Se cumplen cinco años desde que la ONU lanzó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Aquel 25 de septiembre de 2015, tras un proceso de negociación, 193 estados miembro de la ONU aprobaron estos 17 objetivos y 169 metas poniendo como horizonte 2030 y marcando una clara agenda para desarrollo sostenible. La industria de gestión de activos ha hecho suyo este compromiso y, en este lustro, ha consolidado la inversión sostenible.
“Una parte central del modelo de la economía del donut de Raworth es la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para 2030. Se trata de un ambicioso conjunto de objetivos creados para alcanzar prosperidad compartida y salvaguardar el bienestar del planeta que pone el énfasis en las necesidades sin atender”, recuerda Andrew Parry, responsable de inversión sostenible en Newton, parte de BNY Mellon IM.
En opinión de Parry, al final, el concepto de desarrollo sostenible, e incluso los ODS de la ONU, hacen referencia a una forma de capitalismo “bueno” que despliega capital en áreas que aborden las necesidades desatendidas de la sociedad global, una especie de “opción de compra” de la prosperidad futura, identificando así áreas estructurales de crecimiento. En este sentido, la industria de gestión de activos reclama su papel y capacidad para destinar recursos e inversión, así como dar acceso a los inversores a que puedan participar en la consecución de los ODS.
“Los ODS reflejan un consenso mundial sobre los problemas ambientales y sociales más urgentes. Una nueva cosecha de inversiones desarrolladas en torno a los ODS está ayudando a los inversores a dirigir el capital hacia empresas con potencial de crecimiento, al tiempo que aborda los problemas más importantes a los que se enfrenta el planeta. Un mayor enfoque en los temas relacionados con la sostenibilidad está alimentando la demanda de los inversores en todo el mundo y ha llevado a un gran auge en las opciones de inversión sostenible”, explican Andreas Fruschki, director de renta variable temática de Allianz GI y Alina Donets, gestora de cartera en Allianz GI.
Proliferación de productos de inversión
Según la experiencia de Allianz GI, las estrategias de los ODS pueden atraer especialmente a una nueva generación de inversores que esperan que sus inversiones generen un beneficio en el mundo real además de un retorno financiero. Durante estos cinco años, la respuesta de las gestoras para estos potenciales inversores y para los actuales, que cada vez están más interesados por la ISR, ha sido una proliferación de fondos que buscan contribuir a la consecución de los ODS bien a través de la inclusión de los criterios ESG, de estrategias de impacto, fondos temáticos, políticas de exclusión o fondos con activos sostenibles, como los bonos verdes.
Por ejemplo, durante los últimos meses hemos visto numerosos lanzamientos: BNP Paribas AM lanzó el fondo BNP Paribas Environmental Absolute Return, ODDO BHF Private Equity la estrategia ODDO BHF Environmental Opportunities y AXA IM AXA IM el fondo AXA WF Multi Asset Optimal Impact, por citar solo el ejemplo de tres gestoras gestoras.
Además de esta proliferación de fondos, algunas gestoras recuerdan que llevan años trabajando e invirtiendo con un enfoque de sostenibilidad. Es el caso de la estrategia Global Sustainable Equity de Janus Henderson, que gestiona desde 1991. Según el último informe que ha publicado la gestora sobre este fondo, las empresas incluidas en la estrategia contribuyen al cumplimiento de la totalidad de los ODS de Naciones Unidas y, para 14 de esos objetivos, más del 50 % de las compañías en cartera realizó una contribución positiva frente a las 13 de 2018, con una contribución media del 67 % por objetivo.
“Una de las características principales de la inversión sostenible es la transparencia, tanto en términos de cómo se incorpora el desarrollo sostenible a un enfoque de inversión como en la divulgación posterior de los resultados. Durante 29 años, nos hemos centrado en una misión sencilla a la par que ambiciosa y hemos establecido tres objetivos: queremos brindar unas rentabilidades de inversión excelentes a nuestros clientes, que se nos considere líderes en inversión sostenible y, en calidad de inversores activos, desempeñar un papel a la hora de hacer del mundo un lugar mejor”, indica Hamish Chamberlayne, responsable de ISR en Janus Henderson.
El impacto del COVID-19
En opinión de Inverco, que agrupa a las instituciones de inversión colectiva españolas, la situación vivida a raíz de la pandemia del COVID-19 ha incrementado el interés de los ciudadanos y su concienciación por lograr un desarrollo sostenible a nivel mundial. “Era una tendencia que se observaba en años anteriores, pero que en 2020 ha cobrado gran protagonismo. En pocas palabras, invertir en sostenibilidad se ha convertido en un aspecto relevante como destino del ahorro”, destacan.
Pese a la mayor concienciación e interés que ha generado esta situación entre los inversores, la realidad es que el COVID-19 también ha frenado el éxito de los ODS. Según las conclusiones de un informe SDG Reckoner de M&G, la pandemia ha supuesto un freno importante en los avances globales hacia la consecución de los 17 ODS de la ONU.
En este sentido, los objetivos socioeconómicos son los más afectados. En particular, en 2020 más de 71 millones de personas se han visto sumidas en la pobreza extrema, según la ONU, lo que ha provocado el primer aumento de la pobreza global en décadas, indica el documento de M&G. Pero no todo es tan negativo. También, en algunos aspectos, la lucha contra el COVID-19 ha tenido un impacto positivo en los avances de cinco de los ODS, incluidos los de la energía asequible y no contaminante y ciudades y comunidades sostenibles.
“Nuestro análisis muestra que, aunque el mundo ha dado pasos importantes en algunos ámbitos, por ejemplo, la generación de energía asequible y no contaminante, aún queda mucho camino por recorrer, especialmente respecto a los desafíos de tipo socioeconómico. En general, los avances hacia la consecución de estos objetivos han sido desiguales y ya iban con retraso antes de la pandemia, cuya crisis ha aumentado aún más la necesidad de ayuda urgente. En algunos ámbitos, la gravedad de la crisis ha impulsado la agenda, ya que el mundo se ha visto obligado a reconocer lo que debe cambiar. Esto no quiere decir que se hayan superado los desafíos, sino que ahora reciben la atención que merecen. Por encima de todo, necesitamos impulsar el esfuerzo en cada aspecto de los ODS, que estará apoyado por una colaboración estrecha entre todos los actores del sistema”, afirma Ben Constable-Maxwell, director de inversión sostenible y de impacto de M&G.
Por su parte, Veronique Chapplow, directora de inversión del M&G (Lux) Positive Impact Fund, destaca que, desde 2015, cada vez son más los inversores orientados al impacto que han integrado los ODS en sus estrategias de inversión, utilizándolos como marco intuitivo para orientar la asignación de capital hacia inversiones sostenibles y positivas para la sociedad. “Con una década por delante, nuestra interpretación respecto a cuánto trabajo se necesita para alcanzar las metas en los diferentes sectores se centra específicamente en la inversión de impacto y el impulso de la industria para lograr los ODS. Dado el alcance y la amplitud de estos problemas globales, alcanzar los objetivos y sus metas subyacentes en diez años no será cosa fácil”, concluye Chapplow.