El entorno competitivo de la industria de gestión de patrimonios sigue evolucionando. Según el último informe sobre el sector elaborado por KPMG, factores clave como el aumento de clientes y la riqueza, las nuevas formas de trabajar impulsadas por la tecnología, los cambios normativos, la volatilidad geopolítica y los nuevos jugadores de la industria, que llegan con modelos de negocio más agresivos y eficientes, son los principales dinamizadores.
Según explican los autores del informe, titulado Future of Wealth Management, la gestión del patrimonio sigue siendo un sector con un potencial de crecimiento duradero, impulsado por el aumento de la riqueza de los hogares y de los empresarios, la infrafinanciación del ahorro para la jubilación, la excesiva dependencia de los activos no financieros, la responsabilidad individual en la jubilación y la transferencia intergeneracional de la riqueza. “El COVID-19 solo ha servido para enfatizar la importancia de la resiliencia financiera, ya que muchos sufrieron dramáticas caídas de ingresos”, afirman en la introducción del documento.
Muestra de esta resiliencia ha sido la rápida adaptación de las firmas de wealth management al trabajo online y la integración de los modelos digitales en sus negocios. “El negocio online se ha convertido en la norma desde la pandemia, con mayores expectativas por parte de los consumidores en tener una experiencia más fluida y personalizada. La atención al cliente es el nuevo mantra, a través de las aplicaciones móviles, el asesoramiento multicanal permanente y losroboadvisors, junto con unas capacidades de autoservicio más cómodas y seguras. Los clientes con mayor patrimonio, en particular, quieren recibir información actualizada sobre las últimas oportunidades de inversión”, señala el informe en su capítulo sobre las principales tendencias globales de la industria.
Además, y gracias a este despliegue digital, KMPG detecta que están surgiendo nuevos segmentos de clientes, en particular jóvenes inversores y empresarios, cuya creciente afluencia se debe en parte a la transferencia de riqueza de sus padres del baby boom. Según matiza la consultora, muchos buscan productos y estrategias de inversión históricamente limitados a los clientes más ricos. “A esto hay que añadir la creciente riqueza de las mujeres, y un mercado de clientes que ahora incluye cinco generaciones”, matizan.
Este mayor acercamiento al cliente también ha puesto en valor la oportunidades del asesoramiento, en lugar de centrarse exclusivamente en los productos y soluciones de inversión que ofrecen. “Los principales actores tienen ahora la oportunidad de apropiarse del asesoramiento financiero y convertirse en una parte central de la vida de los clientes. Esta vocación más amplia no sólo debería abrir nuevos negocios y canales, sino también ofrecer un mayor sentido de propósito a los propios profesionales de la industria. Al mismo tiempo, el sector tiene un enorme potencial de crecimiento en mercados como China e India, donde se espera que la riqueza crezca exponencialmente en los próximos años”, añaden los autores del documento.
De la resiliencia a la competitividad
Tal y como reconocen los expertos de la gestora, a pesar de las perspectivas optimistas de crecimiento de la industria de wealth management, los ingresos y la rentabilidad tradicionalmente fuertes del sector se ven amenazados por la creciente competencia, que incluye a las instituciones financieras más grandes y tradicionales, a los nuevos participantes dispuestos a comprar cuota de mercado mediante fusiones y adquisiciones, así como a las aseguradoras y a los gestores de activos que están ampliando rápidamente su oferta de patrimonio. En este sentido, apuntan que “las inversiones de bajo coste y de tipo hágalo usted mismo, el mayor escrutinio de la normativa, la necesidad de invertir en tecnología y la escasez de talento ejercen una mayor presión sobre los modelos de negocio establecidos”.
Todo ello les ha obligado a mejorar su competitividad. Además de sumar el asesoramiento a su cartera de servicios, las firmas de wealth management están creando alianzas y empresas conjuntas, muchas de ellas de tipo tecnológico o fintech. Algunos ejemplos de esta tendencia son Edelweiss Global Wealth Management, que se ha asociado con la plataforma de ventas en la nube Salesforce para transformar sus capacidades y servicios digitales y mejorar la satisfacción del cliente. Otro ejemplo es el banco online Marcus, propiedad del gigante de la banca de inversión Goldman Sachs, que ha entrado en el negocio de la gestión de patrimonios con servicios de inversión automatizados.
En esta mejora de su competitividad hay un aspecto que se ha vuelto indispensable: la ESG. “Las empresas de gestión de patrimonios deben estar en sintonía con las expectativas éticas de los clientes, lo que va más allá de la mera oferta de fondos ESG y exige una cultura orientada a los objetivos”, reconocen los autores del informe.
Por último, desde KPMG recuerdan que el reto digital no se puede subestimar, “ya que la gestión de patrimonios busca integrar a las personas y la automatización/la inteligencia artificial en sus operaciones, para abrir nuevos caminos de servicio personalizado, sin dejar de reconocer el valor de las relaciones personales”. En este sentido, los autores consideran que “al adquirir una amplia gama de capacidades digitales, los gestores de patrimonio tienen el potencial de centrarse más en el cliente y aumentar su cuota de mercado”.
El paraguas de la regulación
Apoyando esta mayor competitividad, KPMG destaca el papel que están jugando los reguladores que, pese a ser más intervencionistas, están ayudan a aumentar la competencia, mejorar la ciberseguridad, proteger los datos, mejorar la resistencia de las empresas, apoyar a los clientes vulnerables y aumentar la confianza en el sector.
“La mejora de la confianza de los clientes en las prácticas bancarias también ocupa un lugar destacado en las agendas de los reguladores. El aumento de la ciberdelincuencia sigue siendo una prioridad para los reguladores, al igual que la capacidad de recuperación de las empresas y la planificación de la interrupción de la actividad para gestionar los incidentes. Y, dado que la banca está preparada para ayudar a la gestión de patrimonios a mejorar la experiencia de los clientes, la recopilación, el uso y la protección de los datos de los clientes está cada vez más en el punto de mira de los reguladores de muchos mercados. Además, los cambios en la regulación de los valores en Estados Unidos, Europa y Asia dificultan la navegación por múltiples regímenes normativos y la realización de los tipos de transacciones transfronterizas que exigen los clientes con grandes patrimonios. También sigue habiendo incertidumbre sobre el impacto final del Brexit en el régimen normativo y los negocios del Reino Unido”, apunta el informe.