En 1969 se descubrió uno de los mayores yacimientos de petróleo del mundo en las costas de Noruega, en el Mar del Norte. La economía del país creció rápidamente y desde el principio, el gobierno noruego decidió adoptar una postura cauta para que los ingresos del petróleo y el gas no causasen desequilibrios en la economía. Así, en 1990 el parlamento noruego aprobó una legislación para crear el Fondo de Pensiones del Gobierno Global (GPFG), también conocido como fondo del petróleo.
El fondo se creó para proteger la economía de los altibajos de los ingresos del petróleo y para actuar como una financiera y plan de ahorro a largo plazo para que tanto las generaciones actuales como las futuras se beneficiasen de la riqueza petrolera. En 1996, se depositó por primera vez dinero y tal y como su nombre indica, se decidió que el fondo sólo invertiría en el extranjero.
“Los ingresos del petróleo han sido muy importantes para Noruega, pero un día el petróleo se agotará. El objetivo del fondo es asegurar que usamos este dinero de manera responsable, pensando en el largo plazo y salvaguardando el futuro de la economía noruega”, expresan desde la web oficial del fondo. Desde 1998, el fondo ha generado un retorno anual del 6,1%, lo que se traduce en 5.358.000 millones de coronas suecas.
El fondo es uno de los más grandes del mundo e invierte de manera global, contemplando todos los países, sectores y monedas. Invierte a través de acciones, bonos e inmuebles. Las inversiones de renta variable se reparten entre 9.000 empresas con el objetivo de captar el calor global y diversificar riesgos, hasta un 70% del fondo puede invertirse en acciones, un 30% en renta fija y un 7% en inmuebles.
La ética del fondo
La gestión del patrimonio está cargo del banco central de Noruega, el Norges Bank. Desde hace unos años, el fondo noruego desarrolla una “lista negra” para excluir empresas que no respeten criterios medioambientales, sociales o de buen gobierno. Estas directrices las marca el Ministerio de Finanzas sueco a través de un Consejo de Ética que investiga y evalúa las empresas y hace recomendaciones sobre la observación y la exclusión de estas. Finalmente, la Junta Ejecutiva del Norges Bank toma la decisión real de excluir a una empresa o ponerla en observación tras las recomendaciones del Consejo.
“Nuestra motivación para la inversión responsable es lograr el mayor rendimiento posible con un riesgo moderado. Las actividades de las empresas tienen un impacto considerable en la sociedad y el medio ambiente que las rodea. Con el tiempo, esto podría afectar a su rentabilidad y por lo tanto al rendimiento del fondo. Por lo que tenemos en consideración tanto las cuestiones de gobernabilidad como de sostenibilidad, y publicamos expectativas claras de las empresas en la cartera”, explican los responsables del fondo. Dichas expectativas coindicen con los ODS marcados por la ONU y contemplan los derechos de los niños, el cambio climático, la gestión del agua, los derechos humanos, la transparencia, la no corrupción y la sostenibilidad del océano.
La inversión y el cambio climático
Para medir el impacto que las empresas de la cartera tienen en el cambio climático, el fondo evalúa el riesgo asociado a las emisiones de carbono de las empresas. Los responsables del fondo consideran que las empresas que tienen operaciones o cadenas de valor con emisiones de carbono particularmente elevadas pueden estar expuestas a riesgos en caso de que se produzcan cambios en la regulación u otros acontecimientos en el mercado. “Lo que puede dar lugar a un aumento de los costes de operación o a una reducción de la demanda. Como parte de nuestra labor sobre el riesgo climático, también examinamos las actividades empresariales que podrían dar lugar a la deforestación, un factor que contribuye de forma significativa a las emisiones de carbono”, explican.
Dentro de este criterio, el riesgo climático, desde el fondo ponen especial atención en las empresas que guardan relación con alguna de estas tres actividades: producción de carbón o energía basada en el carbón, intensidad de emisiones de carbono y explotación del aceite de palma. Según el último informe del ICEX, desde 2005, el fondo ha excluido a 69 compañías siguiendo el primer criterio y a 19 por causar daños severos en el medio ambiente.
Respecto al primer criterio, producción de energía basada en el carbón, los responsables del fondo consideran que aquellas empresas cuya actividad está estrechamente ligada al carbón presentan altos riesgos. Debido al Acuerdo de París y la lucha por un futuro de energía limpia, estas empresas se van a enfrentar a grandes desafíos en un futuro cercano, desafíos de los que el Fondo de Noruega no quiere formar parte. En 2019, gracias a su análisis desinvirtieron en 16 productoras de energía y 12 empresas mineras.
