La industria de asset management ha evolucionado, aumentando la complejidad del negocio y del entorno del mercado, obligando a los mayores inversores institucionales a nivel mundial a ir más allá de los enfoques tradicionales y a adoptar una mentalidad orientada hacia la innovación y la resiliencia. Esta es una de las principales conclusiones que apunta el informe The Asset Owner 100, elaborado por Thinking Ahead Institute (TAI).
En opinión de Roger Urwin co-fundador de Thinking Ahead Institute y responsable global de contenido, y Marisa Hall, responsable de Thinking Ahead Institute, la interconexión global, los cambios regulatorios, el riesgo climático y los avances tecnológicos están creando una red de interdependencias que exige respuestas más allá del «negocio como siempre».
Para navegar este paisaje intrincado, consideran que los propietarios de activos necesitan prácticas organizacionales sólidas que les permitan ser ágiles y comprometerse con estrategias innovadoras que tengan en cuenta tanto los riesgos actuales como los emergentes. “La gestión tradicional de riesgos, que se basa en datos históricos y modelos lineales, es insuficiente para abordar los riesgos complejos e interconectados de hoy en día. Risk 2.0 representa un nuevo paradigma para comprender y gestionar los riesgos que surgen de fuentes sistémicas, a menudo sin precedentes. Risk 2.0 es intrínsecamente más amplio, más flexible y de mayor alcance que los modelos predecesores; considera más factores, profundiza en aspectos no medidos e incertidumbres y tiene en cuenta factores a largo plazo de manera más exhaustiva”, argumentan.
En este sentido creen que “adoptar un enfoque de pensamiento sistémico junto con un modelo de riesgos más sólido” empodera a los propietarios de activos para gestionar los riesgos interconectados del panorama actual, ofreciendo una visión integral de cómo estos elementos interactúan dentro de las carteras. “Esta perspectiva refleja uno de nuestros principios rectores: la importancia de estar interconectados”, insisten.
Una nueva forma de pensar
En línea con la visión de Urwin y Hall, el informe habla de “la gestión de riesgos tradicional vs. Risk 2.0”. En este sentido, el documento insiste en que la gestión de riesgos tradicional, que depende en gran medida de datos históricos y modelos lineales, enfrenta dificultades para abordar los riesgos complejos e interconectados actuales. “Risk 2.0 es un marco conceptual diseñado para identificar, comprender y gestionar mejor todos los riesgos, especialmente aquellos que surgen de fuentes sistémicas y complejas con precedentes históricos limitados. Estos incluyen tensiones geopolíticas, cambio climático, degradación ambiental, desigualdad y ciberseguridad, cada uno de los cuales plantea desafíos que van más allá de las métricas tradicionales de riesgo. Por lo tanto, Risk 2.0 no solo considera medidas convencionales como la volatilidad, sino también la naturaleza interconectada de los riesgos, con el objetivo de salvaguardar la integridad de la misión a largo plazo. Este enfoque innovador se alinea estrechamente con los principios del Total Portfolio Approach (TPA), centrándose en alcanzar objetivos de inversión de manera sostenible”, explican.
Esta visión se completa con lo que el informe llama “pensamiento sistémico”, que supone un enfoque para comprender sistemas complejos e interconectados mediante el reconocimiento de las relaciones e interacciones entre sus partes, en lugar de centrarse en componentes individuales de forma aislada. Según señala, este enfoque enfatiza una perspectiva holística, reconociendo que los cambios en una área pueden tener efectos dominó en todo el sistema.
“Permite comprender sistemas complejos, como las organizaciones, de manera matizada, reconocer patrones, comparar diferentes perspectivas y prepararse para lo que podría suceder en el futuro. El aumento de los riesgos sistémicos destaca la necesidad de una visión prospectiva y de reposicionar estrategias con procesos de inversión capaces de modelar, medir y adaptarse a estos riesgos”, matiza.
El entorno
De hecho, en los últimos 12 meses, el entorno macroeconómico global de inversiones se ha caracterizado por la volatilidad y un desempeño desigual entre las clases de activos. En 2023, las tasas de interés alcanzaron máximos significativos. Durante la primera mitad de 2024, los mercados globales experimentaron cierta estabilización, ya que las tasas base se mantuvieron relativamente estables. “Tras un período prolongado de tasas elevadas destinadas a controlar la inflación, los bancos centrales comenzaron a implementar recortes graduales en la segunda mitad de 2024, marcando las primeras reducciones en años. Sin embargo, la volatilidad del mercado sigue siendo alta debido a la incertidumbre provocada por eventos geopolíticos y varias elecciones importantes”, señala el informe.
