La industria de fondos brasileña es la sexta más grande del mundo, tiene una cuota sobre el total mundial que supera el 4% y ha experimentado un crecimiento del 20% durante los últimos cinco años, hasta alcanzar el billón de dólares; una cifra repartida entre más de 11.000 fondos que llegan tanto a inversores profesionales como minoristas. Además de por su tamaño, si por algo se caracteriza es por su marcado conservadurismo (en 2012 y según datos de ICI, el 56% del patrimonio estaba en fondos de renta fija) y también por su carácter local, pues solo el 2% de las carteras de los inversores brasileños están posicionadas en activos de fuera del país. Pero José Carlos H. Doherty, consejero delegado de la asociación brasileña de los mercados financieros y de capitales (ANBIMA), cuenta a Funds Society que soplan vientos de cambio en el país y habla de la apertura hacia los mercados y fondos internacionales como una tendencia imparable.
“Existe un creciente interés en invertir fuera de Brasil tanto por la búsqueda de diversificación como de mayores retornos. Es un movimiento natural y principalmente protagonizado por inversores institucionales, pues los minoristas tardarán más en sumarse a esta tendencia”. Doherty explica, en el marco de unas recientes conferencias organizadas por la asociación de fondos luxemburguesa ALFI, que dichos inversores cada vez muestran un mayor apetito por los fondos de riesgo y por nuevos productos (ETF, hedge funds, fondos inmobiliarios, multiactivo o de retorno abosluto…) que ayuden a mejorar sus resultados en un entorno de tipos a la baja y menores retornos.
“La industria ha sido perezosa en los últimos años, en los que los altos tipos hacían que los inversores se concentraran en bonos soberanos, liquidez y bajo riesgo, pero eso realmente está cambiando”, explica. Además de demandar más diversificación por activos o productos, también lo hacen por regiones. “Normalmente la exposición exterior se concentra en Norteamérica y Europa, pero ahora se busca estar en otras regiones como Asia. Las carteras están ahora más diversificadas tanto por tipo de activos como por tipo de fondos y está creciendo el interés por fondos offshore y también UCITS”, dice.
La contrapartida es que también están más expuestas a activos menos líquidos y en este sentido considera crítico que se eduque al inversor. “Mayores retornos vienen asociados también a mayores riesgos y menos liquidez que en el pasado”, advierte, razón por la que cree que el inversor de a pie tardará más en sumarse a esta tendencia, además de por el coste (por eso la asociación trabaja en productos más económicos, como los fondos monetarios, para el inversor minorista).
Actualmente, los fondos brasileños solo pueden invertir el 10% de su patrimonio fuera del país, y en el caso de fondos mixtos o similares a los hedge fund, el 20%. Solo los inversores muy cualificados pueden invertir todo su patrimonio fuera. Pero el regulador está trabajando para cambiar esta situación, dice Doherty. Actualmente, del billón de dólares de patrimonio de la industria, el 1,8% está invertido en el exterior, una cantidad muy baja pero que ha cuadriplicado el 0,5% de hace solo unos años.
Nuevos proveedores
El experto también habla de esa apertura como un camino de doble sentido inversor-industria, puesto que también están surgiendo nuevos actores, gestoras especializadas y en su mayoría independientes, que amplían la oferta disponible con nuevas ideas, ante esa demanda de nuevos productos y fondos internacionales que no se ha visto en el pasado. “Hoy existen unas 400 gestoras en el país, frente a las 60 de 2006 y la mayoría de las nuevas son independientes”. La mayoría de gestoras existentes eran grandes conglomerados destinados al inversor minorista y Doherthy cree que hay margen para el desarrollo de firmas independientes y especializadas.
Son tanto brasileñas como extranjeras o una combinación de ambas, gestoras muy hetereogénas, de todos los tamaños, y algunas de ellas especializadas en activos muy concretos, lo que genera también retos de aprendizaje. “Las gestoras están invirtiendo en lograr ese expertise y ANBIMA está comprometida con ello», dice, pues ofrece una certificación para incentivar a los gestores a explorar nuevos caminos. También reconoce que el país está importando talento del exterior. Un crecimiento que genera la aparición de una industria de servicios, de administración o custodia por ejemplo, a su alrededor.
