La crisis del coronavirus y su impacto en los mercados están poniendo a prueba la inversión sostenible y bajo criterios ESG que tanta fuerza ha tenido durante los últimos años. La inversión ESG es una realidad, no una tendencia, y ahora le toca pasar su primera gran prueba de fuego: una crisis global.
Según un análisis realizado por Afi, firma española de asesoramiento, consultoría y formación en ámbito de las finanzas, en términos de rentabilidad, se observa, cómo tanto a nivel global como en las diferentes zonas geográficas (Estados Unidos, Europa y Economías Emergentes), los índices sostenibles presentan unas menores minusvalías que los índices tradicionales. Durante las últimas semanas, “las bolsas globales llegaban a sufrir caídas superiores al 30%, incluso del 40% en algunos casos, desde los máximos alcanzados en febrero de este mismo año. Sin embargo, en el universo de la renta variable, destacaba el comportamiento diferencial de aquellas compañías con características sostenibles, es decir, aquellas empresas con un perfil de sostenibilidad robusto desde el punto de vista ambiental, social y de gobierno corporativo (ESG)”, explican.
Esta misma certeza tienen las gestoras. Desde Schroders apuntan que, hasta el momento, los datos son alentadores. Por ejemplo, un análisis realizado por BofAML revela que el 20% de las acciones con mejor calificación ESG han superado al mercado estadounidense en más de cinco puntos porcentuales durante la reciente corrección. «Esto se debe en parte a que las empresas líderes en ESG han visto hasta ahora menores recortes en los beneficios por acción (EPS) que las rezagadas en ESG. Esto se muestra en el gráfico a continuación, en el que se analizan los recortes en las estimaciones de beneficios por acción de las empresas estadounidenses», afirma Katherine Davidson, gestora de renta variable global de Schroders.
«Nos parece que esta crisis ha aumentado, realmente, la visibilidad y la importancia percibida en las prácticas comerciales sostenibles. En medio de titulares aterradores y de una disrupción sin precedentes en nuestra vida cotidiana, todos nos estamos replanteando nuestros valores y prioridades personales», añade Davidson de Schroders.
Según recoge BlackRock en su análisis semanal, se observa una tendencia duradera hacia la inversión sostenible. “Un cambio estructural en las preferencias de los inversores que dará lugar a flujos constantes de gran envergadura hacia clases de activos percibidos como más resilientes ante los riesgos relacionados con la sostenibilidad, como el cambio climático. Los inversores que reajusten sus carteras tras las ventas masivas de los activos de riesgo deberían plantearse orientarlas hacia los activos sostenibles”.
Desde BlackRock lanzan esta visión desde la perspectiva de los ETFs, pero la misma reflexión hacen las firmas especializadas en la gestión activa. BNY Mellon IM sostiene que una vez logremos superar la crisis sanitaria que ha provocado el coronavirus, los gobiernos y autoridades deberán centrarse en apostar por un futuro más saludable, sostenible y respetuoso con el medio ambiente. “Esta es una oportunidad que no podemos desaprovechar”, advierten desde la gestora.
“El drástico distanciamiento social que ha provocado la aparición del COVID-19 ha tenido consecuencias importantes en todos los mercados financieros. Las repercusiones para la sociedad y la economía están poniendo a prueba muchos modelos de negocio, si bien las empresas más sostenibles, que han sabido equilibrar la tensión dinámica entre rentabilidad financiera e impacto social y medioambiental han resistido mucho mejor durante las bruscas correcciones de marzo”, apunta Andrew Parry, responsable de inversión responsable en Newton IM, parte de BNY Mellon IM.
Los expertos en asesoramiento financiero también creen que una de las lecciones que dejará esta pandemia es el gran valor que los inversores van a dar a que sus inversiones tenga un impacto positivo en el entorno. “La pandemia de coronavirus ha puesto de relieve la vulnerabilidad y la fragilidad de las sociedades y del planeta. Ha subrayado que, cada vez más, solo sobrevivirán y prosperarán las empresas que estén alineadas con la realidad social. La crisis sanitaria también ha subrayado la complejidad e interconexión de nuestro mundo en cuanto a la demanda y la oferta, en el comercio y la comercialización, y cómo éstas pueden estar amenazadas si no son sostenibles», señalan desde deVere.
Según su estimación, la demanda de soluciones ESG se disparará en los próximos 12 meses. “Esta demanda estará impulsada por el buen rendimiento que han estado demostrando los productos ESG y por el estilo que creen las nuevas generaciones de inversores”, añaden.
En opinión de Iván Díez Sainz, director general España de Groupama AM, esta crisis dejará paso a una nueva industria donde la ESG será básica. «Pero seamos positivos y ambiciosos: a través de la integración de los criterios ESG implementados en la selección de empresas, buscamos volver a un modelo de crecimiento centrado en el medio-largo plazo, donde las empresas centran sus políticas en el respeto de los desafíos climáticos y medioambientales, reemplazan el capital humano como el verdadero activo de su crecimiento futuro, revisan las remuneraciones de los directivos y accionistas en favor de la remuneración de los empleados para reducir las desigualdades. Ahora es el momento de sentar las bases para un crecimiento y unas finanzas sostenibles, los planes de inversión que la Unión Europea debe lanzar imperativamente deben basarse en estos nuevos objetivos: reconstruir la economía europea sobre la base de los desafíos medioambientales, sociales y societarios», señala.
«El brote de Coronavirus tiene innumerables implicaciones en la economía. Pero mucho más allá de los problemas económicos, el COVID-19 es una emergencia humana. La situación de emergencia del brote del virus es un claro diagnóstico que permite identificar a las empresas que actúan de manera sostenible y las que no lo hacen. En este sentido, creemos que los acontecimientos actuales demuestran que la sostenibilidad es una inversión», añade Domingo Torres, Country Head Spain and Portugal de Lazard Fund Managers.
Apuesta a largo plazo
BlackRock considera que la apuesta por la ESG es a largo plazo y que momentos de mercado como el actual solo ponen en valor el componente de gestión de riesgo que lleva implícito este tipo de inversión. “Los escépticos han argumentado durante mucho tiempo que los mercados financieros son eficientes, por lo que si la sostenibilidad importa ya debería reflejarse en los precios de mercado; o que si los inversores se preocupan por la sostenibilidad, deberían estar dispuestos a aceptar menores rendimientos pagando una prima por los activos verdes; e incluso que los inversores obtendrán un mayor rendimiento como compensación por poseer activos marrones de mayor riesgo. Esta lógica lleva a la conclusión de que podemos simplemente ignorar la sostenibilidad: Inclinarse hacia los activos verdes será costoso y poseer activos marrones ofrecerá retornos esperados relativamente más altos. No estamos de acuerdo”, sostienen.
Por el contrario, la gestora argumenta que cuando se consolide la tendencia hacia economías bajo en carbono, los activos respaldados por una alta sostenibilidad serán más caros, mientras que otros activos se habrán vuelto más baratos o desapareció por completo. Según indica en su análisis, “los activos sostenibles deberían obtener un beneficio de retorno durante esa larga transición, además de una mayor resistencia a riesgos como las perturbaciones físicas del cambio climático. Esto implica la conclusión que la inversión sostenible requiere el sacrificio de los beneficios es un mito, en nuestra opinión. La inversión sostenible probablemente tendrá un rendimiento ventajoso durante años y décadas”.