las huellas de carbono de las posiciones largas se compensan con las posiciones cortas, lo cual abre la puerta a una cartera con una huella de carbono negativa. Aprovechar catalizadores (desencadenados por cambios arancelarios, acontecimientos sectoriales y nuevas iniciativas políticas, por ejemplo) también puede brindar oportunidades desde una perspectiva tanto larga como corta. Adoptar un posicionamiento de valor relativo, que busca explotar diferenciales de precio entre compañías del mismo sector (por ejemplo, una compañía con una tecnología inferior frente a uno de los líderes de mercado), es otra estrategia alternativa con potencial de generar rentabilidad. No se trata necesariamente de contraponer a empresas “verdes” frente a otras “marrones”, sino de intentar lograr mejores rentabilidades y reducir el riesgo.
Mito 3: Una estrategia orientada a la sostenibilidad es lo mismo que una orientada a factores ESG
A nivel fundamental, ESG y sostenibilidad no son sinónimos. La sostenibilidad considera todos los aspectos de una empresa para determinar si esta, en su conjunto, contribuye positiva o negativamente al medioambiente y a su entorno. ESG conlleva un enfoque más compartimentado, evaluado en su mayor parte en base a la información divulgada por las propias empresas. De este modo, algunas de las compañías menos sostenibles (como las extractoras de petróleo o de carbón) tienen mejores credenciales ESG que sus homólogas de energía limpia. Esto se debe a que la calificación ESG se basa en un proceso, tiene en cuenta cómo opera una empresa, pero no lo que hace.
Además, las calificaciones ESG son vulnerables a datos incorrectos, ya que la mayoría de los métodos se basan en la divulgación voluntaria de información. Por lo que son susceptibles de contener aseveraciones infundadas, lo cual se conoce en general como “ecopostureo” o «greenwashing». Además, las empresas de mayor tamaño con comunicaciones establecidas pueden incluir más información en sus informes de sostenibilidad que sus homólogas, con lo que una estrategia de inversión orientada exclusivamente a factores ESG tiene un sesgo hacia compañías más grandes e ignora a innovadoras jóvenes.
Mito 4: El universo de inversión temática no es lo suficientemente diverso como para desplegar capital en un abanico de sectores
La inversión temática medioambiental no se limita a la energía limpia, y la diversidad de las empresas que se concentran en crear soluciones medioambientales es enorme. Se trata de una oportunidad temática muy amplia que seguramente afectará a todos los sectores de actividad en mayor o menor medida. Los fondos deben mirar más allá de clases de activo específicas o de tecnologías sostenibles establecidas y adoptar un enfoque más temático para descubrir verdaderamente este enorme abanico de oportunidades. Los selectores deberían buscar fondos con un enfoque alejado de estrategias generalistas y concentrado en modelos de negocio, conocimiento en profundidad de los activos subyacentes y activismo corporativo: el universo de inversión es suficientemente amplio para generar alfa a través de la selección de valores y mitigar el riesgo mediante una exposición bien diversificada.
Mito 5: Solo se debería invertir en fondos con un historial establecido
La inversión sostenible y concentrada en el medioambiente todavía es una disciplina joven. Como punto de partida, el historial de un equipo puede ser un indicador útil de su comportamiento hasta el momento. No obstante, tal como nos recuerdan constantemente los organismos reguladores, las rentabilidades pasadas no deben considerarse como indicativas de rentabilidades futuras.
Existen muy pocos equipos de gestión con un historial largo en la comprensión de estas industrias. Esto se debe, en parte, a que se trata de una oportunidad multisectorial, y los gestores deben ser conscientes de mercados que están comenzando a fundirse y mezclarse entre sí. No obstante, otro motivo es que el conjunto de capacidades necesario (comprender los sectores y tecnologías que conforman el universo de inversión) todavía es poco habitual.
Mito 6: Es imposible ejercer impacto a través de un vehículo de inversión público
Mucha gente cree que la única manera de invertir con impacto es a través de capital riesgo, private equity o financiación directa de proyectos. Aunque estas modalidades de inversión constituyen vías potentes para lograr impacto, tienen poca escala, se concentran en nichos muy específicos y son de difícil acceso. También significa que podemos lograr un impacto significativo invirtiendo y dialogando activamente con empresas más jóvenes y prometedoras en el segmento medioambiental ¿Cómo? proporcionándoles capital y asesoramiento para ampliar su presencia en los mercados en los que operan.
Para tener verdadero éxito, los temas medioambientales deben ser accesibles para todos los inversores; al fin y al cabo, son ellos y la sociedad civil en su conjunto quienes impulsan el crecimiento de los productos de inversión sostenible y ESG. De hecho, algunos fondos temáticos medioambientales ya participan en colocaciones en el mercado primario, como ofertas públicas de venta, ofertas primarias e inversión privada en empresas cotizadas (PIPE). Con ello, proporcionan grandes sumas de capital de inversión a las empresas, lo cual les permite acelerar su crecimiento, contratar más personal, construir instalaciones y llevar a cabo investigación y desarrollo. La oportunidad medioambiental es significativa y da cabida a muchas formas de inversión para ejercer impacto.