La gestión del riesgo es un factor clave para los inversores hoy en día. Es importante no sólo por las posibles caídas en el mercado, sino también porque la volatilidad disminuye la tasa a la que una inversión crece a largo plazo. En este sentido, la volatilidad tiene un impacto matemáticamente medible en los beneficios debido a su efecto sobre el total.
Las rentabilidades compuestas permiten, por un lado, generar ganancias sobre las rentabilidades reinvertidas de un activo y, con el tiempo, beneficiarse del crecimiento de los activos que se produce, afirman Joseph C. Flaherty, Chief Investment Risk Officer de MSF, y James C. Fallon, portfolio manager de la misma firma.
“Cuando las acciones de alta volatilidad experimentan períodos de rendimientos relativamente más bajos o negativos, el posible crecimiento de los activos potenciales que de otro modo se acumularía en base a la capitalización se inhibe. Cuando se comparan dos carteras con el mismo rendimiento medio en igualdad de circunstancias, la que tiene la mayor volatilidad tendrá un retorno compuesto inferior”, explican.
Esta diferencia se conoce como pérdida por variación o por volatilidad, que puede describirse como el efecto relativamente negativo que la volatilidad tiene sobre la rentabilidad del portfolio.
La base teórica de la pérdida por variación o por volatilidad fue enunciada en 1995 por James MacBeth, que estimó que los verdaderos retornos compuestos son menores que la rentabilidad media en alrededor de la mitad de la variación del portfolio o del riesgo (cuando la variación se define como la desviación estándar de la rentabilidad al cuadrado), cuentan los expertos de MFS. Tom Messmore publicó un artículo el mismo año que también explicaba la importante diferencia entre rentabilidad media y rentabilidad compuesta.
Messmore demostró que la pérdida por variación puede tener un impacto muy importante sobre la rentabilidad de las inversiones, concluyendo que «una reducción significativa de la pérdida por variación supondría un impulso considerable en cualquier clasificación de los resultados de un manager si se usan el dato de rentabilidades a largo plazo».
“Los efectos reales de este fenómeno apuntan a la importancia de la gestión activa del riesgo en las carteras de inversión. En particular, sugieren que un portfolio manager debería reducir o minimizar la irregularidad de las rentabilidades de un período a otro, y tratar de mantener la rentabilidad media sin cambios. Esto requiere que prestar mucha atención a la medición del riesgo del portfolio y tener políticas y procedimientos adecuados, junto con una cultura consciente de los riesgos que suponga manejar activamente el riesgo de un portfolio”, apuntan en su informe Flaherty y Fallon.
Mientras que los «animal spirits» a los que Keynes se refería para explicar las fluctuaciones de las inversiones son casi imposibles de predecir con fiabilidad, “es posible tener una idea de la naturaleza del riesgo de un portfolio y gestionarlo activamente”, concluyen.