Para estos inversores, un aspecto clave en su actividad inversora es la sostenibilidad. En este sentido, el informe señala que los factores ESG son ahora ampliamente aceptados por la mayoría de los inversores como aspectos financieramente relevantes y herramientas esenciales para generar valor a largo plazo, aunque enfrentan desafíos debido a su politización.
“El próximo paso evolutivo es la transición hacia la sostenibilidad, un término más amplio que prioriza tanto las consideraciones financieras como otras de mayor alcance, con un enfoque a largo plazo e intergeneracional. El panorama de la inversión net zero sigue siendo complejo y requiere un enfoque integral a nivel de cartera, además de una fuerte colaboración entre propietarios y gestores de activos”, indica el informe en sus conclusiones.
En este camino hacia el net zero, el 52% de los 100 principales propietarios de activos han asumido compromisos net zero. Según explica el documento, después de una oleada inicial de entusiasmo en la década de 2020, los compromisos net zero entre los propietarios de activos se han estancado, reflejando un cambio en el impulso.
“Aunque muchos propietarios de activos se comprometieron inicialmente a alinear sus carteras con los objetivos net zero, la complejidad de equilibrar estas metas con el desempeño financiero y las responsabilidades fiduciarias ha planteado desafíos significativos. El número de propietarios de activos comprometidos con el net zero no ha cambiado en el último año. Esta reticencia subraya las dificultades inherentes a cumplir con ambiciosos objetivos medioambientales sin comprometer las obligaciones financieras ni el rendimiento de la inversión”, indica el documento.
Claves para la industria
Ahora bien, sobre cómo ven estos grandes inversores a la industria, el informe destaca que consideran que cada vez está más influenciada por factores políticos, ya que los gobiernos aprovechan políticas y regulaciones para dar forma a estrategias financieras que se alineen con prioridades nacionales.
“Las agendas políticas ahora están más entrelazadas con las decisiones de asignación de activos, particularmente en sectores como la infraestructura. Las reformas Mansion House en el Reino Unido ejemplifican esta tendencia, fomentando la inversión en infraestructura doméstica. Como resultado, el panorama de la inversión está evolucionando hacia un ámbito donde los propietarios de activos no solo están influenciados por dinámicas de mercado, sino también por cambios políticos y regulatorios, lo que requiere un enfoque sofisticado para gestionar la intersección entre el retorno financiero, el cumplimiento normativo y las influencias de los grupos de interés”, apunta el informe.
En segundo lugar, ven un importante peso de la tecnología. De hecho, los propietarios de activos están reconociendo cada vez más la importancia de la inteligencia artificial (IA) y las estrategias basadas en datos para mejorar sus procesos de inversión y la eficacia organizativa.
Según el informe de TAI, reflejando esta tendencia, muchos de los principales propietarios de activos han incrementado significativamente su gasto en tecnología en los últimos cinco años, con el objetivo de aprovechar estos avances para obtener una ventaja competitiva. “Aunque la IA ofrece oportunidades sustanciales para acceder y aplicar datos valiosos orientados a la toma de decisiones, también presenta desafíos relacionados con la gestión de un panorama tecnológico complejo y en rápida evolución. No obstante, existen aplicaciones prometedoras de la IA que están comenzando a simplificar la gestión de datos y a mitigar la sobrecarga de información”, apunta el documento en sus conclusiones.
Principales desafíos
Por último, los 100 mayores inversores identifican dos desafíos: la creciente complejidad y el riesgo geopolítico. Sobre el primero de ellos, el informe señala que el 73% de los participantes en el Asset Owner Peer Study 2024 señaló que gestionar esta complejidad es su principal preocupación. Y explica que, en este contexto, las iniciativas de Business beyond Usual (BbU), destinadas a adaptarse a nuevas condiciones y aprovechar los avances tecnológicos, se están volviendo esenciales, aunque han tenido dificultades para recibir la atención adecuada. Navegar por esta complejidad intensificada requiere una cultura de innovación, prácticas organizacionales y de gobernanza sólidas, y una mentalidad orientada hacia el futuro.
En segundo lugar, se reconoce que la geopolítica se ha convertido en un factor determinante del riesgo de mercado, pero, al igual que otros riesgos sistémicos, su integración en el proceso de inversión ha sido un desafío. Los cambios en la estabilidad geopolítica y una tendencia hacia la desglobalización están creando nuevas capas de riesgo e incertidumbre, lo que genera preocupación entre los principales propietarios de activos, como los del AO100.
“A medida que la economía global se orienta en ciertas áreas hacia la regionalización, los inversores deben adaptarse desarrollando estrategias que capturen oportunidades emergentes y diversas en varios mercados, equilibrando el potencial de crecimiento con una mayor conciencia de los riesgos globales y locales”, concluye el informe.