Cuando analizamos un fondo de inversión solemos encontrarnos con dos etiquetas “Value” o “Growth”. Los dos tipos de fondos tratan de conseguir la mayor rentabilidad posible pero la estrategia para conseguirlo es diferente. Asimismo, una de las clasificaciones más conocidas para las acciones es la que distingue entre compañías “Value” y “Growth”. En su último informe de estrategia para el 2T, Bankinter trata de arrojar luz al respecto, aunque, para empezar, recomienda no ceñirse a estas etiquetas y buscar empresas de calidad, independientemente de que sean de crecimiento o de valor.
¿De dónde viene el estilo Value?
En 1934, David Dodd y Benjamin Graham (mentor de Warren Buffet) publicaron el libro “Security Analysis” que con el tiempo se ha convertido en el pilar de la inversión Value. Básicamente desarrollaron un método de valoración que trata de identificar compañías que están infravaloradas desde un punto de vista fundamental. Aunque actualmente existen diferentes vertientes, podríamos decir que la gestión Value consiste en analizar rigurosamente las compañías, entender sus negocios, para tratar de determinar el valor intrínseco de las mismas.
Después, dicho valor intrínseco se contrasta con su precio de mercado para identificar si las empresas cotizan con descuento, si hay un margen de seguridad suficientemente amplio como para representar una oportunidad de inversión rentable. Comprar compañías que están infravaloradas parece una obviedad ya que todo gestor tiene como objetivo conseguir rentabilidades positivas. Sin embargo, la forma de conseguirlo no siempre es la misma.
Hay gestores que tienen un enfoque top-down y/o gestores que priman el crecimiento de los beneficios de las empresas. Por su parte, la gestión Value ignora factores como el momentum o timing de mercado. Al contrario, trata de sacar provecho de situaciones “irracionales” del mercado para invertir en empresas cuyo valor será reconocido con el tiempo.
Selección Value vs. selección Quality
Para complementar la gestión Value, en los últimos años, ha surgido un nuevo estilo de gestión denominado Quality que se basa en la selección de compañías de alta calidad. La definición de “compañías de alta calidad” varía significativamente dependiendo del emisor de esa definición. Para Bankinter las compañías con elevada calidad son aquellas empresas que combinan un buen modelo de negocio que genere resultados consistentes en el tiempo, un buen equipo gestor que se anticipe a los cambios y que gestione de manera eficiente además de aquellas que cuenten con un sólido balance con ratios de endeudamiento bajos y con generación de caja positiva.
La selección más exitosa de valores, enfocados a invertir en el largo plazo, busca resultados consistentes aunando compañías infravaloradas con compañías de alta calidad. Ambas definiciones no son excluyentes, son complementarias y convierten un valor en una buena oportunidad.
Compañías Value vs. compañías Growth
Uno de los debates más controvertido dentro del mundo de las inversiones en renta variables es la distinción entre compañías conocidas como acciones valor (Value) y acciones crecimiento (Growth). En función de estar clasificado en un grupo o en otro, así serán de diferente las estrategias de inversión. Si las analizamos de forma individual, por un lado, tenemos las acciones valor que se caracterizan por ser más estables, encuadrándose en sectores maduros, recurrentes, con mayor visibilidad de resultados, con menores crecimiento en ventas y que, en general, tienen mayores barreras de entrada. Los sectores de valor tradicionalmente son las eléctricas, concesiones, autopistas o alimentación. En la medida que sus inversiones ya están desarrolladas en un porcentaje muy elevado, destinan una gran parte de sus beneficios a dividendos (payouts al menos del 40%). El potencial de crecimiento de los mercados de las empresas de valor es limitado, salvo excepciones particulares como es el caso de la energía eólica dentro de las compañías eléctricas.
Por otro lado, tenemos acciones denominadas de crecimiento (Growth stocks). Es decir, son empresas en fase de expansión y que pueden continuar creciendo de forma significativa en los años siguientes. Se caracterizan por operar en mercados cambiantes, con mucha competencia, pero las compañías que triunfan de forma clara presentan un producto/servicio de gran valor añadido. El claro ejemplo es la tecnología. Para este tipo de compañías puede ser más recomendable reinvertir su beneficio (si es que lo tienen) en su propio negocio o en comprar otras empresas antes que repartirlo entre sus accionistas. En este tipo de compañías, no se suele pagar dividendo. El beneficio se invierte en el negocio ya que aporta más valor (ROCE) que el obtenido por el inversor en caso de pagar dividendos (yield de 5% de media).
Al operar en sectores con pocas barreras de entrada, sus posibilidades de éxito (o fracaso) son superiores. Hay índices, como el MSCI Global Value y Growth, que se caracterizan por seleccionar una serie de compañías en función de si cumplen o no unos criterios preestablecidos de antemano. Si cumplen los criterios preestablecidos en cada grupo, a estas compañías se las clasifica como Growth o Value. Incluso se podría dar la paradoja que, una compañía un semestre estuviera seleccionada como Value y trimestres posteriores no. Las compañías que componen estos índices se revisan 2 veces al año (mayo y noviembre).
Como vemos en el gráfico anterior, a finales del año pasado los títulos Value experimentaron un notable repunte frente a los Growth mientras que este año la evolución del MSCI Europe Growth está destacando positivamente frente al Value.