Trabajar en una gran gestora o en una modesta boutique es muy diferente y Dominique Carrel-Billiard, que ha pasado de acumular experiencia durante años en AXA IM a convertirse en el CEO de La Financière de l’Echiquier (LFDE) -gestora francesa con en torno a 8.000 millones de euros bajo gestión-, lo sabe bien y define sus pasos como una “transición interesante”. “Es una especie de renovación, te sientes joven de nuevo, es un trabajo más dinámico”, confiesa en una entrevista con Funds Society en sus oficinas de París.
Pero el experto tiene claro que en el mercado hay sitio para los dos tipos de actores, grandes grupos y gestoras especializadas, pero con distintas premisas y con una perspectiva muy diferente. “Veo una bifurcación entre dos jugadores: en primer lugar, los grandes grupos que apuestan por una gestión más pasiva, que aportan valor al cliente sobre todo en la asignación de activos, pero menos en el stock picking y que deben tener precios más bajos; en segundo lugar, las boutiques, que deben ofrecer una gran especialización y un exceso de rentabilidad frente a los índices y que, por ello, pueden vender los productos con mayores comisiones”. Y Carrel-Billiard quiere posicionar a LFDE en este segundo grupo, teniendo siempre presente que “para sobrevivir has de ofrecer rentabilidad en un mundo que demanda retornos y tener productos de nicho, diferentes”, porque la diferenciación es una necesidad para las boutiques.
La diferenciación de LFDE se produce a través de su expertise en renta variable, renta fija y fondos mixtos, con el foco en Europa y con una perspectiva de inversión basada en la búsqueda de valor en compañías, que consideran “el motor del crecimiento”, pues se definen como puros stock pickers (“somos gestores de convicción –con 30-50 nombres en las carteras- y a veces dueños significativos de las empresas”, dice el CEO); y una inversión basada en una perspectiva de largo plazo que trata de desconectarse del día a día y de los índices (la mayoría de las carteras tiene un 85% de active share).
Plan de internacionalización
Con estas premisas, confía en que “hay un gran potencial de crecimiento” para la entidad, que en los últimos años ha puesto en marcha un plan de impulso tanto en Francia (un mercado que considera “muy competitivo, con 650 gestoras, donde es clave la marca”, y donde se encuentran en el top 20-30) como fuera de sus fronteras, y pasando de dar servicio únicamente a clientes privados a ampliar su cobertura a asesores y bancos privados, sin olvidar también al cliente institucional. Actualmente, los activos en manos de clientes nacionales pesan un 80% pero el objetivo es reducir esa cifra y ampliarla en Europa, mercado en el que centran ahora su crecimiento, hasta que Francia llegue a pesar en torno al 50%.
Ahora, Italia es su segundo mercado (con un 6,5% del volumen), seguido de Bélgica (4,8%), Suiza (2,9%), Luxemburgo (2,8%) y España (1,9%), mientras en Alemania los esfuerzos acaban de empezar (pesa un 0,4% en el negocio) y el CEO es consciente de que el crecimiento “llevará tiempo”. Por eso a corto plazo donde es más positivo es en el crecimiento que pueden lograr en Italia, Suiza y España.
En España, sus activos rondan los 200 millones de euros y su idea, con humildad, es poder crecer “al menos tanto como crezca la industria en ese mercado”, algo que siempre dependerá, dice, de la rentabilidad que sean capaces de ofrecer a los clientes a través de sus fondos. La distribución en España se realiza a través de sus socios locales de Altair, con los que está muy satisfecho, aunque no descarta tener oficina propia en el futuro. Pero de momento, mantendrá el modelo. Donde sí tiene oficinas es en Milán, Fránckfort y abrirá una en Ginebra el próximo año.
Fuera de Europa su negocio es residual: en EE.UU. tuvieron mandatos en el pasado pero ya no y, aunque el CEO considera Latinoamérica una región muy atractiva para expandirse, sobre todo para clientes institucionales, dice que no es un foco prioritario en la actualidad. Quizá también porque la mayoría del cliente con el que trabaja es minorista y de distribución (sobre todo, clientes privados en Francia, con un 12% del volumen, y distribuidores como asesores financieros y bancos privados en Francia y Europa –con más el 56% del volumen-) y, de momento, el institucional internacional no supone un gran target: “Actualmente los institucionales, sobre todo en Francia, suponen un tercio del negocio pero no es un gran objetivoporque para dar un buen servicio a este cliente necesitaríamos tamaño y un nivel de recursos, tecnología y sofisticación que no hemos construido. Sin embargo, sí que podemos ser un socio de largo plazo para otro tipo de inversor”, explica.
En cuanto a productos, el CEO apuesta actualmente sobre todo por la renta variable europea, puesto que la renta fija ofrece un perfil de riesgo más asimétrico, y destaca su fondo Echiquier Agressor, además del Echiquier Major, y también el mixto Arty, sus fondos insignia. De cara a 2016 están preparando un fondo de asignación de activos, un híbrido que, en lugar de centrarse solo en empresas –como hace su actual gama-, amplía su cobertura a activos como los tipos de interés, la deuda pública o las divisas; una especie de mezcla entre un fondo de asignación de activos pero también de selección de las mejores ideas dentro de esos activos. El nuevo fondo podría estar listo en enero del año próximo. “Queremos llenar ese gap que tenemos con productos mixtos que nos permitan obtener retornos en el entorno del alto dígito”, dice.
Crecimiento orgánico… e inorgánico
Aunque no aventura hasta dónde pueden crecer, Dominique Carrel-Billiard explica en esta entrevista que su crecimiento será sobre todo orgánico, pero están abiertos a buenas ideas como las que en 2013 les llevaron a comprar el experto en convertibles Acropole. “Si miramos otras compañías, no nos fijaremos en firmas similares sino en aquellas que aporten algo diferente”, dice, aunque explica que no hay planes inmediatos de compras.
Porque no está obsesionado por el tamaño: aunque la escala es importante, cree que lo clave es definir el mercado al que te diriges en función de claves geográficas, de clientes y de producto y, en función de eso, definir el tamaño que necesitas. Para su labor, cree que bastaría incluso con 5.000 millones. Y ello, a pesar de que la regulación traerá retos, pero el CEO no cree que el tamaño sea tan importante para sortearlos: “Las grandes firmas se enfrentarán a un gran reto en términos de implementación de MiFID II”, dice, mayor incluso al de las más pequeñas. Como resultado de la normativa, el experto considera que los clientes serán más exigentes y las firmas tendrán que estar preparadas para atender sus necesidades y darles toda la documentación necesaria.