¿Cómo llegó un futbolista profesional a ser asesor financiero? ¿Y un piloto de caza a gestionar un fondo? Muchos profesionales de la industria cuentan con un pasado alejado de las finanzas, pero que les ha permitido, de alguna forma, llegar hasta donde hoy están.
En Funds Society hemos querido identificar a aquellos profesionales que han tenido una historia diferente antes de adentrarse de lleno en la industria de fondos de inversión y gestión de patrimonios. Algunos han sido grandes deportistas, otros estudiaron carreras totalmente desvinculadas del sector o ejercieron profesiones muy distintas, pero todos tienen algo en común: ese pasado diferente les ha permitido generar unas aptitudes que han trasladado a sus puestos actuales enriqueciendo su trabajo.
“Como en todos los empleos, cada vez buscamos más una manera de ser o pensar en lugar de unos estudios concretos. Es verdad que para ser gestor se busca mucha experiencia previa y sobre todo un perfil que sea capaz de adaptarse a los diferentes entornos”, explican desde Beka Finance AM.
“El mundo financiero es cambiante y por eso consideramos la capacidad de adaptación y aprendizaje continuo como algo fundamental. La mayoría de los perfiles que miramos han estudiado una carrera financiera, pero no descartamos nada. Lo importante es tener pasión por lo que se hace y querer ser mejor cada día”, destacan.
A la hora de contratar, desde Carmignac también admiten que no buscan una escuela específica o una formación especial. “Para nosotros, la mentalidad y el potencial son más importantes. Queremos agilidad, queremos creatividad y queremos espíritu empresarial”, señalan desde la entidad.
Respecto a la evolución del perfil de los gestores, Carmignac señala que el sector se ha diversificado, ya que la gente reconoce que un equipo con diferentes orígenes, y la diversidad de pensamiento que conlleva, puede conducir a una mayor eficiencia y, por tanto, a resultados superiores para los clientes. En Polen Capital, según explica Stan Moss, Chief Executive Officer, buscan talentos con un espíritu emprendedor y una dedicación a la integridad y al trabajo en equipo que encarnan su enfoque de inversión de alta convicción y calidad.
Jeff Mueller, del aire a la gestión de carteras
Antes de ser gestor de carteras y analista en Polen Capital, Mueller vivía en Texas, donde intentó labrarse una carrera como tenista profesional. Sin embargo, los sucesos del 11 de septiembre de 2001 cambiaron sus planes. “Cuando el segundo avión se estrelló contra la Torre Norte, fue el momento en el que decidí unirme al Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, donde permanecí durante casi 10 años en servicio activo”, relata. Tras su paso por el Cuerpo de Marines, se licenció en Administración de Empresas y Comunicación por la Trinity University de San Antonio y para su MBA estudió en la Columbia Business School, época en la que también fue aceptado en el Value investing Program de la CBS.
La introducción al mundo de la inversión le llegó en Irak, cuando estaba desplegado volando en misiones de combate. “Mi compañero de escuadrón recibió un libro de inversión que se convirtió en mi primera introducción a Ben Graham. La lectura de este libro fue mi primer contacto con este mundo, y acabó inspirándome para leer «El inversor inteligente», y seguí leyendo todas las obras de Graham que caían en mis manos, una tras otra. Las leía entre misión y misión mientras estaba en medio del desierto. Las palabras de Ben Graham conectaron realmente conmigo y me di cuenta de que quería dedicarme a la inversión cuando dejara los Marines”, relata.
Respecto al impacto de su pasado en su carrera actual, Mueller explica que “al haber formado parte de un escuadrón de combate de los Marines, estaba acostumbrado a una cultura de propósito, trabajo en equipo y servicio, y era de suma importancia para mí encontrar el mismo ambiente en mi trabajo posterior al Cuerpo de Marines”.
Javier Arizmendi, asesor financiero de Tressis y exfutbolista
Antes de dedicarse al asesoramiento financiero, Javier Arizmendi jugó 12 temporadas como futbolista profesional. Debutó en primera división con el Atlético de Madrid en 2004 y posteriormente jugó en diferentes equipos de la Liga (Deportivo de la Coruña, Valencia, Zaragoza, Getafe, Mallorca, etc.). En 2007, vistió de rojo debutando con la selección española absoluta.
Pero la carrera del deportista es efímera y Arizmendi paralelamente fue preparando su futuro. Tal y como relata, durante su carrera deportiva, percibió la necesidad personal de saber qué hacer con el ahorro que iba generando. “Fui siendo consciente de la importancia que tiene un asesoramiento y planificación financiera profesional en un ciclo de ingresos tan atípico como el del deportista profesional”, apunta.
Por ello, no dudó en compaginar su carrera deportiva con estudios universitarios, licenciándose en 2014 en Administración y Dirección de Empresas. Una vez retirado del deporte, realizó un MBA especializado en Finanzas y un curso especializado en Banca Privada y Asesoramiento Financiero preparatorio para la certificación EFPA, que obtuvo en 2016.
