Spainsif, el Foro Español de Inversión Sostenible, ha organizado el primer Coloquio ISR sobre salud y bienestar, ya que tal como recoge la Agenda 2030 de Naciones Unidas en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, constituyen un objetivo prioritario para gobiernos y compañías.
Con motivo del Día Mundial de la Salud (7 de abril), el pasado 15 de marzo, la entidad celebró este coloquio centrado en el papel de la salud en las finanzas sostenibles, en el que participaron representantes de CCOO, DPAM, Franklin Templeton, Fundación Anesvad, Candriam y Access to Medicine Foundation.
Relevancia, riesgos y oportunidades en la inversión en salud
La inversión en salud comprende un amplio abanico, desde las cuestiones más directas como medicamentos, compañías farmacéuticas, construcción de infraestructuras e investigación, hasta dimensiones diversas como el medio ambiente, las condiciones de vida, la escolarización, la seguridad en el trabajo, la cultura, el conocimiento, la tecnología o la energía. Todos estos aspectos se pueden considerar como determinantes de la salud desde el punto de vista de las finanzas.
En el epicentro del desarrollo y distribución de medicamentos se encuentran las compañías farmacéuticas, responsables de fabricar, preparar y comercializar los productos para el tratamiento y prevención de las enfermedades. Los factores de creación de valor o value drivers más habituales en los modelos de negocio de las compañías farmacéuticas son las estructuras de gobierno corporativo, estrategias de fijación de los precios, gestión de la propiedad intelectual a nivel internacional y la I+D+I.
Para el inversor sostenible, es importante disponer de información sobre estas cuestiones, tanto a la hora de integrarlo en su toma de decisiones de inversión, como para diseñar estrategias de diálogo activo o engagement.
No obstante, otras entidades como las empresas dedicadas a la biotecnología, las compañías que desarrollan tecnologías para la investigación básica y los laboratorios, acompañan a las farmacéuticas en la primera línea del ecosistema de la inversión en salud. En el contexto de estas entidades, existen tres cuestiones que ocupan buena parte del mapa de riesgos y oportunidades desde la inversión sostenible: el acceso a los medicamentos, la resistencia antimicrobiana y los patógenos con potencial epidémico.
Y es que actualmente, hay más de 2.000 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a los medicamentos. Revertir esta situación en los países en desarrollo puede presentar impactos comerciales potencialmente significativos, puesto que los avances son todavía lentos y se encuentran concentrados en productos y países singulares.
Durante los últimos tres años, el número de compañías farmacéuticas que están desarrollando un plan general de acceso a medicinas, vacunas y diagnósticos para países con niveles de renta media y baja aumentó de 1 a 8. En este contexto, son fundamentales los programas nacionales y las colaboraciones público-privadas propiciadas por la existencia de un Objetivo de Desarrollo Sostenible dedicado a la salud.
La lucha contra la resistencia a los antimicrobianos, también conocida como la pandemia a cámara lenta o slow moving pandemic, es un riesgo con potencial para socavar sustancialmente la recuperación financiera y las perspectivas futuras de la economía mundial. Sobre esta cuestión, el seguimiento del progreso de la industria farmacéutica y biotecnológica en la carrera contra las superbacterias, así como la prevención y el control del mal uso de los medicamentos antibióticos y antifúngicos es esencial.
Las empresas farmacéuticas se dirigen a través de su I+D+I, todavía de forma escasa, a combatir los patógenos identificados por la OMS como prioritarios con potencial epidémico, entre los que se encuentran el virus Ébola, Zika, Chikungunya, Marburg, Nipah, otras variantes de SARS distintos del COVID-19 y fiebres hemorrágicas, entre otros.
De forma paralela a las industrias farmacéuticas y biotecnológicas, la inversión sostenible encuentra otra vía de contribución al sector salud a través de la denominada infraestructura social, en la construcción de residencias, dispensarios, centros de salud y hospitales.
Sobre este aspecto, existe un déficit de inversión desde la crisis financiera de 2008 que alcanza los 70 mil millones de euros en la UE, sobre un total de 140 mil correspondientes al déficit de inversión en infraestructura social.
Esta aproximación tiene especial interés para los inversores institucionales, debido al carácter largoplacista, estable y de impacto de estas inversiones, donde existe una duración media de los contratos elevada, se da cobertura a la inflación, se des-correlaciona de los activos tradicionales por su independencia del ciclo económico y se contribuye a generar un impacto social y económico positivo.
Calidad y estandarización de la información
El universo de inversión sostenible en el ámbito de la salud es creciente, debido a la mayor divulgación de cuestiones relativas a la sostenibilidad en el negocio farmacéutico y a la mayor presencia de buenas prácticas. Como ejemplo de esto último, de 2018 a 2020 se duplicó el número de entidades que promueven iniciativas de venta responsable de antibióticos y que han desvinculado el pago de la retribución variable a la comercialización de este tipo de medicamentos.
La aparición y el uso de estándares de reporte específicos como SASB para la industria farmacéutica y de biotecnología y el marco de medición de impacto GIIN para la salud, ha contribuido a una mayor disponibilidad de información en el sector. Indicadores sobre la seguridad en los experimentos, el acceso a los medicamentos, el coste y precio de las medicinas y tratamientos, la seguridad de consumo de los productos, la publicidad responsable, la gestión de la cadena de suministro y la falsificación de medicamentos son algunas sub-temáticas para las que un inversor puede encontrar información.
Existen igualmente indicadores que no solo responden a inversiones temáticas o diferenciaciones sectoriales, sino que aportan información de manera transversal, como los relativos a la salud y seguridad laboral, o que se adaptan a las especificidades de cada producto financiero, como pueden ser los productos indexados o el caso de los bonos soberanos:
Desde el punto de vista de la salud y seguridad laboral, se dispone de información sobre la existencia y cobertura de comités conjuntos de salud con representantes de los trabajadores y de las empresas, sobre la siniestralidad o sobre el papel del sindicato en la empresa a la hora de negociar un convenio colectivo que respete los estándares de la Organización Internacional del Trabajo en materia de prevención de riesgos laborales, entre otros. Esta información es particularmente relevante por su aplicabilidad a todo tipo de inversiones, estén más o menos dirigidas a la temática de salud.
En el caso de la inversión en bonos soberanos en países emergentes, frontera y en vías de desarrollo, atendiendo a las características del instrumento financiero, existe la posibilidad de prestar atención a otro tipo de indicadores como pueden ser el número de camas de hospital por habitante, el acceso a agua potable, o la distancia hasta el centro de salud más cercano.
El COVID-19 y la inversión sostenible
La aparición del COVID-19 ha propiciado que muchos actores del sector financiero identifiquen la salud como una oportunidad de inversión, si bien ha dado una muestra de los riesgos potenciales que se derivan de su carácter global. La adaptación al mundo post-pandemia trae consigo nuevas temáticas de inversión, como la salud mental o las condiciones de trabajo saludables, así como nuevos formatos de colaboración público-privada, tanto con aquellos gobiernos que necesiten apoyo del sector privado en la inversión en sectores estratégicos, como en la co-inversión con organismos multilaterales.
Cabe la posibilidad de que, cuando pase lo peor, se olvide la relevancia de este sector, reduciéndolo a los contextos donde la situación sanitaria sea extrema. Sin embargo, a la vista de los riesgos y oportunidades que presenta, es previsible que desde la inversión sostenible se continúen desarrollando estándares de información y productos de inversión donde la salud siga siendo lo primero.