Fidelity International ha elaborado una guía para los inversores sobre lo que podrían deparar el próximo año los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo, donde se engloban cuestiones de primer orden como la deforestación, la transición justa y la doble materialidad. Según explica, Jenn-Hui Tan, responsable mundial de supervisión e inversión sostenible de Fidelity, para los inversores orientados a la sostenibilidad, 2021 fue un año dominado por los prolegómenos y las conclusiones de las deliberaciones en torno al cambio climático que acogió la COP26, celebrada en noviembre en Glasgow (Escocia).
Sin embargo, señala que la prueba real comienza ahora y se pregunta: ¿qué acciones emprenderán los países para cumplir con sus compromisos, no sólo en materia de reducción de las
emisiones, sino también a la hora de preservar la diversidad biológica y garantizar una transición justa y equitativa hacia un mundo con bajas emisiones de carbono? Conforme nos adentremos en 2022, desde Fidelity International consideran que la atención gravitará en torno a tres grandes cuestiones: la deforestación, la transición justa y la doble materialidad.
Deforestación
Tal y como explica Jenn-Hui Tan, poner fin a la deforestación es esencial para detener el cambio climático y proteger la biodiversidad del planeta. «Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es solo una parte de la batalla; también necesitamos eliminar activamente carbono de la atmósfera si queremos tener probabilidades de alcanzar los objetivos mundiales para mediados de siglo en materia de reducción del calentamiento global y neutralidad en emisiones», advierte.
Una de las formas más sencillas y eficaces para eliminar el carbono de la atmósfera es natural: poner fin a la deforestación, recuerda. En todo el mundo, el capital natural ha estado infravalorado durante décadas. Y no es solo por la reducción de las emisiones que brindan los bosques, sino porque estos son también el hogar de la mayor parte de la biodiversidad terrestre del mundo y sostienen la seguridad alimentaria, el empleo y los medios de subsistencia de muchos millones de personas en todo el mundo.
Para el experto, una alentadora conclusión de la COP26 fue el compromiso de más de 100 líderes mundiales para poner fin a la deforestación en 2030, pero «como inversores pensamos que podemos ser más proactivos a este respecto», reflexiona. Concretamente, recuerda que en la COP26 de Glasgow, Fidelity se unió a más de 30 entidades financieras que gestionan activos por valor de más de 8,7 billones de dólares y se comprometió a eliminar los riesgos de deforestación provocados por las materias primas agrícolas en sus carteras de inversión en 2025. «Este compromiso hace hincapié en materias primas agrícolas que ponen en peligro los bosques, como el aceite de palma, la soja, la carne de vacuno, la pasta de papel y el papel, y arranca con una evaluación de las exposiciones que se completará a finales de 2022», explica.
También Fidelity se unió a la Natural Capital Investment Alliance, un grupo de 15 gestoras de activos que han asumido el compromiso colectivo de movilizar más de 10.000 millones de dólares a finales de 2022 en productos de inversión coherentes con la protección del capital natural. Lo anterior engloba desde las inversiones directas en silvicultura sostenible hasta las inversiones en empresas que trabajan para aliviar la presión sobre los bosques, la biodiversidad y los ecosistemas.
Transición justa
Los países ricos se enriquecieron a lomos de las emisiones de carbono generadas por la industrialización. Es cierto que ahora están liderando los esfuerzos de descarbonización, pero el impulso para alcanzar la neutralidad, a ojos del experto de Fidelity, no debería impedir a las economías en desarrollo prosperar ni a los trabajadores desplazados por tecnologías menos contaminantes encontrar un empleo provechoso.
«Eso es lo que significa una transición justa. La nueva política de inversión en torno al cambio climático de Fidelity apoya esta idea y prioriza la inversión activa frente a las exclusiones pasivas en todas nuestras carteras. A lo largo de 2022 nos dirigiremos a los mayores emisores en el marco de nuestro diálogo activo enfocado en la transición, comenzando por los productores de carbón térmico. Ampliaremos este diálogo activo a las empresas de suministros públicos y generación de electricidad, proceso que desembocará en una salida completa de la exposición al carbón térmico en nuestras carteras en 2030 en los mercados de la OCDE y en 2040 en todo el mundo», relata.
Doble materialidad
Según explica el experto de Fidelity, la doble materialidad reconoce el hecho de que las empresas no solo son responsables de gestionar el riesgo financiero de los factores sociales y medioambientales de los que dependen; también significa que las empresas son responsables del impacto real de sus actividades sobre las personas y el planeta. «En nuestra condición de inversores que recurren al análisis fundamental, estamos tratando de integrar este principio de la doble materialidad en la próxima revisión de las calificaciones prospectivas de sostenibilidad que hemos desarrollado internamente y de incorporar el impacto no financiero de nuestras decisiones como inversores», explica Tan.
Las calificaciones ESG de Fidelity cubren su universo de renta variable y renta fija, que está formado actualmente por 5.000 empresas y no deja de crecer. Además, la entidad va a poner en marcha una calificación climática específica de elaboración propia para evaluar el grado real de ambición y convergencia de sus participadas con un futuro de cero emisiones netas. «Esa es solo una de las formas en las que estamos llevando a la práctica nuestros principios, porque a largo plazo la rentabilidad empresarial no puede existir sin la sostenibilidad», insiste.
«El sector privado tiene un papel clave que desempeñar para facilitar la transición hacia una energía no contaminante, pero de modo que se escalen adecuadamente las alternativas genuinas para la generación de la energía básica en los numerosos países que siguen dependiendo de los combustibles fósiles, abordando al mismo tiempo los retos sociales de los trabajadores y las comunidades afectadas por la transición. En la carrera para alcanzar la neutralidad en emisiones, no podemos permitirnos el lujo de dejar a nadie atrás», recuerda Jenn-Hui Tan.