El ciclo de bajadas de tipos de interés favorecerá a la industria de fondos en España durante 2025, un año en el que los responsables de las principales gestoras nacionales esperan un viraje hacia posiciones de mayor riesgo y hacia servicios como la gestión discrecional de carteras. De cara al medio plazo, los expertos reconocen que tendrán que afrontar retos como ofrecer mayor personalización y valor añadido a los clientes –con armas como la gestión discrecional o la tecnología-, y afrontar un escenario de menores márgenes e impacto regulatorio, con un mayor protagonismo de los mercados privados, según explicaron en dos mesas redondas en el marco del XIV Encuentro Nacional de la Inversión Colectiva, organizado por la APD, Deloitte e Inverco ayer en Madrid.
“Un escenario de aterrizaje suave e inflación a la baja genera el caldo de cultivo ideal para que los bancos centrales sigan bajando sus tipos de interés, y sobre todo en Europa. Esto es un ciclo, se prolongará durante meses y favorecerá a nuestra industria”, explicaba Javier Turrado, director comercial de Bankinter.
Para Nicolás Barquero, CEO de Santander Asset Management, la variable crítica es cómo el crecimiento seguirá estando sostenido: “Históricamente las carteras 60-40, en un entorno de bajadas de tipos lo que marca la diferencia es si hay o no recesión”. En general, en su opinión, el entorno debería ser bueno, y esto es importante porque hay dos variables que determinan el apetito de clientes: los tipos de interés (a menor tipo, más apetito por el riesgo) y el comportamiento del mercado (a mejor en el pasado, mayor apetito). Es decir, que el apetito de los clientes va avanzando (algo visible en menores reembolsos de la renta variable y aceleración en GDC, menor tasa de renovación en producto buy&hold y menor reembolso en fondos mixtos): “El cliente ahorrador está buscando alternativas que mitiguen el impacto de los tipos, y dentro de esta tendencia por mayor apetito por el riesgo va a haber una demanda estructural de producto, que en un primer paso son los fondos conservadores”.
Para Ana Martín de Santa Olalla, directora general de CaixaBank AM, tras el protagonismo de los monetarios, llegarán otros productos: “Hemos de ayudar al cliente en su transición de ahorrador a inversor con la gran alternativa que es la GDC: el ahorrador necesita acompañamiento y alternativas concretas de producto. También hemos de dar cultura financiera (el cliente plantea ideas como gestión alternativa o criptos) y generación de alfa como adalid del crecimiento”.
En el debate se mostró la apuesta por este servicio: “La GDC es la herramienta que más permite hacer educación financiera porque permite una confluencia en la conversación con el cliente para que entienda los beneficios de invertir a largo plazo. Además, hay un punto de democratización, cada cliente tiene derecho a este servicio, con las plataformas modernas no hay problema de escala para ofrecer GDC”, explicaba Alexandre Lefebvre, CEO de Sabadell Asset Management, donde han lanzado un nuevo servicio a partir de 500 euros. “Las carteras son la forma más resiliente para invertir, son clave para transformar a los clientes de ahorradores a inversores, algo que en Europa contratan en torno a un 40% de clientes y en España un 25%. En España no se venden fondos de renta variable, sino carteras con fondos de renta variable, por eso es clave para ese proceso de migración del cliente”, añadía. Para BBVA AM, es la mejor forma de personalizar la gestión activa del cliente.
