iCapital ha desgranado en un reciente evento cuáles son las tendencias actuales y los productos de inversión de impacto adecuados para instituciones y organizaciones sin ánimo de lucro, en una jornada que ha celebrado, por séptimo año consecutivo, y que ha contado con la participación de Mª Ángeles León, fundadora y presidenta de Global Social Impact Investments, y con Arturo Benito, cofundador y socio de Impact Bridge.
En los últimos años ha calado, en la sociedad en general, la necesidad de tomar conciencia sobre la obligada implicación de todos, sin distinción, para contribuir a construir un mundo mejor y alinear toda estrategia y acción con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), suscritos por 192 países en el Tratado de París, en 2015.
Desde su creación, en 2006, iCapital ha trabajado siempre bajo las premisas de que el capital es una herramienta esencial para cambiar el mundo; y que se puede invertir favoreciendo la sostenibilidad y ayudando a mejorar la vida de las personas más desfavorecidas, sin que disminuya la rentabilidad de los inversores ni aumente su riesgo.
Tendencias de inversión de impacto
Los socios de iCapital Pablo Martínez-Arrarás y Santiago Churruca han sido los encargados, por parte de iCapital, de analizar la viabilidad de la inversión de impacto y de explicar las inversiones alternativas ilíquidas como una opción muy a tener en cuenta. Un análisis especialmente interesante para los inversores con características muy semejantes al target específico de una parte de la cartera de clientes de iCapital: instituciones y organizaciones sin ánimo de lucro. “Es importante profesionalizar la gestión patrimonial de las entidades sin ánimo de lucro», explica Pablo Martínez-Arrarás, «y por ello desde iCapital acompañamos a nuestros clientes participando en el diseño de estructura de gestión, que contempla aspectos tan relevantes como los reglamentos administrativos, los códigos de conducta y los protocolos de inversión”.
“Partimos de la base», añade Santiago Churruca, «de que estas instituciones necesitan gestionar su patrimonio de forma racional e inteligente, porque de ello depende la continuidad de los proyectos sociales que ponen en marcha y mantienen. Y por supuesto, estas inversiones siempre han de estar de acuerdo con sus valores y su carisma”.
En este sentido, las inversiones alternativas ilíquidas se presentan como el camino por el que están optando grandes instituciones, como puedan ser las Universidades de Yale o Standford, en Estados Unidos, mediante el modelo de endowment, pensado para fondos perpetuos que no tienen problemas de liquidez. Las inversiones alternativas ilíquidas son aquellas que se realizan en infraestructuras, sector inmobiliario, private equity o deuda privada y venture capital o apoyo a financiero a nuevas compañías y startups. Estas opciones representan una inversión alternativa que permite la financiación a proyectos concretos de la economía real; el desarrollo de infraestructuras y parques energéticos; la evolución de programas de investigación y tecnologías; y la realizacion de planes inmobiliarios.
Las principales características de los alternativos ilíquidos es que se tratan de inversiones a largo plazo, que consiguen una rentabilidad, muchas veces superior a la media del mercado. Estas inversiones se benefician de una rentabilidad adicional llamada prima de iliquidez, la cual incrementa el rendimiento anual entre un 3% y el 5% respecto a un mismo activo comparable en el mercado líquido regulado.
Sin embargo, establecen determinadas restricciones como el hecho de que la inversión no se puede rescatar cuando el inversor elija; tanto el capital como los rendimientos solo pueden obtenerse por medio de los pagos que decida hacer el gestor, excepto si se liquida por contrato privado. Y se puede incurrir en pérdidas que se compensan a largo plazo, tal y como muestra este gráfico.
Frente a la incertidumbre actual de los mercados globales, los alternativos ilíquidos son inversiones con una mayor rentabilidad, con menor volatilidad y contribuyen a impactar de forma positiva en el mundo y en la sociedad en general. Son carteras más óptimas, al estar más diversificadas, frente a otros productos financieros.
“Las inversiones alternativas ilíquidas pueden ser una buena opción para instituciones con grandes patrimonios y con vocación inversora a largo plazo, que disponen de otras fuentes para obtener liquidez y que buscan, con sus inversiones, promover determinados valores acordes con su misión, su visión y sus valores”, ha concluido Pablo Martínez-Arrarás.
Inversión responsable en coherencia con los valores y la forma de entender el mundo
Mª Ángeles León, fundadora y presidenta de Global Social Impact Investments, ha resaltado que “la base de la inversión de impacto es pensar que el desarrollo de los países más pobres ha de hacerse al igual que se produce en los países ricos, con inversión, ahorro y emprendimiento”. “Este tipo de inversiones precisa de lo que denominamos capital paciente, es decir que su recuperación puede prolongarse hasta 10 y 12 años, pero se obtiene rentabilidad y resulta muy gratificante comprobar cómo las inversiones que se realizan permiten a las personas más desfavorecidas crear empresas, generar riqueza y construir su país por sí mismos, sus escuelas, sus hospitales, sin nuestra ayuda”. Porque la inversión de impacto genera puestos de trabajo, oportunidades económicas de prosperidad y sobre todo recupera la dignidad de las personas. “Cuando invertimos, nos equiparamos de igual a igual con las personas a las que financiamos sus proyectos, a diferencia de cuando realizamos donaciones”, ha concluido la fundadora y presidenta de Global Social Impact Investments.
Por su parte, Arturo Benito, cofundador y socio de Impact Bridge, ha señalado que la inversión de impacto ha llegado tarde a España y ha felicitado a iCapital por ser una de las compañías pioneras en apostar por la inversión de impacto. “Vivimos una situación coyuntural en la que hemos de ser conscientes de que la humanidad no llega a resolver todos los problemas que están surgiendo. Por ello, la inversión de impacto es la herramienta más apropiada para obtener los recursos que precisamos para construir un mundo mejor y más justo. A nivel global, “las instituciones y organizaciones sin ánimo de lucro pueden tener un impacto directo y no solo en la creación de puestos de trabajo, sino en la mejora de las condiciones de vida de las personas. Si tenemos en cuenta que, para cumplir con los ODS hasta 2030, necesitaríamos unos 2.500 millones de euros anuales, es obvio que hemos de ser creativos y buscar nuevas fuentes de recursos”.