Para todo tipo de inversor, conservador o arriesgado, no siempre es fácil establecer su propio horizonte temporal. ¿Cuándo necesitaré este dinero? ¿Qué imprevistos pueden surgir en los próximos años? ¿Cuál es mi nivel ideal de liquidez para afrontar mis compromisos a corto plazo? Todas estas dudas nos surgen y es legítimo pensar en ellas al momento de realizar un adecuado análisis de nuestro perfil y nuestras necesidades financieras.
Sin embargo, para definir el largo plazo, existe un amplio consenso en general sobre cuál es el periodo mínimo que debe transcurrir entre el día de la inversión y el plazo estimado de desinversión, encontrándose la media entre 5 y 7 años. En este periodo, coinciden muchos profesionales del asesoramiento financiero y gestores de fondos y podemos realmente empezar a disfrutar de las bondades del interés compuesto. Concepto de tan fácil aceptación, pero, a veces, de difícil aplicación por parte de muchos inversores.
En LONVIA Capital son fieles convencidos de que el largo plazo te abstrae del ruido intrínseco del mercado y te permite ver con mayor claridad y convicción al futuro y concentrarte en modelos de negocio sólidos que operan en nichos de mercado con potenciales enormes y con equipos directivos extraordinarios con una fuerte alineación de intereses con sus accionistas. Dicho en otras palabras, el enfoque del inversor largo placista le permite centrarse en la calidad.
En estos momentos de incertidumbre, donde los estímulos fiscales y financieros de los bancos centrales estarán centrados en apoyar al tejido empresarial de pequeñas y medianas compañías, aunado a la resaca que dejará el impacto de la pandemia en muchos sectores muy ligados al ciclo económico, desde la entidad consideran, hoy más que nunca, que posicionarse en compañías de alta calidad es fundamental para generar buenos resultados en el futuro.
La calidad vista desde varias ópticas: 1) empresas que operen en nichos de mercado de alta especialización con escasa competencia; 2) compañías gestionadas por equipos directivos con altos estándares éticos y comprometidos con la generación de valor para el accionista a través de una asignación de capital eficiente y acertada, 3) baja correlación con el ciclo económico. Las compañías de pequeña capitalización bursátil no necesitan de un ciclo boyante para cumplir con sus objetivos de crecimiento dada la baja correlación al comercio internacional o las exportaciones, y 4) compañías con un alto valor añadido a la sociedad por su impacto social y medioambiental. Este último punto es clave. El impacto social y medioambiental de las compañías debe poder medirse de forma pragmática y rigurosa.
Desde LONVIA Capital, aplican criterios claros y de verdadero impacto sostenible. Como lo son: 1) impacto basado en la utilidad social del servicio o producto ofrecido por la compañía en la que invierten. Esto quiere decir que excluyen de su universo aquellas compañías que desarrollen productos o servicios que vayan en detrimento de nuestra sociedad en su conjunto. 2) Análisis de la calidad del gobierno corporativo, evaluación de las políticas de RSE y los impactos positivos o negativos de la actividad de la empresa en su cadena de valor (proveedores, clientes, empleados, etc.) y en el medio ambiente. 3) Impacto medioambiental. Evaluación mensual de la huella de carbono y medioambiental de los fondos a través de los datos de Trucost (su proveedor de datos) y evaluación de impactos directos e indirectos de las empresas, destacando las compañías con una gran huella y las políticas implementadas para abordarlas.
Además, el equipo de gestión identifica sistemáticamente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que cumplen las empresas en cartera para identificar cuales están siendo abordados por cada compañía en cartera.
Como conclusión, desde la entidad se posicionan con una firme convicción en un enfoque largo placista con una selección de compañías bajo criterios de calidad y de alto valor añadido a través de su impacto social y medioambiental, para generar buenos resultados hoy y en el futuro.