En los últimos tiempos distintas empresas de wealth y asset management han empezado a desarrollar sus propios roboadvisors, herramientas que automatizan la inversión para que coincida con el perfil de riesgo objetivo de un inversor y ejecuten decisiones de inversión que forman de manera óptima una cartera. La capacidad de está nueva tecnología no deja de crecer.
Basándose en el estudio ‘El futuro de la riqueza en Estados Unidos’ llevado a cabo por el Deloitte Center for Financial Services, la consultora estima que los 2.000 millones de dólares de activos bajo gestión que manejan hoy los robo advisors pueden crecer hasta los 5 a 7 billones de dólares en 2025.
Aunque esta cifra no se aproxima a los 18 billones de dólares que actualmente gestionan los asesores tradicionales, estas herramientas dejarán, claramente, de ser una parte experimental de la industria.
Los roboadvisors abren una nueva frontera en la analítica, la satisfacción del cliente y la responsabilidad fiduciaria. Pero también expone a las instituciones a nuevos riesgos que no deben subestimar. Estos riesgos incluyen, según Deloitte:
Riesgos regulatorios
Para servir a los clientes de manera eficiente y cumplir con la responsabilidad fiduciaria de cualquier asesor, el entorno del roboadvisor debe incorporar nuevos controles y verificaciones. Para los reguladores, determinar cómo evaluar una plataforma de software cuyas responsabilidades fiduciarias siguen residiendo en última instancia con los seres humanos puede ser un desafío.
Riesgo empresarial
Trasladar a los clientes desde una experiencia con profesionales a una basada en la tecnología introduce riesgos como la baja adopción y el aumento de las consultas. Además, la incapacidad de la plataforma para captar de la mejor forma cuál es la tolerancia al riesgo de un cliente frente a lo que puede hacer un asesor financiero puede conducir a una desalineación en las asignaciones de activos o conflictos de intereses en relación a las comisiones. Los cuestionarios automatizados pueden no dar cuenta de sesgos de comportamiento.
Riesgos operacionales
Las empresas deben establecer controles adecuados en sus plataformas de asesoramiento automatizado para mitigar los riesgos relacionados con la segmentación de clientes, la planificación de la continuidad del negocio y la gestión de las tecnologías de la información. También es importante protegerse contra la alteración del algoritmo.
Riesgos tecnológicos
Para desempeñar un papel central en la disposición de los activos de los clientes, el roboadvisor necesita incorporar los niveles adecuados de integridad, seguridad, resistencia y capacidad. También es crítico reconocer y gestionar los riesgos que surgen de terceros proveedores. Por ejemplo, la incapacidad del roboadvisor para adaptarse a volúmenes de negocio crecientes o la planificación ineficaz puede acarrear ingresos y pérdida de clientes.
Dominar la incertidumbre para obtener nuevas recompensas
Enfrentar la compleja gama de nuevos riesgos que vienen con el robo advisor, debe establecer una solución integral: rodear a toda la empresa con un «andamio» en forma de un sólido marco de gestión de riesgos, explica Deloitte. Este debería ser un enfoque basado en los objetivos.
La gestión de los riesgos inherentes al roboadvisor cubre necesariamente múltiples dimensiones. Abarca fases tales como la due diligence, la integración con el negocio existente y el monitoreo continuo de la efectividad operativa y cumplimiento normativo. Al igual que con cualquier régimen de gestión de riesgos, el enfoque debe ir más alla de una mera postura defensiva