La intensidad de emisiones de contaminantes de las empresas se refiere a la relación entre las emisiones de gases de efecto invernadero con los ingresos de la empresa. La intensidad de carbono puede ser un factor útil cuando se analizan múltiples empresas que operan en la misma industria o con modelos de negocio similares, porque informa sobre la eficiencia energética de sus operaciones, lo que a su vez ofrece información de los costes y riesgos asociados a ese modelo de negocio. En 2019, no se excluyó ninguna empresa por tener una alta intensidad de emisión de contaminantes.
El último factor, la relación con el aceite de palma, está estrechamente relacionado con los riesgos de la deforestación, la cual tiene importantes repercusiones ambientales y consecuencias sociales. Según explican en el informe de sostenibilidad de 2019, los bosques son una importante parte del ecosistema y ayudan a mantener biodiversidad, almacenar carbono y producir oxígeno. De hecho, en algunas regiones, la deforestación es una de las principales fuentes de emisiones de carbono y puede ser una amenaza para la población local y para los seres humanos. Según expresan, existe un amplio consenso de que la producción de aceite de palma contribuye sustancialmente a la deforestación tropical.
“Cuando se consideran las empresas para la desinversión, nos centramos en las que operan con aceite de palma en plantaciones en Malasia e Indonesia y tienen la producción de aceite de palma como una parte importante de sus negocios. Asimismo, miramos si las empresas han sido certificadas por la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible o planean obtener el certificado. En 2019, no se tomaron más decisiones de desinversión en base a este análisis”, aclaran.
En resumen, tras estos análisis, los responsables de la gestión del fondo dejaron de invertir en 28 compañías cuyas actividades no eran sostenibles y afectaban negativamente al medio ambiente. Algunas de ellas como Evergy Inc o Washington H Soul Pattinson & Co Ltd, han sido excluidas por su dependencia del carbón. Otras como Halcyon Agri Corp Ltd, por sus “daños medioambientales severos”.
Una apuesta por la inversión sostenible
Según el último informe del ICEX, en junio de 2019, el parlamento sueco aprobó las conclusiones de un informe para «omitir empresas de exploración y producción en el sector de la energía del GPFG para reducir el riesgo general de los precios del petróleo en la economía noruega». Sin embargo, el acuerdo decepcionó a aquellos que pensaban que la transición iba a ser más estricta.
En septiembre de 2017, el Norges Bank abogó por la venta total del petróleo y el gas, lo que supuso un impacto de 37.000 millones de dólares en ese momento. Pero en el camino de invertir de manera sostenible había discrepancias. La decisión final, que permite al fondo mantener las inversiones en empresas de energía diversificadas con divisiones de energía renovable, reduce el impacto, dado que la exposición a este grupo particular de exploración y producción de petróleo es cinco veces menor, y representa 7.500 millones de dólares.
Hasta ahora, el fondo se ha centrado en estrategias de desinversión, pero es algo que está a punto de cambiar. El Parlamento noruego ha decidido permitir que el NBIM (Norges Bank IM) invierta en proyectos de infraestructura de energía renovable que no cotizan en bolsa. El NBIM ha insistido en que estas decisiones responden a una motivación financiera, y no para apoyar medidas de política climática. Con esta medida, el Ministerio de Finanzas señala que «no está estipulado que el fondo invierta en infraestructura de energía renovable que no cotice en bolsa, pero permite al Norges Bank hacer tales inversiones si se consideran rentables».
Estas inversiones se centrarán en primer lugar en los mercados desarrollados, apoyándose en socios experimentados, a fin de reducir al mínimo los riesgos operacionales y de mercado. En total, las nuevas inversiones, que se consideran parte del actual mandato especial relacionado con el medio ambiente, alcanzarán, si se realizan, unos 12.000 millones de dólares, con un tope máximo para las inversiones en infraestructura de energía renovable no cotizadas en bolsa del 2% del valor del fondo (por lo tanto, con un límite de 19.000 millones de dólares a partir de septiembre de 2019). Esto significa que el NBIM se unirá al grupo de fondos soberanos que invierten directamente en proyectos y empresas vinculados a la sostenibilidad.