Para Luciano Díez-Canedo, presidente de Singular Asset Management, hay todavía muchísimas opciones en renta fija que pueden satisfacer a sus clientes, y también en renta variable, aprovechando los eventos de volatilidad para generar alfa. Apuesta por el servicio al cliente y, en GDC cree especialmente importante el hecho de que las fuerzas comerciales expliquen sus bonanzas en términos de costes: “Es más barato gestionar carteras de GDC frente a cartera de fondos tradicionales”, recordaba. En Trea AM, donde dan la bienvenida a los recortes de tipos porque quitarán la excusa a “esa obsesión española de refugiarse en el corto plazo”, apuestan por empezar a tomar duración en los próximos 6-12-18 meses y, con ello, volver al trabajo analítico: “En principio, los gobiernos no van a pagar , por lo que volveremos a invertir en deuda corporativa, aplicando análisis puro y duro: ahí está el value for money que ofreceremos, en la gestión activa de crédito”, decía Antonio Muñoz-Suñe, director general de Trea AM.
El punto más crítico lo aportaba Santiago Satrústegui, presidente y consejero delegado de Abante Asesores, convencido de que los clientes, con los fondos monetarios y de renta fija a corto plazo, han perdido la oportunidad de beneficiarse de una renta variable más rentable, y hay una sensación de ir “estructuralmente con el pie cambiado”.
En positivo, para Luis Miguel Carrasco, director general adjunto de Ibercaja, aún queda mucho recorrido para la industria de fondos porque el dinero está en productos de muy bajo riesgo y tendrá que ir rotando. “Los mercados de renta variable están tranquilos y seguimos teniendo tipos: en vez de deuda pública habrá que ir a la renta fija privada, alargar horizonte temporal… pero hay muchos argumentos para confiar en que en 2025 queda mucho por hacer”.
Retos y realidades a medio plazo
De cara a los próximos cinco-diez años, los expertos ven cambios relevantes y retos en la industria como la necesidad de aportar más personalización, afrontar la reducción de márgenes y los riesgos regulatorios. “La industria ofrece una perspectiva positiva, con muchos ahorradores y mucho cliente al que educar y acompañar en su inversión”, defendía Belén Blanco, responsable de BBVA AM Europa. La evolución no puede ir separada de la evolución de la sociedad y a 10 años vistas los baby boomers ya serán ‘senior boomers’, los millenials ya tendrán 45-55 años y pensarán en el ahorro para la jubilación y la generación alfa (incluso los ‘broinvestors’) estará ya invirtiendo. La personalización va a ser complicada y vamos a tener que trabajar en internalizar la dificultad y externalizar la conveniencia (al cliente), es decir, usar la tecnología para hacerles la vida más sencilla a la vez que trabajar en la complejidad de los datos para que sean más homogéneos y consistentes y lograr una mayor personalización”.
Para Sabadell Asset Management, con las necesidades de cara a la jubilación, tendremos cada vez más inversores que buscan herramientas de planificación financiera –que suelen ofrecer soluciones con inversión pasiva-, algo que también llegará a España. “En 2030 la estimación es que se invertirá más en renta variable, con un mayor protagonismo de los mercados de China e India (al nivel de Europa y EE.UU.) y los mercados privados formarán parte de toda asignación de activos, también porque la diferencia de universo de inversión entre mercados públicos y privados será menor”.
Afrontar el reto de atraer al inversor institucional (con el que habrá que establecer relaciones diferentes que con el minorista, en forma de joint venture o colaboración en la que ofrecer conocimientos o tecnología, según Bankinter) será otra de las claves de futuro. También, la implantación de la tecnología, tanto en IA,“un cambio transversal que se ha de realizar en toda la cadena de valor, que ayudará a la mayor atención al cliente y personalización y será un cambio radical”, dicen en BBVA AM, como en otras como tokenización. “Esto es algo transformador pero es clave definir casos de uso muy concretos a la hora de aplicar la IA: empiezas con expectativas brutales pero en el proceso o tienes muy claro caos de uso o te vuelves loco. Hemos de lograr un equilibrio entre no hacer tonto al desarrollo, no demasiado guiado, pero tampoco darle la tampoco libertad de acceder a cualquier información. Estamos trabajando en aplicaciones muy de uso interno, por acotar riesgos”, añade Barquero. Sin olvidar el reto de la atracción y retención de talento.
