Que la robótica nos está y nos va a cambiar la vida tal y como la conocemos ya no es algo restringido a las películas de ciencia-ficción. La robotización de nuestras vidas es un hecho que se manifiesta con mayor relevancia en sectores como la automoción, la industria o la asistencia sanitaria.
Los robots, además de ser ese muñeco simpático que nos saluda y hace piruetas en las ferias de tecnología, han irrumpido en las fábricas para trabajar de forma conjunta con los humanos y realizar operaciones quirúrgicas con una precisión mayor a la de las manos de un cirujano. Se trata, en definitiva, de una tendencia de futuro de la que nos podemos beneficiar a través de la inversión. Como dato ilustrativo, las perspectivas de crecimiento de entorno al 15% anual hasta el año 2020.
“Nos dimos cuenta de que existía un amplio universo de empresas de mediana capitalización que estaban liderando la innovación en robótica y no podíamos invertir en ellas. Por eso pensamos en crear un vehículo que nos permitiera catalizar toda esa innovación”, explica Tom Riley, gestor del fondo AXA Worls Funds Framlington Robotech durante un evento en Madrid.
Para Riley hay una cuestión clave que impulsará la robótica en los próximos años y es China. “El incremento de los costes de la mano de obra con una subida de salarios del 12% desde 2009 hace cada vez más costoso fabricar allí”, afirma. Un hecho al que hay que sumar los planes de Donald Trump de devolver parte de la producción industrial a territorio estadounidense. “Si finalmente lo hace, gran parte de esa producción podría hacerse de forma robotizada”, añade el experto.
Invirtiendo en robótica a través de cuatro grandes áreas
Cuando hablamos de robótica, estamos hablando de cuatro grandes subsectores que lideran el cambio de paradigma. En primer lugar, está la automatización industrial, que constituye el 35% de la cartera del fondo, y que desmonta el mito de que los robots son territorio exclusivo de las fábricas automovilísticas. “En las plantas automovilísticas los robots trabajan separados de los humanos porque es peligroso, se trata de máquinas que no distinguen la presencia de una persona. Los nuevos robots sí lo hacen y, por lo tanto, pueden trabajar codo con codo con los humanos. Esto amplía notablemente las áreas de la industria en las que puede haber robots”, señala Riley.
El segundo gran subsector es, precisamente, la automoción, que supone el 15% de la cartera del fondo de AXA. “No apostamos por una marca de vehículo autónomo en concreto sino por las tecnologías que nos va a llevar hasta la conducción autónoma como el frenado de emergencia”.
La asistencia sanitaria, con empresas como Intuitive Surgical o Dexcom (creador de un implante que permite a los diabéticos un control de glucosa constante), conforma otro 15% de la composición del fondo bajo la premisa de que una precisión mucho mayor en las operaciones quirúrgicas o la medicina predictiva supondrán un importante ahorro de tiempo y de costes a los sistemas sanitarios. Finalmente, los llamados “capacitadores tecnológicos” forman el último subsector formado por los fabricantes de sensores y semicoductores que permiten el desarrollo de estas tecnologías.
Lanzado en diciembre de 2015 en el mercado japonés y con 1.400 millones de euros de activos bajo gestión, la mitad de la exposición del fondo es a empresas estadounidenses si bien el resto se reparte entre Japón y Europa con una pequeña presencia en mercados emergentes.
Con una rotación de la cartera del 22% desde su lanzamiento, Riley afirma que el horizonte de inversión de un fondo de robótica es de al menos 5 años. Si bien el 37% de la composición del fondo la forman compañías de mediana capitalización, entre las 10 mayores posiciones hay nombres muy conocidos como Google o Amazon. “Amazon ha reconocido muy rápido el valor de esta tecnología y por eso compró Kiba, para que dejara de venderla a la competencia”, señala. Precisamente la robotización de los almacenes del gigante del consumo supone, para Riley, un ejemplo claro de las ventajas de la robótica. “Más de 3.000 robots trabajan en colaboración con los empleados y esto les ha permitido aumentar un 50% su inventario y mejorar un 22% su eficiencia”. De hecho, el fondo se ha beneficiado en términos de rentabilidad de los movimientos corporativos de los últimos años como el de Amazon con Kiba o la adquisición de la tecnológica israelí Mobileye por parte de Intel.
Las elevadas valoraciones alcanzadas por algunas de estas compañías tecnológicas no preocupan al experto que se muestra “cómodo” ante la expectativa de que el crecimiento experimentado en los últimos años continúe de cara a futuro. En este sentido, el gestor sitúa la prima que está pagando en el 8% con PER medio de 13,8x.
Por último, Riley destaca que el único sector en el que el fondo no invierte es en robótica militar. Primero porque “no proporcionaba tranquilidad a nuestros clientes” y, segundo, “porque tampoco es necesario”.