A cierre de 2022, el 90% del patrimonio en fondos de inversión que administra Gescooperativo, en un total de 58 fondos, todos ellos gestionados de forma activa, habían batido en rentabilidad a los índices que toman como referencia para medir su desempeño. A partir de este dato, que constituye un indicador para evaluar la gestión al frente de estos vehículos de inversión, Gescooperativo analiza las ventajas y limitaciones que concurren en los modelos de administración activa y pasiva.
“Que un fondo bata en rentabilidad al índice que toma como referencia viene a indicar que las decisiones tomadas por los estrategas han permitido a los inversores obtener mayores ganancias de las que hubieran conseguido invirtiendo en el mercado en general”, aseguran desde Gescooperativo.
Los estrategas de la sociedad gestora del Grupo Caja Rural explican que la gestión activa en la industria de los fondos de inversión es aquella que se caracteriza por la existencia de un equipo de gestión que toma decisiones de forma independiente con el objetivo de seleccionar los activos en los que invertir y evalúa el momento del mercado para poder hacer rotaciones de cartera, para lo cual aporta su capacidad de análisis y su experiencia.
Todos estos aspectos son irrelevantes para lo que se conoce como gestión pasiva, donde lo que se pretende es replicar el rendimiento de un índice específico del mercado, como pueden ser el S&P 500 o el Ibex 35.
En este caso, el equipo de gestión no aporta ningún valor añadido de cara a cambiar la rentabilidad que el inversor pueda obtener; sencillamente, éste consigue la rentabilidad media de las bolsas a las que está referenciado su fondo. Con la metodología pasiva, el inversor no tiene necesidad de mantener un análisis constante de los activos para aprovechar su rendimiento. Basta con que estudie y planifique la inversión al inicio y dejar que el largo plazo genere los beneficios. Además, al reducirse el número de transacciones y ahorrarse el gasto en equipos de analistas, los inversores se benefician de unos menores costes de gestión. “En realidad, éste es el principal estandarte de estos fondos: un coste más bajo”, señalan desde Gescooperativo.
Limitaciones de la gestión pasiva ante ciclos bajistas
Desde la gestora de las cajas rurales subrayan que lo que en principio pueden parecer ventajas para el inversor que opta por la gestión pasiva (un menor coste, mayor comodidad), puede convertirse en un problema cuando las bolsas entran en ciclos bajistas. En este contexto, la gestión pasiva no ofrece protección alguna al inversor.
“Precisamente, en este tipo de coyunturas, es donde se aprecia la auténtica aportación de valor de los equipos de gestión, pues su capacidad de análisis y anticipación les permiten adaptarse a las diferentes condiciones de mercado. Pueden, por ejemplo, prever subidas o bajada de tipos de interés u otro tipo de eventos, y recomendar en consecuencia qué tipo de activos pueden ser los más adecuados en el nuevo contexto para obtener mayores retornos de sus inversiones”, explican los expertos de Gescooperativo.
Esta flexibilidad de la gestión activa tiene como contrapartida para el inversor unos costes de administración más altos. “Si se comparan los modelos de gestión pasiva y activa, nos encontramos con que una de las críticas frecuentes que reciben los segundos proviene del hecho de que su mayor coste reduce el margen de ganancia del inversor sin que a priori se pueda garantizar que las inversiones vayan a superar al índice de referencia”, señalan desde Gescooperativo. “No obstante, y afortunadamente para el inversor -añaden- hoy existen en el mercado múltiples herramientas informativas a su alcance para poder identificar con facilidad cuáles son los fondos que regularmente superan a sus índices de referencia”.
Menor flexibilidad de las plataformas digitales
En los últimos años, el desarrollo tecnológico en el campo financiero ha supuesto la aparición de plataformas digitales de inversión pasiva. Constituyen un reclamo para los inversores sin experiencia, en tanto que les permite comenzar a familiarizarse con la inversión colectiva a un coste muy bajo, pero también presentan un menor grado de flexibilidad. “El inversor renuncia a tratar de maximizar su rentabilidad rechazando el conocimiento y la experiencia de gestores especializados, exponiéndose, además, a una falta de gestión activa en momentos bajistas de los mercados”, recuerdan los expertos de Gescooperativo.
En cualquier caso, insisten desde la gestora de las cajas rurales, lo que debe quedar claro es que la elección entre una estrategia de inversión pasiva y activa depende de las metas, la tolerancia al riesgo y las preferencias individuales de cada inversor.