A priori, puede que parezca que el fútbol y el asesoramiento financiero son dos intereses totalmente antagónicos, pero nada más lejos de la realidad. Arizmendi aplica cada día las enseñanzas que recibió como deportista. “El deporte a nivel profesional te forma en una serie de valores que aplico actualmente como asesor financiero: esfuerzo, constancia, trabajo en equipo, orientación a resultados, proactividad en la toma de decisiones, control ante situaciones de estrés, etc.”, relata.
“Al mismo tiempo, el haber vivido durante mis años como futbolista situaciones, tanto propias como de compañeros, en las que las decisiones en el plano económico cobran especial relevancia, me permitió ser consciente de la importancia de la planificación financiera entendida como la estrategia que debe guiar nuestros pasos para procurarnos un futuro confortable”, añade.
Obe Ejikeme, de la informática a la gestión de fondos en Carmignac
Ejikeme estudió Ciencias de la Computación en la Universidad de Hull, con especialización en Ingeniería de Software. Durante la carrera, hizo un año de prácticas en una empresa de software con sede en Londres llamada Porism Limited. “Allí aprendí que, aunque me gustaba trabajar en el mundo del software informático, no quería encasillarme en escribir código informático todo el día. En general, me interesaba más cómo y por qué se aplicaban y utilizaban las soluciones de software, más que cómo se hacían”, confiesa.
Al salir de la universidad en 2003, explica que el sector tecnológico aún sufría las réplicas de la burbuja tecnológica del año 2000, por lo que había pocos puestos en el espacio tecnológico. Sin embargo, descubrió una empresa llamada FactSet Research Systems, donde le ofrecieron la oportunidad de unirse a su equipo de consultoría de banca de inversión del Reino Unido.
“Por aquel entonces, éramos responsables de apoyar a los principales bancos de inversión mundiales en sus necesidades de datos y software. El mayor atractivo era el programa de formación intensivo y casi similar al de los bancos de inversión, que era muy raro y hasta hoy no tiene rival en la industria de los servicios financieros”, relata.
“Un equipo de cuatro de nosotros, los nuevos reclutas, fuimos sometidos a un curso de postgrado durante seis semanas. En este curso, aprendimos todo lo fundamental para poder entender los entresijos de las finanzas, desde cómo comparar la valoración de dos empresas diferentes hasta el mayor componente del Ibex 35. En aquel momento nos pareció una oportunidad casi demasiado buena para ser verdad”, continúa.
Una formación que califica como fundamental en el desarrollo de su carrera. “Despertó mi curiosidad por las finanzas y los mercados financieros y me llevó a darme cuenta de que mi objetivo final no era simplemente entender los datos, sino encontrar la manera de utilizarlos eficazmente. Quería utilizar lo que había aprendido para tomar decisiones de inversión que algún día pudieran beneficiarme a mí y a mi familia; y desde una perspectiva profesional, a futuros clientes y potenciales inversores”, recuerda.
Su papel como consultor en FactSet le llevó a unirse al equipo de estrategia cuantitativa europea de Merrill Lynch International (ahora Bank of America) en 2007. En 2014, era el jefe del equipo de estrategia cuantitativa y de renta variable europea y asesoraba a las mayores instituciones sobre cómo y dónde invertir en renta variable europea desde una perspectiva de país, sector y estilo. «Fue ese camino el que le llevó a unirme a Carmignac en 2014 y, en última instancia, a alcanzar el objetivo de ser gestor de carteras de tres fondos», detalla.
“Mi curiosidad por los datos desempeña un papel en lo que hago cada día, y en Carmignac estamos orgullosos de haber creado bases de datos propias que se utilizan para evaluar empresas para nuestros fondos temáticos, Carmignac Human Xperience y Carmignac Family Governed. Creemos que esto es un verdadero diferenciador, que nos permite construir carteras únicas, utilizando una metodología basada en la ciencia”, explica.
Javier Martín, Chief Investment Officer Equities en Beka AM, del derecho a la inversión
Martín estudió Derecho y Relaciones Internacionales en ICADE. Una vez acabada la carrera comenzó a trabajar como abogado en PWC y a la vez estudiaba en el IE su LLM (máster en Derecho). “Siempre lo he dicho y sigo diciendo, el derecho me gustaba y me sigue gustando, simplemente encontré algo que me gustaba más y perseguí el cambio. Una vez me di cuenta de que quería dedicarme al sector financiero, tras acabar mi máster, estudié el CFA”, explica.
Al igual que Arizmendi, Martín comenzó a interesarse por la industria con sus primeros ahorros. “Al año de estar trabajando como abogado en PWC, fue cuando comencé a poder ahorrar algo y tener que pensar en cómo invertirlo. Comencé a pedir consejo, a leer libros y me di cuenta de que no podía parar de buscar cómo aprender más. Al principio fue como un hobbie y poco a poco fui buscando publicaciones cada vez más profesionales”, confiesa.
¿En qué punto se unen ambas pasiones? Según explica, lo fundamental es que “los que nos hemos formado de manera similar a la mía somos más libres a la hora de pensar. Hemos adquirido conocimientos por pura pasión y sin tener que pensar o responder a determinadas preguntas de una manera concreta para aprobar un examen. Somos más flexibles e imaginativos a la hora de adaptarnos a los diferentes retos que se nos plantean. Esto no quiere decir que lo hagamos mejor o peor, solo diferente”.