Algunas de las gestoras que se establecen en el país también son internacionales, para lo que deben registrarse en la Comisión de Valores brasileña (CVM) y abrir oficina en el país para poder llegar a los inversores locales. La otra opción es llegar de la mano de un socio brasileño, algo a lo que también están recurriendo con frecuencia. Y estas exigencias no tienen visos de cambiar.
Nuevos retos en la distribución
Además de las gestoras, los canales de distribución de la industria se están ampliando. “Durante mucho tiempo, el negocio ha estado concentrado en bancos, dirigidos sobre todo al inversor minorista, pero ahora el negocio se está haciendo más horizontal”. Doherty habla de una mayor sofisticación y competencia, con la aparición de canales independientes como asesores o las llamadas agencias autónomas. Con esa mayor competencia, según el experto, la industria incrementará una transparencia que lleva en su ADN (“no tenemos nada que esconder”, dice Doherty, defendiéndose ante las críticas de que una excesiva transparencia sea disuasoria para el inversor) y habrá una rebaja de las comisiones.
La industria permite al distribuidor el cobro de retrocesiones, si bien obliga a informar de ellas. De hecho, en el verano de 2012 la autoridad brasileña tomó nota del debate con respecto a este tema generado en todo el mundo y se anticipó incluyendo en uno de sus códigos de autorregulación diversas normas para aumentar esa transparencia, la información sobre las comisiones o la relación entre los actores del mercado.
¿Demasiada regulación?
Y es que si de algo tiene fama también la industria brasileña es de estar bien regulada. Los fondos brasileños están regulados por una ley de 2004 de la Comisión de Valores Mobiliarios o CVM pero, al mismo tiempo, ANBIMA, que representa a los miembros de la industria financiera con un gran porcentaje de gestoras entre ellos (el 40% del total), aplica una autorregulación más estricta que no solo es tenida en cuenta por sus participantes sino también por las gestoras externas y a la que en total está sujeta la práctica totalidad de las entidades. Doherty cuestiona las críticas que hablan de una excesiva regulación respondiendo que, gracias a la normativa y a su sofisticación, la industria no afrontó problemas con gestoras o administradores de fondos a raíz de la crisis de 2008.
“Quizá es excesiva pero funciona”, dice. Un comportamiento aprendido durante sus crisis: “A través de nuestras sucesivas crisis hemos aprendido que lo más importante es regular bien para estar preparados ante potenciales problemas”. Y en este sentido cree que es importante que Europa haga lo mismo. Doherty se jacta además de adelantarse a los cambios gracias a la posibilidad de sus códigos autorregulatorios: “La mayoría del tiempo nos anticipamos a las recomendaciones de IOSCO”, asegura a Funds Society.
Debido a esa alta regulación, considera que actualmente no tienen demasiados deberes que hacer, más allá de la reforma para mejorar el documento de información simplificado actualmente existente en Brasil y equipararlo al que tendrán los PRIPS (productos destinados al inversor minorista) en Europa, y otros trabajos en la gestión de riesgos de liquidez. La asociación, que es miembro del comité de la presidencia de IOSCO desde el año pasado, también tiene retos por delante como suavizar los límites para invertir en el extranjero, profundizar la normativa para distinguir entre fondos monetarios y otro tipo de productos, o definir las normas para los inversores cualificados.
Alineado con el debate internacional
A pesar de su actualidad «localidad», Doherty cree que la industria no está aislada, y sus problemas están alineados con los de todo el mundo. “El mercado es muy local pero está cambiando lentamente: los inversores están cambiando, el marco regulatorio también, y tenemos los mismos problemas y retos por delante que otros mercados, en términos de distribución, educación… Los problemas de la industria brasileña están alineados con el debate internacional”, apostilla.
Con esta apertura, Brasil pretende convertirse en un centro financiero en Latinoamérica, pero de momento solo es un proyecto que avanza lentamente. Doherty confirma que existen conversaciones con otros países como México, Chile, Argentina o Colombia para salvar las barreras del lenguaje y convertir Sao Paolo en ese centro, pero insiste en que es un proyecto de largo plazo. Y es que la industria de la gestión es clave para el Gobierno en la medida en que la mayoría del patrimonio de los fondos está en bonos, sobre todo públicos, con lo que su contribución a la financiación del estado es vital.