La gestora value Magallanes, con Iván Martín al frente, ha sido muy activa en el primer trimestre del año y, en su última carta mensual, ha presentado sus novedades y movimientos en las carteras con el objetivo de elevar su potencial de revalorización. Una de las grandes novedades en sus fondos es la incorporación de bancos por primera vez, pese a que estos valores han solido ser frecuentes en los últimos años en las posiciones de los inversores value, debido a su bajo valor en bolsa. Pero, hasta ahora, Iván Martín se había mantenido al margen.
“La triste realidad de los últimos años es que pocas cosas han salido “tan caras” como la de comprar un “banco barato” en Europa”, explica Martín en su última carta mensual, puesto que durante todo este tiempo han estado evitando las llamadas trampas de valoración en que han estado inmersas muchas entidades financieras europeas.
Y todavía hoy hay muchas, y no todo vale en el sector. Porque, explica, más de diez años después de la Gran Crisis Financiera el problema de los bancos hoy, en términos generales, ha dejado de ser de solvencia para centrarse en la rentabilidad. “Los múltiples procesos de recapitalización, rescates, fusiones, mayores requerimientos regulatorios de capital y sucesivas ampliaciones de capital, han creado un sector no tan vulnerable como el que teníamos hace tiempo, aunque no por ello exento de riesgos. No obstante, la rentabilidad de estos negocios derivada del actual entorno de tipos cero y aun siendo solventes la mayoría de ellos, constituye el principal talón de Aquiles del sector”. Pero ahora hay una oportunidad en el sector: “Tradicionalmente ante un entorno de fuerte recuperación económica y perspectivas de subidas de tipos en los vencimientos más largos, el sector de la banca ha sido uno de los grandes beneficiados por una mayor actividad comercial, mayor consumo, mayores inversiones, en definitiva, un aumento de necesidades de financiación y por ende del crecimiento de crédito». Esta tesis en parte sustenta su decisión de comprar tanto ING –en la cartera de bolsa europea- como Bankinter –en la ibérica-.
Con todo, hay otros factores de peso que justifican esa decisión: “Bankinter es, posiblemente la mejor franquicia bancaria en España, por rentabilidad, por eficiencia y satisfacción al cliente. Con poco más 500 oficinas en España y algo menos de 5.000 empleados es la única entidad que no se ha visto inmersa en un proceso de cierre de capacidad como el resto de los competidores. Además, pese a vivir en un entorno de tipos de interés bajos, ha sido capaz de generar unas decentes tasas de rentabilidad sobre recursos propios”, explica, y añade el atractivo de Línea Directa Aseguradora (LDA).
“ING por su parte, consigue el 70% de sus ingresos en el negocio minorista y opera principalmente en economías robustas como Benelux o Alemania. Gracias a su liderazgo en la transformación digital, es capaz de servir a 40 millones de clientes con menos de 1.400 oficinas. Llama la atención por ejemplo el caso de Alemania con 9 millones de clientes sin una única oficina. Además, destaca por su modelo de negocio de perfil de bajo riesgo capaz de generar una alta rentabilidad sobre sus fondos propios. ING es uno de los bancos con mayor solvencia con un ratio de capital CET1 del 15,5%, de los más altos en Europa, lo que abre la posibilidad a una retribución al accionista hacia finales de año en forma de dividendos o recompra de acciones de alrededor del 20% de su capitalización bursátil”, añaden en la entidad.
Importancia de la ESG
Aunque a veces se duda de la capacidad de las gestoras value de invertir con criterios sostenibles, Magallanes saca pecho en su carta trimestral en este sentido. Así, el pasado 10 de marzo entró en vigor la nueva regulación europea referente a inversiones sostenibles y sus estrategias European e Iberian implementadas en la sicav luxemburguesa quedan adaptadas al artículo 8 de la norma (productos financieros que promueven características medioambientales o sociales). En cumplimiento con la SFDR, las entidades han de clasificar sus productos de inversión según el nivel de sostenibilidad dentro de tres niveles: artículo 6, aplicado a productos que solo integran riesgos de sostenibilidad como parte del proceso de inversión; artículo 8, aplicado a los productos financieros que promueven características medioambientales o sociales; artículo 9, aplicado a los productos financieros que tienen por objetivo concreto inversiones sostenibles.
“Nuestra concepción es diferente en tanto en cuanto entendemos que el concepto de buenas prácticas ESG ha de hacer referencia a la promoción, apoyo e interacción con todos los agentes involucrados en aras de un mejor mundo donde vivir y trabajar, con especial énfasis en todos aquellos negocios que fomentan el progreso social y económico de la sociedad. Pudiendo ser estos sectores desde las energías renovables hasta los productores de acero, pasando por fabricantes de coches o prestadores de servicios financieros, todos válidos siempre y cuando contribuyan a dicho progreso con unas políticas y compromisos de sostenibilidad claros y firmes, con un espíritu de mejora continua”, explican en la carta.
Perspectivas para 2021
De cara a este año, creen que “el mundo está al principio de un nuevo ciclo de crecimiento económico sincronizado como no se ha visto en muchos años”. Según la gestora, hay razones de peso para pensar que este buen comienzo de año tenga continuidad en el tiempo, alentado además por la abrumadora cantidad de dinero fruto de los enormes planes de estímulo fiscal y monetario aprobados por las principales economías mundiales. A esto hay que sumarle el efecto positivo en el crecimiento económico derivado de la demanda acumulada de bienes y servicios que está por venir, con el gradual levantamiento en las restricciones de los diferentes países. Además, la salud económica y financiera de los agentes económicos, principalmente hogares y empresas, se encuentra en niveles altos, con tasas de ahorro acumulado en niveles máximos de los últimos años. “Por consiguiente y salvo excepciones por valoraciones extremas como el caso de ciertas empresas tecnológicas en Estados Unidos, el nivel de cotización del mercado de acciones parece bien fundamentado para seguir gozando de buenos retornos. Y muy específicamente para aquella parte de mercado denominada como estilo valor”, explican.
En línea con estas perspectivas, sus carteras tienen un porcentaje elevado de la inversión bajo el epígrafe “cíclicas”, con sectores como el papelero, metales, fabricantes de coches, energía, fertilizantes, líneas aéreas y financieras.
En la entidad ven riesgos importantes en la inversión en renta fija: “El inversor actual se enfrenta a riesgos implícitos y explícitos. Los implícitos tienen que ver con el hecho de no invertir en la clase de activos “acordes al momento actual”, es decir, en valores de la economía real ligados al ciclo de crecimiento, muchos de ellos bajo el estilo de inversión valor. Este riesgo es realmente un coste de oportunidad, en todo caso, sería el “riesgo de no estar invertido”. Y por otro lado está el riesgo explícito, sin duda el más dañino, el de aquellos inversores que, buscando una sensación de seguridad y predictibilidad en sus inversiones, han comprado bonos, o peor, activos parecidos a los bonos o proxy bonds, e incluso peor aún, empresas tecnológicas prometiendo crecimientos inverosímiles imposibles de cumplir”, añaden.