Larry Fink, consejero delegado de BlackRock, está convencido de que sus clientes, en calidad de accionistas de las empresas en las que invierten, saldrán beneficiados si se logra generar un valor perdurable y sostenible para todas sus partes interesadas. Esta convicción es la que ha manifestado en su carta anual a los consejeros delegados de las empresas en las que invierte, donde su principal mensaje ha sido concretar ese “valor perdurable y sostenible”: la inversión sostenible.
Reconoce que las consecuencias de la pandemia del COVID-19 han afectado a todo el planeta y provocado cambios permanentes. “Se ha cobrado una factura terrorífica en vidas humanas y ha transformado la forma en que vivimos, trabajamos, nos formamos, accedemos a la sanidad y otros muchos aspectos de nuestras vidas”, sostiene en su carta y añade: “La pandemia también ha acelerado tendencias de mayor profundidad, desde la creciente crisis de las pensiones hasta las desigualdades sistémicas”.
Sin embargo, no se muestra extremadamente negativo. En mitad de todos estos cambios, Fink reconoce “destellos de luz materializados, por ejemplo, en las empresas que han trabajado para prestar servicio a sus partes interesadas con valentía y convicción”. Y destaca cómo las compañías han actuado con firmeza para abordar el cambio climático. “Creo que la pandemia ha supuesto tal crisis existencial —un recordatorio tan crudo de nuestra fragilidad—, que nos ha alentado a hacer frente a la amenaza mundial del cambio climático con mayor ímpetu y a plantearnos cómo esta, al igual que la pandemia, alterará nuestras vidas”, afirma.
Por eso, el responsable de BlackRock ha querido centrar su carta en la transición mundial hacia una economía con “cero emisiones netas de carbono” y en las repercusiones que esto conlleva tanto para empresas como para inversores. El balance que hace de 2020 es clave: fue un año histórico para la inversión sostenible. “Mucha gente pensó que el COVID-19 ralentizaría la transición hacia la inversión sostenible, pero ocurrió justo lo contrario: el dinamismo en este ámbito aumentó en todo el mundo. Las empresas, los Gobiernos y los inversores se han concentrado en el principio de una economía con cero emisiones netas de carbono, esto es, de crear un sistema económico que no emita más carbono del que es capaz de eliminar de la atmósfera para 2050. Este dinamismo mundial hacia un modelo con emisiones netas de carbono nulas anticipa una drástica transformación de la economía y conlleva profundas implicaciones para las empresas y las carteras de nuestros inversores”, explica.
En su carta aborta cuatro claves dentro de esta temática. En primer lugar señala que vamos hacia una transición de gran calado que tienen en la inversión una oportunidad histórica, justamente para hacer que esta transición se acelere. En segundo lugar, identifica la transición energética como una oportunidad y explica que el logro de un modelo con cero emisiones netas de carbono representa una oportunidad para construir una economía más resiliente que beneficie a más personas. Por eso considera que las empresas que cuenten con una estrategia a largo plazo bien articulada para abordar la transición energética destacarán a ojos de sus partes interesadas.
“Si bien la transición será irremediablemente compleja y difícil, resulta esencial estructurar una economía más resiliente que actúe en beneficio de más personas. Mi postura respecto del futuro del capitalismo y el estado futuro de la economía es sumamente optimista, no a pesar de la transición energética, sino gracias a ella. Indudablemente, los inversores no pueden preparar sus carteras de cara a esta transición si no comprenden cómo está preparada cada empresa tanto para las amenazas físicas del cambio climático como para la transición de la economía mundial hacia el objetivo de cero emisiones netas de carbono”, escribe a este respecto.
Como tercer aspecto, Fink destaca en su carta que los datos y la divulgación de información son muy importantes. Sobre ellos señala que para valorar los riesgos de sostenibilidad, es necesario tener acceso a información pública coherente, de elevada calidad y relevante. Y afirma: “Esperamos que las empresas divulguen sus planes para contribuir a una economía con cero emisiones netas de carbono. Nosotros abogamos por adoptar un estándar único a escala mundial para la divulgación de información, de modo que los inversores puedan evaluar mejor el potencial de rentabilidad a largo plazo”.
Y, en último lugar, el CEO de la gestora reflexiona sobre cómo la vinculación con las partes interesadas impulsa la rentabilidad. “Cuanta mayor capacidad tenga una empresa para mostrar su propósito a la hora de brindar valor a sus partes interesadas —clientes, empleados y comunidades—, mayores probabilidades tendrá de ofrecer beneficios duraderos a largo plazo a sus accionistas. Cuanto más se adapte una empresa a la transición climática y aproveche las oportunidades que esta trae consigo, más la compensará el mercado con unas valoraciones superiores”, sostiene.
El compromiso de BlackRock
Además de la carta anual de Larry Fink a los consejeros delegados, BlackRock se ha comprometido a llevar a cabo una serie de acciones para ayudar a sus clientes a preparar sus carteras para un mundo con cero emisiones netas de carbono. “Nuestros compromisos se centran en tres ámbitos clave: transparencia, gestión de inversiones e inversión responsable (investment stewardship)”, señala.
En concreto, estos compromisos supondrá implementar un “modelo de análisis optimizado” en las carteras de gestión activa a modo de marco para la gestión de títulos que presenten un riesgo climático significativo. Además de lanzar productos de inversión con objetivos explícitos de alineación con la meta de limitar el aumento de la temperatura, incluidos productos orientados a la transición a una economía con cero emisiones netas de carbono.
A estos se suman tres acciones concretas más: participar en las votaciones de las propuestas de los accionistas desempeña un papel cada vez más importante en el marco de nuestros esfuerzos en materia de inversión responsable centrados en la sostenibilidad; anunciar un objetivo provisional sobre la proporción de nuestros activos que cumplirán el objetivo de unas emisiones netas de carbono nulas para 2030; y la publicación de un parámetro sobre la alineación de las posiciones con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura en todos nuestros fondos cotizados de renta variable y renta fija.
Desde la gestora recuerdan que, ya el año pasado, BlackRock hizo de la sostenibilidad su nuevo pilar para la inversión: “Destacamos nuestro compromiso de integrar la sostenibilidad en la gestión del riesgo y las inversiones, en la tecnología, en la inversión responsable y en muchos más ámbitos de cara a mejorar los resultados de inversión de los clientes. Asumimos este compromiso con base en la solidez de una convicción de inversión sumamente arraigada: que la integración de la sostenibilidad ayuda a los inversores a estructurar carteras más resilientes y alcanzar unas rentabilidades a largo plazo ajustadas al riesgo más elevadas”.