La gestión del futuro será más tecnológica, con precios más ajustados y mayor valor añadido para el cliente, o no será. Es la conclusión principal del webinar El Futuro de la Gestión de Activos organizado por la agencia de comunicación y marketing digital Carter Lane con motivo de su quinto aniversario y en el marco de la Semana de la Educación Financiera.
En el coloquio participaron Francisco Márquez de Prado, ejecutivo de Ventas de JP Morgan AM, Giorgio Semenzato, CEO y cofundador de Finizens, Ignacio Fuertes, socio y gestor de renta fija de Rentamarkets, y Julián Pascual, presidente de Buy & Hold.
Según los expertos, el COVID-19 es “una fenomenal fuerza disruptora que está provocando cambios en la industria de la gestión de activos que serán estructurales y se dejarán sentir a lo largo de la próxima década, con efectos perniciosos para la banca tradicional, retos para la gestión de activos y un claro ganador, el cliente final de fondos de inversión”.
Además, la pandemia ha supuesto una fortísima disrupción tecnológica, acelerando los procesos que ya estaban en el pasado. Uno de los más notables tiene que ver con la herencia dejada por la crisis que arrancó en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers. “El impacto de las medidas regulatorias aplicadas durante la crisis anterior han restringido la capacidad de los bancos de inversión para operar en el mercado del crédito. Durante esta crisis esto ha provocado durante unos meses una iliquidez muy fuerte en el mercado y un repunte de volatilidad hasta niveles anormales en el mercado de la renta fija”, explica Julián Pascual.
El problema de este modelo, según Ignacio Fuertes, es que la represión financiera aplicada por los bancos centrales en la última década ha provocado un exceso de valoraciones en todas las regiones y el deterioro de la estructura y el funcionamiento del mercado, al limitar a la banca de inversión la toma de riesgos y, por tanto, dejar de actuar como una correa de transmisión. Esto ha provocado un deterioro drástico de la liquidez y que se haya disparado la volatilidad.
Para el experto, la pandemia también ha puesto a prueba la efectividad de la Teoría Moderna de Carteras: “Es una teoría que se desarrolló en los años cincuenta, hoy las condiciones del mercado son muy diferentes. Así, la aproximación tradicional de diversificación de carteras ha perdido efectividad en este nuevo entorno”, declara. Para Fuertes, la construcción de carteras debe evolucionar para tener más en cuenta la merma del poder adquisitivo y del patrimonio de los clientes en este contexto de mercado: “Vamos a necesitar cada vez más tecnología y vanguardia para la gestión de activos. Además, la experiencia en distintos entornos de mercado va a ser muy importante. Los equipos de gestión se tienen que modernizar e introducir tecnología. También creemos que la oferta de productos deberá dirigirse hacia una mayor exclusividad y más valor añadido”, afirma.
Para Finizens, el COVID-19 “será posiblemente el mayor disruptor tecnológico de la década de 2020”. Giorgio Semenzato, su CEO y cofundador, también indica que la pandemia “ha obligado al cliente final a hacerse cada vez más digital, abandonando un modelo de interacción basado en la presencia física con su proveedor financiero. Asimismo, ha obligado a la banca a cerrar puntos de presencia física y a repensar su modelo de distribución tradicional debido a la presión ejercida por los costes y por el cliente final, que quiere acceder a un servicio más digital, transparente y conveniente.
La confluencia de todos estos factores “ha catalizado el crecimiento y el impulso de una gestión de activos que sea digital y cada vez más independiente”, según Semezanto. Además, añade que, en el medio a largo plazo, el entorno que ha nacido de estas circunstancias “será positivo para nuevos participantes independientes, que sean capaces de ofrecer una propuesta de valor alineada con los nuevos intereses de los clientes y con una base ampliamente tecnológica”.
Adiós al gestor hombre-orquesta
“Aunque creo que el entorno macro es coyuntural, en la parte del futuro de la gestión vemos un cambio estructural en la gestión de activos”, asegura Francisco Márquez de Prado. Por el lado de la demanda el experto destaca que “los clientes cada vez son menos y los distribuidores, también”. Por ello, el número de entidades bancarias se está reduciendo y están apareciendo nuevas formas de distribución. Por el lado de la oferta, “en los últimos años han llegado numerosas gestoras al mercado, y que el mercado bajista visto en marzo ha puesto de relieve quiénes son los ganadores y los perdedores”, subraya.
“Así, para poder batir a los mercados va a ser cada vez más necesario contar con recursos y especialistas dedicados, para poder invertir en todos los tipos de activos”, asegura. Esto también incluye a la gestión activa y la gestión pasiva, que para el experto no son contrapuestas, sino que “tienen cada una su mercado, lo importante es saber qué necesitan los clientes para poder recomendarles una u otra”.
Julián Pascual, presidente de Buy & Hold, recuerda también que “hoy, en el mercado, hay dos formas de competir: o con un producto de calidad, es decir, que bate constantemente al índice y/o a los competidores, o con un buen servicio, lo que abarca asesoramiento, tecnología, fácil acceso a productos, etc. Los gestores con éxito serán los que consigan adaptarse a los nuevos entornos tecnológicos”.
En este sentido, Pascual advierte que, en lo referente a la gestión activa, “muchos de los gestores históricos que no han estado haciéndolo bien en los últimos tiempos van a sucumbir por no saber adaptarse a estos cambios tecnológicos, eso explica en parte el tirón de la gestión pasiva”. La penetración de la gestión pasiva en el mercado español registra un 2% frente al 20% de Europa y el 40% de EE.UU., según datos de JP Morgan AM.
“Es una brecha amplísima y pensamos que se va a ir acelerando el cierre de la misma con respecto a la gestión activa, donde los gestores que sean malos se verán empujados fuera del mercado y los gestores activos que sean buenos cada vez tendrán que ser más buenos y muy especializados para poder mantener su performance ante la irrupción inexorable de la gestión pasiva y de los fondos indexados”, añade Semezanto.
Para Ignacio Fuertes, otra de las claves para poder adaptarse al nuevo entorno pasa por entender y dominar las diferentes tecnologías y su impacto sobre la estructura y liquidez del mercado: “Desde el punto de vista del gestor, creemos que el hombre orquesta va a ser una rara avis, porque para gestionar cada vez van a ser más los conocimientos requeridos y se necesitarán más tecnologías para aplicarlos. Por tanto, cada vez será más necesario contar con equipos más preparados y con más conocimientos y capacidades”.
No obstante, desde el punto de vista del cliente, Fuertes critica el modelo actual de venta en la industria: “Las entidades quieren que los inversores tomen decisiones para las que no están preparados y encima les cobran por ello. Nuestra obligación tiene que ser guiar al cliente en sus necesidades y esto supone ir no tanto hacia una mayor personalización del servicio sino hacia un servicio con mayor valor añadido, más en la línea de lo que hacen las bancas privadas”.
“Al final vemos un incremento de la competencia, y la manera de competir es por precio o por servicios. Es muy importante ser muy capaces de adaptarse, porque la libre competencia va a separar el grano de la paja. La clave está en darle al inversor las herramientas para que pueda aprovecharse de los cambios estructurales que se están produciendo, por lo que la educación financiera es clave”, concluye Giorgio Semezanto.