En 1999 Robeco lanzó Robeco Sustainable Equity Fund, uno de los primeros fondos sostenibles del mercado. Desde entonces, y casi 20 años después, la gestora sigue insistiendo en que no estamos ante una moda, sino ante una nueva forma de entender las inversiones y el entorno. “Es el momento de aprovechar la ola de popularidad de la inversión sostenible para hacer un cambio real en la forma que invertimos”, sostiene Masja Zandbergen, directora de inversión en sostenibilidad e integración de criterios ASG de Robeco.
Para Zandbergen la inversión sostenible es una repuesta a la realidad que nos rodea, lo que explica el éxito que está teniendo entre los inversores. “Existen ciertas megatendencias que justifican que la inversión sostenible hayan ganado peso. El cambio climático, el aumento de la desigualdad y la ciberseguridad son tres tendencias claras. A éstas hay que sumar el gran cambio que ha sufrido el comportamiento del consumidor, algo que también se traslada a las finanzas. El inversor no sólo quiere rentabilidad, sino ser responsable con su entorno actual y con el de las generaciones futuras”, destaca.
En este sentido, Zandbergen defiende que igual que ha habido un cambio en el inversor, también se ha dado un cambio en la forma en que se enfoca este tipo de inversión: “Antes se buscaba invertir en ciertas actividades y cuando una empresa no actuaba de forma sostenible, se tendía a vender esos activos. Ahora el enfoque es ayudar a las compañías a afrontar sus retos en materia de criterios ESG, algo que el inversor también valora más porque considera que así tiene más impacto y más capacidad de cambio”, afirma.
Muestra de cómo ha cambiado la inversión sostenible es la evolución que han tenido las estrategias con las que comúnmente se invierte. “La exclusión sigue siendo la estrategia más habitual, pero las que más crecen entre los inversores son las estrategias de integración de criterios ESG en el análisis y la inversión de impacto, muestra de lo cual es la popularidad de los fondos temáticos”, explica Zandbergen. De hecho, éstas crecieron un 13,3% y un 20,5% entre 2014 y 2016, según los datos globales de Robeco.
Desde la gestora defiende una visión integral de la inversión sostenible porque aporta datos valiosos al análisis no financiero que hacen. “Miramos los fundamentales y los criterios ESG y, en el 35% de los casos, hemos detectado que éstos tuvieron un impacto importante en el análisis financiero. En un mundo errático de rentabilidad, creo que las inversiones sostenibles tienen ganado su lugar”, concluye.
Otra tendencia que Zandbergen observa en torno a la inversión sostenible es que cada vez hay más indicios de que los criterios ESG son un motor que impulsan el buen comportamiento y rentabilidad de un activo. En su opinión, “está claro que la sostenibilidad es un factor que influye en la valoración de un activo ya solo por los riesgos que evita”. Un paso más sería, según su criterio, que pudiera llegar a considerar un factor a la hora de invertir. “Aún estamos lejos de algo así, pero cada vez son mayores los vestigios de que, a largo plazo, estos criterios aportan valor”, insiste.