Hace siete años, un grupo de inversores se reunió en el Bellagio Center de la Fundación Rockefeller para discutir lo que habían aprendido sobre una, relativamente nueva, forma de inversión. De esa reunión surgió el término «inversión con impacto». Desde entonces, la industria de la inversión con impacto ha crecido para atraer a una amplia variedad de inversores que desean alcanzar dos metas a través de sus inversiones: retornos financieros y retornos de impacto social o ambiental. Algunos inversores invierten directamente en empresas sociales; otros optan por invertir en fondos o bonos de impacto social. Una gama de productos han surgido para satisfacer la demanda, así como nuevas infraestructuras para la medición de resultados del impacto financiero y social.
En su nuevo libro publicado por Wharton Digital Press, “El Poder de la inversión con impacto: poniendo los mercados a trabajar para la rentabilidad y el bien común”, las co-autoras Judith Rodin, presidenta de la Fundación Rockefeller y ex presidenta de la Universidad de Pennsylvania, y Margot Brandenburg explican que la inversión con impacto ya no es exclusiva de los inversores de altos patrimonios. Y ofrecen su visión para que cualquier inversor pueda comenzar su primera inversión con impacto.
A continuación, publicamos un breve extracto del video con la entrevista realizada por Jacob Gray, director de la Iniciativa del Impacto Social de Wharton a una de las autoras, Judith Rodin. La entrevista completa en video la pueden encontrar en el siguiente link. El artículo ha sido publicado por Knowledge@Wharton, en junio de 2014.
Jacob Gray: Mucha gente ha oído hablar del término «inversión con impacto», pero no todo el mundo sabe lo que significa. ¿Puede esbozar lo que es?
Judith Rodin: Es la intención de producir un retorno social o ambiental y financiero. Es una inversión consciente que busca un doble fin.
Gray: En su libro habla de la inversión con impacto como si hubiese existido siempre, con las donaciones tradicionales por un lado y la inversión financiera por otro. ¿Son quienes se acercan a la inversión con impacto personas con la perspectiva de conceder de ayudas, tratando de encontrar nuevas maneras de hacer el bien? O por el contrario, ¿tienen el punto de vista financiero tradicional, tratando de maximizar su capital?
Rodin: Al comienzo eran personas que estaban invirtiendo de forma filantrópica con subvenciones, a través de fundaciones familiares u otros tipos de donaciones y que estaban buscando maneras de desarrollar nuevas corrientes de capital, donde podrían utilizar sus donaciones para ayudar a traer a otro tipo de inversor, o a veces para reducir el riesgo inversor o ser ese primer nivel de financiación en condiciones favorables, y luego permitir que otros inversores llegaran. De hecho, el término “inversión con impacto» se desarrolló en el Rockefeller Bellagio Conference Center en 2007, cuando convocamos a un grupo de inversores para hablar sobre lo que habían aprendido a trabajando en este espacio delimitado de la inversión con impacto. Curiosamente, hemos trabajado recientemente en todo el mundo, y no sólo en Europa y América del Norte, y lo que estamos encontrando en Asia, en América Latina y en África es aquel inversor que se está haciendo más responsable socialmente en su propio país, que está empezando a pensar: «Yo sé cómo hacer inversiones financieras [] y tal vez pueda poner ese dinero a trabajar para un propósito social.»
Gray: En el libro, usted cita el ejemplo de D.light, la compañía de tecnología solar, que es un ejemplo muy accesible de una empresa de impacto social; en otras palabras, una empresa en la que los inversores de impacto ponen su dinero. ¿Nos puede explicar cómo funciona esa empresa y cuál es su teoría social del cambio?
Rodin: La falta de electricidad es una de las causas fundamentales de la pobreza a nivel mundial. Las personas que no tienen una fuente de iluminación que es confiable tienden a utilizar queroseno… o queman madera, que es ambientalmente insostenible. ¿Cómo podemos hacer llegar la energía, bien sea solar o de batería [que permitan] a la gente, a menudo en zonas muy alejadas del mundo, tener acceso a la iluminación? D.light comenzó como un modelo muy pequeño, como para una linterna.
Entonces nos pidieron que diseñáramos un concurso para ellos, porque querían saber si podían hacer escalable su tecnología para iluminar una habitación completa… El ganador fue alguien en China, y ayudaron D.light para desarrollar la tecnología necesaria para iluminar una habitación, [que] les permitió escalarla. Entonces los inversores de impacto empezaron a llegar… Esto es un ejemplo en el que existe una inversión directa en una empresa social, y eso es maravilloso para algunos inversores de impacto. Damos un montón de esos ejemplos en el libro. Los inversores directos son las personas que… realmente quieren comprometerse con la empresa y que quieren ver y sentir los resultados del trabajo.
Pero no todos los inversores de impacto son así. Algunos están realmente convencidos acerca de la finalidad social, pero sienten que no tienen el tiempo o la experiencia, o la energía para comprometerse con la empresa. Por ello existen fondos para invertir en las empresas sociales que hacen la “due dilligence” social y financiera. Los inversores invierten luego en estos fondos. “Sonen Capital” es uno muy conocido ahora, pero hay otros muchos grandes fondos…
Gray: Yo fui un inversor de impacto durante 14 años antes de venir a Wharton, y con el tiempo, el campo realmente se ha profesionalizado y ha cambiado. Mientras que los gestores de fondos, cuando empecé, se asemejaban más al director ejecutivo de una organización no lucrativa, ahora estamos viendo algo diferente. ¿Puedes hablar un poco acerca de la sofisticación de la industria en la actualidad?
Rodin: Existe un doble motivo. El primero, la sofisticación de la industria está ayudando a hacerla crecer, tenemos gente muy experimentada con experiencia inversora. Pero también es un sello de aprobación. Estamos viendo cómo las personas dejan Goldman o JP Morgan o los bancos de inversión tradicionales y se mueven hacia este espacio de maneras realmente interesantes. Mi grupo favorito es uno que inventó el “bono de impacto social”, de Finanzas Sociales. Se trata de gente joven que pasaron por la banca de inversión durante unos 8 o 12 años. Luego, con el liderazgo de Sir Ronald Cohen en el Reino Unido, comenzaron las Finanzas Sociales e inventaron este increíble instrumento de inversión de impacto – diferente de un fondo y diferente de invertir en una empresa social – llamado “bonos de impacto social”. Rockefeller financió llevarlo a otros lugares del mundo, y los estamos ampliando en los EE.UU.
Gray: Realmente emocionante… ¿Puedes hablar un poco más sobre la escalabilidad global? ¿Cómo de grande es esta industria? ¿Cuál es la promesa para que sea tan interesante para la Fundación Rockefeller?
Rodin: Rockefeller se interesó porque, cuando nos fijamos en la magnitud de la filantropía en todo el mundo, que es enorme y maravilloso, y se agrega a ello la magnitud de la ayuda al desarrollo que proviene de distintos países – tales como la Agencia USAID [Estados Unidos para Desarrollo Internacional], el DFID [Departamento para el Desarrollo Internacional] en el Reino Unido y muchos otros en todo el mundo – vimos que no se alcanzan los billones de dólares que vamos a necesitar para resolver los problemas sociales y ambientales. Quiero decir que necesitamos todas las ayudas que sean posibles, porque yo llamo al deterioro de las infraestructuras en los Estados Unidos un problema social.