El impacto regulatorio
Y, entre los más importantes, el impacto regulatorio, en temas como DORA; la normativa de sostenibilidad, RIS o el value for money: “No hay nada mejor que el value for money porque ¿qué negocio que no aporta valor cobra dinero de forma sostenible?”, se preguntaban en Ibercaja.
Pero en general, los expertos fueron muy críticos a la hora de analizar el impacto regulatorio en sus negocios: “El más relevante es el value for money porque, dependiendo de cómo aterrice, puede ser una intervención de precios en toda regla, y eso en nuestro sector es algo gravísimo. Habría que ir al origen la situación y no a penalizar a toda la industria. Cada dos o tres años se cambia el guión y así es difícil gestionar este negocio, que está hiperregulado, con una clara sobreprotección del regulador hacia el cliente. Las retrocesiones me preocupan menos porque todos estamos preparados para un escenario de costes explícitos”, decía Luis Ussia, presidente ejecutivo de Mutuactivos.
Para Jorge Morquecho, CEO de Kutxabank Gestión, el tema de la generación de valor es un debate instrumental, con colisión de percepciones entre las gestoras (que sobrevaloran su capacidad de generar valor añadido) y los inversores y distribuidores, que hacen todo lo contrario. “A veces pienso que el value for money podría ser una herramienta capaz de establecer unos costes sensatos y crear industria en un punto medio y a largo plazo pero si se diseña mal será un arma fallida y puede generar polarización, con unos pocos ganadores y muchos perdedores que alteraría la competencia». En su opinión, a largo plazo el debate es “si generamos valor añadido en un contexto de estrechamiento de márgenes, y si no, hasta dónde se va a mover este valora añadido: es probable que parte del alfa se mueva en esa cadena de valor hacia eslabones más cercanos al cliente, como asesoramiento o planificación”.
Para Juan Bernal, Chief Investment Officer de Mapfre, el negocio ha cambiado: “El sistema de retrocesiones entre gestor y comercializador se ha partido, con el modelo de cobro explícito más extensivo debido a la regulación, y el consiguiente riesgo de comoditización de la industria del asset management. Hemos de pasar el pivote desde el producto al servicio, y ver qué aportamos en cadena de valor al cliente”.
Según Abante, el riesgo está en el RIS: “Con la regulación estamos compitiendo en un mundo marcado por el fin del fin de la historia, con diferentes zonas económicas que compiten con otras reglas. El riesgo fundamental está en el RIS, pues hay que entender que hay que encajar bien el asesoramiento con la gestión. Si pretendemos que se asesore gratis y gestione a coste muy barato al cliente, va a tener muy poco valor añadido. Hay que entender que toda esta estructura se ha de cobrar”. Para Satrústegui, la regulación lo complica todo porque no entiende cómo hacer convivir el asesoramiento y la gestión.
Para Bernal, son claves los periodos de adaptación a la normativa para no forzar la velocidad y romper el mecanismo de la industria: “La industria se ha adaptado a lo largo de los años a distintas regulaciones, pero eso ha llevado a un incremento de costes en la cuenta de resultados. La presión regulatoria impacta ahí, y deberíamos vigilarlo”.
Al hablar de sostenibilidad también fueron críticos: Morquecho recordaba que, pese a que el 36% del patrimonio en fondos ya está en productos sostenibles, invertir en un producto así es “casi un acto de fe”, ante las diferencias existentes y la ausencia de una regulación “congruente y homogénea”. Y eso cambiará, dijo, “cuando se use la sostenibilidad como herramienta de gestión o categoría y no tanto como sello de calidad”. Para Trea AM, Europa se ha pasado de frenada, y puso el foco en las demandas de los fondos de pensiones en EE.UU. a sus gestores por falta de rentabilidad, mientras en Mutuactivos hablaron de “fariseísmo y falta de transparencia total de hacia dónde va” este tema, demandando vías firmes a los reguladores.