Los activos bajo gestión en fondos ESG globales están creciendo a un ritmo tres veces superior a los fondos no ESG, lo que demuestra la solidez que está alcanzando la inversión sostenible. Según el último informe de Bank of America, 1 de cada 10 dólares de los flujos de entrada en renta fija global se han destinado a fondos ESG en lo que va de año.
“Eso es sólo una parte de la historia: en Europa Occidental, un 63% de las entradas de bonos han ido a parar a ESG. Incluso en los mercados emergentes, donde este porcentaje se sitúa en el 25%. Sin embargo, en el caso de Estados Unidos, es el país dónde la inversión ESG tiene más espacio para crecer ya que solo el 4% de los flujos de 2021 tuvieron como destino fondos con estos criterios. Los activos bajo gestión de 900 fondos de bonos ESG globales fueron de 500.000 millones de dólares en septiembre, y los activos ESG han crecido a un ritmo 2,5 veces superior al de los activos no ESG”, apunta el informe de Bank of America.
Teniendo en cuenta los objetivos climáticos que empresas y gobiernos se han marcado, así como el proceso de transición ecológico que se ha iniciado en la mayoría de las economías, es previsible que los activos bajo gestión en fondos ESG continúen aumentando. Por ejemplo, según estima BloombergNEF (BNEF), la inversión necesaria para el suministro de energía y las infraestructuras para hacer frente al cambio climático asciende a 173 billones de dólares hasta 2050, es decir, 5,8 billones de dólares anuales.
“La inversión masiva tendrá que provenir de una combinación de deuda soberana, deuda de agencias y supranacional, préstamos bancarios y bonos corporativos, así como de acciones e inversiones privadas. Esto está impulsando el crecimiento de los mercados de deuda etiquetada como ESG, pero los cambios en los costes de los préstamos también se están produciendo en los mercados convencionales”, señalan desde Bank of America.
En este sentido, el informe de la entidad señala que el volumen de bonos etiquetados como ESG aumentará y su volatilidad será menor: “Hasta la fecha se han emitido más de 3 billones de dólares en bonos y préstamos verdes, sociales, de sostenibilidad y vinculados a la sostenibilidad, y esperamos que solo en 2021 se emitan 1 billón de dólares. Alrededor del 25% de las emisiones supranacionales han sido etiquetadas en 2021 (hasta septiembre). Casi el 20% de las nuevas emisiones corporativas/financieras en investment grade europeo, high yield europeo y de mercados emergentes han sido etiquetadas este año. Esperamos un crecimiento mucho mayor, especialmente cuando Estados Unidos se suba al carro”.
Pese el volumen de emisiones y de fondos en el mercado, el informe de Bank of America advierte de que los inversores deberían reconsiderar sus criterios ESG y ser más cautelosos a la hora de hacer afirmaciones sobre inversiones verdes/sociales a la luz de las recientes controversias en torno al uso exagerado de la inversión sostenible. Según InfluenceMap, el 55% de los fondos con temática climática y el 70% de los fondos ESG no están alineados con el objetivo del Acuerdo de París (de 723 fondos con 330.000 millones de dólares en activos bajo gestión).
En este sentido, siguiendo el camino iniciado por la Unión Europea, los reguladores están preparando una normativa más estricta en materia de ESG para evitar el greenwashing. La SEC y el regulador alemán ya han abierto investigaciones por malas prácticas. “Los reguladores mundiales están intensificando la revisión de las declaraciones de sostenibilidad para que se ajusten a la legislación vigente. Nuestro equipo de investigación de renta variable de gestión de activos espera que las cifras de activos bajo gestión de ESG sean refinadas por todos los actores de la gestión de activos a medida que la regulación evoluciona”, indican desde Bank of America.
Sobre el comportamiento de los inversores, la entidad añade ha detectado que están adoptando un enfoque más matizado a la hora de evaluar el riesgo ESG de sus inversiones. Según explican, “esto significa que ya no se mira la clasificación general ESG de una empresa basándose únicamente en datos de proveedores externos, sino que se considera a las empresas en relación con sus pares basándose en métricas subyacentes. En los sectores que más emiten, como la energía, los servicios públicos, la industria y los materiales, las empresas con menor intensidad de emisiones tienen un coste de capital más bajo que las que más emiten”.