La inversión temática basada en mega tendencias está generando cada vez más interés y las gestoras están tratando de promoverla diseñando estrategias de inversión que logren capturar rentabilidad bajo determinadas temáticas con potencial de futuro. Es el caso del concepto de vida saludable que incluye nutrición, agricultura, medio ambiente, salud y biotecnología con criterios 100% ESG, es decir que sigue criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno corporativo. «Los inversores están buscando exposición a crecimiento secular, independiente del ciclo, ligado a ideas temáticas, como inversión complementaria, lo que está empezando a crecer. Normalmente se plantean en renta variable un enfoque muy doméstico, con tendencia a grandes capitalizaciones y la inversión temática lo complementa con mayor exposición a emergentes y pequeñas y medianas capitalizaciones, es decir ampliando el universo con ideas diferentes», afirma Patricia de Arriaga, subdirectora general de Pictet AM en España.
En concreto, el Instituto de estudios europeos de Copenhague nos proporciona indicaciones sobre tendencias que están transformando el mundo. Es el caso del desarrollo demográfico, pues vivimos más años que en cualquier otra época mientras la población envejece y los consumidores, a medida que se incrementa la riqueza, buscan una vida más saludable y equilibrada. Arriaga explica que «el cambio de énfasis en cantidad a calidad de la alimentación se pone de manifiesto en el hecho de que nuestras dietas están descompensadas, con exceso de azúcar y sodio respecto a frutas y verduras. Más aún, la malnutrición es primera causa de enfermedades y su consecuencia la obesidad, que crece en mayor grado en países emergentes».
A ello se añade que aumenta la concienciación global respecto a la reducción de desperdicios. Arriaga señala que, de la granja al plato se desperdicia hasta un 30% de los alimentos que el mundo produce y hay que tener en cuenta que el cultivo de alimentos es el mayor usuario de recursos críticos, como agua, tierra y energía y el mayor contribuyente a emisiones de efecto invernadero. Además, el 75% del agua que se consume es para agricultura y sólo un 10% de la Tierra está disponible para producir de alimentos, que hay que hacer más eficiente, pues los próximos 50 años se necesitarán más alimentos que en los últimos 10.000, un 70% más para 2050. Como ejemplo de incorporación de tecnología al medio ambiente, destaca la agricultura de precisión -sensores, sistemas GPS de control remoto- con la que se puede reducir la emisión de CO2 un 50% y el uso de fertilizantes y pesticidas un 20%.
Según Lorenzo Coletti, senior sales manager de Pictet AM en España, las ventas en el mercado de nutrición pueden crecer a un ritmo del 4,4% hasta 390.000 millones de dólares hasta 2020. «Este crecimiento vendrá en términos absolutos determinado sobre todo por la alimentación, superando al índice MSCI World, sobre todo por un crecimiento de beneficios por acción cercano al 10%», explica este experto.
La estrategia de Pictet invierte en empresas cotizadas que disponen de tecnología para un uso más eficiente de los recursos, un 35% en compañías europeas. Por otra parte, el 20% se invierte en compañías de agricultura inteligente con enfoque en el aumento de la productividad y el 45% en alimentación con enfoque a la calidad y comprometidos con la salud. Por último, un 35% de la cartera invierte en el proceso de transformación y distribución (embalajes de nueva generación y logística).
Inversión medioambiental más allá del Acuerdo de París
A la pregunta de cómo dar a los inversores exposición a inversión medioambiental de forma sostenible estructurada a largo plazo el mercado tiene un enfoque limitado. Algunos se limitan a compañías que cumplen con el acuerdo de París para evitar el cambio climático o específicamente energías renovables, pero es posible invertir en medio ambiente y sostenibilidad a través de empresas con soluciones tecnológicas, ganadores del futuro, con crecimiento y previsible rentabilidad mayor que el índice global.
Según explica Gonzalo Rengifo, director general de Pictet AM en Iberia y Latam, al cambio climático hay que añadir la acidificación, la contaminación química, los cambios de uso del suelo, el agotamiento del ozono, aerosol, cambios del ciclo del nitrógeno, pérdida de biodiversidad, cambios del ciclo del fósforo y agotamiento de suministros de agua dulce -ya superados en cuanto a biodiversidad y emisiones de nitrógeno-. «Este universo está formado por varias industrias: desmaterialización de la economía, es decir, reemplazo de actividades físicas por virtuales para producir con menos recursos, extendiendo la vida de los activos, cuyas ventas crecen al 9,2% frente a 4,3% del índice mundial; eficiencia energética; gestión de residuos y reciclado; control de la polución; agricultura y silvicultura sostenible; suministro y tecnología relacionada con agua y energía renovable.
Este mercado medioambiental es de 2,2 billones de dólares y puede crecer anualmente al 6,3% entre 2017 y 2019, por encima de 3 a 4% de la economía mundial. Sólo en China se espera se gasten 300.000 millones de dólares en combatir la contaminación del aire, el agua y el suelo.