La futura evolución de los mercados emergentes está ligada inexorablemente a tres variables: las políticas comerciales que aplique Donald Trump con respecto a estos países, la fortaleza del dólar y el ritmo de subidas de tipos por parte de la Reserva Federal estadounidense. Y los expertos aún tienen dudas sobre su evolución, debido a la incertidumbre sobre las futuras políticas del presidente electo en EE.UU.
“La variable clave para los retornos y la evolución de las divisas emergentes es el dólar. La reacción inicial con Trump ha sido de fortaleza pero no sabemos si continuará, dependerá de los políticos”, comentaba Nicholas Field, gestor de renta variable de mercados emergentes en el marco de un evento de Schroders con periodistas en Londres. “Si los tipos suben en EE.UU., el dinero podría salir del mundo emergente”, advertía Ugo Montrucchio, gestor de Multiactivos en la gestora, pero también indicaba que en la ecuación podría entrar otra variable: si los inversores asocian inflación –la que obliga a esas subidas de tipos- a más crecimiento, los efectos sobre los mercados en desarrollo podrían ser positivos.
En este ambiente de incertidumbre, una cosa sí está clara: tras tres años de infraponderación de emergentes en las carteras multiactivo de la gestora, el escenario vuelve a empezar a ser propicio para invertir y siempre con una gestión muy selectiva y activa, la que más sentido tiene en un escenario en el que las dispersiones vuelven a ser fuertes.
Pero, recordemos, con incógnitas… también entre ellas, si será la renta variable emergente, o la renta fija, la que lo hará mejor. “Desde hace unas semanas los mercados están inmersos en la historia de la reflación. Para mí, el dilema en 2017 es si habrá una reflación muy rápida, en la que el consumo y el crecimiento se acelerarán, o todas las expectativas de inflación y crecimiento llevarán a un mundo en el que las políticas monetarias restrictivas por parte de la Fed diluirán ese crecimiento a mediados de 2017. El sesgo ahora es hacia la renta variable emergente, donde vemos más potencial que en la renta fija, pero según entremos en el nuevo año todo dependerá de la política en EE.UU. y la reacción de los bancos centrales”, dice Montrucchio.
Field destaca las atractivas valoraciones de la renta variable emergente, donde la cuestión es cuánto ha ajustado sus balances cada país, y donde ve oportunidades en mercados como Brasil (el país donde incrementar exposición). Aunque es negativo en México y Suráfrica, cree que este último mercado podría ser la historia de turnaround de 2017, al igual que el mercado carioca lo ha sido este año. Con respecto a China, la visión no es demasiado pesimista porque, a pesar de la fuerte deuda que afronta, tiene mecanismos adecuados, dice Field. En lo referente a la relación comercial con Trump y los problemas que se podrían derivar de este aspecto no se pronuncia, porque solo se puede especular a día de hoy, dice.
¿Y la deuda emergente?
Para Jim Barrineau, co-responsable de deuda emergente Relative Return de Schroders, si la historia de reflación gana, probablemente beneficiará a las acciones en detrimento de la deuda emergente pero “si vemos subidas de tipos que van demasiado lejos y demasiado rápido, podría haber oportunidades significativas en renta fija”, explica.
El experto, que recuerda los fuertes retornos vistos en 2016 en algunos segmentos de deuda emergente, defiende que si los mercados mundiales de deuda se mantienen estables, continuará la búsqueda de rentabilidad en emergentes. Y destaca puntos positivos para el activo, como las valoraciones de las divisas (aunque tras las caídas de los últimos años han recuperado terreno en 2016, aún están por debajo de sus picos) o la recuperación de precios en las materias primas, que puede beneficiar a muchos países de Latinoamérica (con excepción de México), sin contar con que los mercados ya han puesto en precio una subida de tipos en EE.UU. en diciembre y dos el año próximo.
Entre los mercados con más oportunidades, y que pueden jugar la historia de reflación, está Brasil, menos afectado por las políticas de Trump, así como algunos de Asia. En general, su apuesta se centra en deuda con baja duración, y fuera del segmento de grado de inversión, es decir, en high yield, donde ve mucho atractivo. Y siempre, con una gestión activa: “Para invertir en deuda emergente, la gestión pasiva no tiene sentido”, indica.