Si queremos cumplir los objetivos establecidos en el Acuerdo de París, es necesario cambiar la manera en la que viajamos. Según NN Investment Partners, el transporte es el segundo mayor generador de gases de efecto invernadero (el 14% de ellos) y es responsable del 23% de todas las emisiones de CO2 relacionadas con la energía. Los cambios regulatorios en la Unión Europea exigen que los fabricantes de coches evolucionen hacia medios de transporte de bajas emisiones. La gestora considera que la emisión de bonos verdes es una herramienta poderosa e infrautilizada que podría ayudar a financiar esta revolución del transporte.
En 2016, el transporte por carretera generó el 21% de las emisiones totales de C02 de la UE y solo los coches supusieron el 12%. Para reducir esta cifra, se ha establecido el límite de dióxido de carbono de la flota comunitaria de coches en 95 gramos de CO2 por kilómetro para 2021. La UE busca una reducción del 15% para 2025 y del 37,5% para 2030.
Se acelera la electrificación
Como respuesta a estos objetivos de CO2, los fabricantes han acelerado la electrificación de los vehículos y varias firmas han anunciado ya sus estrategias en este sentido.
Alcanzar esas metas requerirá millones de euros en inversiones tanto en nuevas tecnologías como en fábricas de producción durante los próximos años, asegura NN IP. “Creemos que el mercado de bonos verdes representa una poderosa fuente de financiación para que los fabricantes alcancen sus objetivos y contribuyan a un mundo de bajas emisiones de carbono”.
Cerca del 18,5% de las ganancias de bonos verdes se utilizan para este tipo de transporte. Dadas las significativas inversiones planeadas en electrificación, uno se esperaría que los fabricantes también fueran importantes emisores de estos activos, pero, por ahora, solo Toyota ha emitido un bono verde (600 millones de euros en 2017). El fabricante utilizó las ganancias para financiar los modelos que cumplen ciertos criterios de emisiones.
Si se implementa la nueva taxonomía de la UE, solo los coches de cero o bajas emisiones serán elegibles para la financiación a través de las ganancias de los bonos verdes, como son los vehículos con pilas de combustible, los eléctricos y algunos híbridos. NN IP insiste en que los bonos verdes son la herramienta ideal para financiar sus ventas, aunque también pueden servir para otras formas de apoyar el transporte de bajas emisiones.
Plataformas e infraestructuras
Algunos fabricantes están construyendo plataformas de producción para nuevos vehículos eléctricos, un desarrollo que les permitirá identificar proyectos relacionados con vehículos de bajas emisiones que los harían elegibles para acceder a la financiación a través de bonos verdes.
Por otro lado, la insuficiente infraestructura de recarga sigue siendo el principal desafío para la penetración de los vehículos electrificados. El nivel de densidad de conectores de carga públicos es significativamente diferente entre los países europeos. Según Bloomberg NEF, a finales de 2018, había 7,9 coches eléctricos por cada punto de recarga. Para mantener esta cifra a un nivel razonable, se calcula que se necesitarán entre 2 y 5 millones de estaciones más a nivel global.
Los fabricantes juegan un papel esencial a la hora de construir estas infraestructuras y, dado el capital que se requiere para nuevos puntos, podrían utilizar los bonos verdes para financiar estos proyectos.
Las baterías
“Las baterías siguen siendo el componente más costoso del espacio de vehículos eléctricos. La mayoría de los fabricantes externalizan su producción, pero desarrollan las tecnologías y las capacidades de producción para paquetes propios de baterías”, afirma la gestora. Los ingresos de los bonos verdes podrían ayudarles a financiar estos ‘packs’.
Además, el aumento de vehículos eléctricos supondrá el incremento de baterías agotadas, lo que podría tener serias implicaciones medioambientales. En su opinión, los bonos verdes también podrían servir para financiar proyectos de reciclaje que les den una segunda vida a esas baterías.
Un beneficio para fabricantes e inversores
Al ser el transporte el segundo mayor generador de gases de efecto invernadero, el mercado espera que los fabricantes de coches transformen sus modelos de negocio y pasen a un transporte de bajas emisiones. “Como cuentan con un amplio rango de bonos verdes elegibles, existe un gran potencial para financiar esa transición mediante bonos verdes”, apunta NN IP. Esto ayudaría a ampliar y diversificar el universo de estos activos, de lo que también se beneficiarían los inversores centrados en la sostenibilidad, ya que se reducirían las barreras para ingresar a este mercado.
La gestora asegura estar comprometida con los emisores potenciales de bonos verdes, en especial en sectores emergentes. De ahí que cuente con el NN (L) Green Bond, uno de los mayores fondos de bonos verdes del mercado, con 1.063 millones de euros en activos bajo gestión. Dado su tamaño, permite ahorrar 547.505 toneladas de CO2 al año y cuenta con una rentabilidad “estable y consistente”, avalada por cinco estrellas Morningstar.
También cuenta con la etiqueta Greenfin, que garantiza que las inversiones son realmente verdes, y es el primer fondo de bonos verdes que vincula las inversiones con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.