El año pasado no fue fácil para los inversores y los fondos multiactivos no proporcionaron la diversificación prometida. Según las conclusiones del Barómetro Global de Carteras elaborado por Dynamic Solutions, departamento de Natixis Investment Managers, el impacto del regreso de la volatilidad a los mercados y a las carteras de los inversores, tras unos niveles extraordinariamente bajos en 2017, no ha tenido el efecto esperado en las estrategias multiactivo, que en su mayoría no diversificaron adecuadamente, lo que provocó pérdidas en las carteras.
“En 2018, la renta variable y la renta fija cayeron a la vez con las correcciones del mercado. Es un entorno en el que es muy complicado que cualquier tipo de estrategia funcione. No es una excusa, pero todos los puntos deben ser analizados. Las estrategias multiactivos ofrecen una combinación de activos con el objetivo de obtener una atractiva rentabilidad ajustada al riesgo en un periodo de tiempo. Este planteamiento falla cuando aumentan las correlaciones entre la renta variable y la renta fija, que es lo que ha sucedido durante el pasado ejercicio, lo que complica las oportunidades de diversificación”, apunta Juan José González de Paz, consultor senior dentro del equipo de Dynamic Solutions de Natixis Investment Managers.
“La mayor correlación entre la renta variable y la renta fija se debe al punto del ciclo económico en el que nos encontramos. Los tipos de interés han estado al alza, principalmente en Estados Unidos, y obviamente han alcanzado un nivel que han comenzado a ser una preocupación para los mercados. Los beneficios de las empresas han sido algo peores y, además, los tipos de interés han subido, con lo cual el descuento de los beneficios futuros es mayor. Esto supone una doble carga para el mercado, que en algún momento se resiente. La subida de tipos también ha afectado a la rentabilidad de los bonos y a la caída de sus precios. Se ha dado una situación en la que los bonos han corregido al mismo tiempo que la renta variable, hasta que la corrección ha sido bastante intensa, y los bonos han recuperado su papel de activo refugio, recuperando en precio”, añade.
González de Paz también habla de las estrategias ilíquidas, como es el caso del private debt y del private equity, como vehículos que ofrecen una prima significativa dado el entorno de bajos tipos de interés en Europa. “Estas estrategias no son adecuadas para todos los tipos de inversores por sus características de iliquidez”, afirma, aunque la entidad está trabajando en el establecimiento de vehículos basados en estos productos para clientes de banca privada. “Suelen ofrecer una descorrelación muy fuerte con respecto al mercado, pero a costa de no poder deshacer la inversión en una serie de años”, agrega.
Los bienes raíces también son un tipo de activo que guarda muy poca correlación con los mercados y que también tiene unas rentabilidades muy interesantes. Aunque, también tiene el problema de la iliquidez, suele encajar muy bien con las carteras de activos financieros. “En el momento actual del ciclo económico, en un punto más avanzado, las rentabilidades esperadas de los activos tradicionales, que han funcionado muy bien hasta ahora y prácticamente sin esfuerzo, van a ser menores. Por lo que, si se quiere obtener una rentabilidad aceptable, se debe recurrir a estrategias menos tradicionales y más alternativas, tanto liquidas como ilíquidas, que ofrezcan la oportunidad de encarrilar un perfil de rentabilidad-riesgo adecuado”, afirma.
La diversificación no mitigó las pérdidas
En un año en el que la renta variable cayó notablemente, se podría destacar como la asignación en renta fija no ayudó a los asesores contribuyendo negativamente en las carteras de todas las regiones a excepción de Francia. Si bien los mercados de renta fija comenzaron a contribuir positivamente a los rendimientos a finales de año, ésta fue una contribución muy pequeña y tardía, conforme la magnitud de las pérdidas en la parte de renta variable fue demasiado grande.
En Europa, ha sido particularmente difícil generar rendimientos en la renta fija con las rentabilidades de referencia muy bajas o en terreno negativo, y con la deuda denominada en dólares sufriendo un incremento en los costes de cobertura superior al 3%. El caso de las estrategias alternativas fue similar, ya que, aunque están relativamente poco correlacionadas con la renta variable, no consiguieron proporcionar los rendimientos necesarios para compensar por las pérdidas de las carteras provocadas por las acciones.