Los inversores necesitan rentas. Esa necesidad está catalizada por tres tendencias: el envejecimiento de la población y la evolución demográfica, el endeudamiento de los estados y la oleada regulatoria.
En primer lugar, las poblaciones envejecen y ven aumentar su esperanza de vida, algo positivo, pero que acarrea retos de futuro, puesto que esas personas necesitan recursos, cada vez mayores, para sostener esos más numerosos años de vida. En segundo lugar, los estados están muy endeudados, lo que daña el crecimiento económico de un país –y la renta disponible de sus ciudadanos- que está inmerso en una espiral de desapalancamiento y afecta a las cuentas públicas. Eso, junto con la evolución demográfica, conducirá a unos sistemas de pensiones públicos menos fuertes en el futuro, en la medida en que los estados tendrán dificultades para hacer frente a sus obligaciones: “No me preocupa la deuda de los estados, con excepción de países como Grecia, pero podría conducir también a retrocesos en el sistema del bienestar”, comenta Hugh Prendergast, director de Producto estratégico y marketing (internacional y Europa Occidental) de Pioneer Investment.
«En 2050 habrá cuatro personas trabajando por cada pensionista, frente a las 9,8 de 1980”, explicaba, en el marco de un reciente evento con periodistas celebrado en sus oficinas de Dublín, en el que el experto hizo hincapié en la necesidad de rentas por parte de los pensionistas pero también de aquellos que no han llegado a esa etapa. Porque las consecuencias de la crisis financiera han pasado a las generaciones futuras y los retos son enormes.
Y en tercer lugar, no se olvida de la regulación, que exige a los grandes inversores institucionales –fondos de pensiones y aseguradoras-, con normativas como Solvencia II, EMIR o Basilea II, la inversión en activos seguros, deuda de calidad, pero con retornos muy bajos, obligando a entrar en áreas con excesivas valoraciones, sin elección. “Se fuerza a los inversores hacia mercados con peores valoraciones con el objetivo de reducir los riesgos pero en realidad de exacerba el problema”, dice, mientras los planes de pensiones se reforman para pasar de sistemas de beneficio definido a contribución definida. “Los estados pasan la responsabilidad en pensiones hacia las corporaciones y éstas, al individuo”, apostilla.
El “income dilema”
Pero esta necesidad de rentas, más acuciante incluso que en el pasado para pagar las deudas, las pensiones, el hogar o los servicios de salud, choca con la situación actual de unos mercados con tipos en mínimos históricos, lo que hace que la renta fija presente riesgo de pérdidas y tenga menor potencial de revalorización. Y, en general, las rentabilidades son más bajas en todos los activos, incluyendo los de riesgo. “La relación entre rentabilidad y riesgo en los activos de riesgo empeora”, explica, en un entorno de menores retornos pero más volatilidad. “Si antes de la crisis podía conseguir un 7%-8% en renta variable y un 4%-5% en renta fija, con una estrategia buy & hold en un entorno de baja inflación, eso ya no ocurrirá más”, añade. “El problema más importante al que nos enfrentaremos en los próximos 5, 10 y 20 años será la escasez de renta, que dominará la forma de pensar del sector”.
Y sitúa a los inversores frente al “dilema de las rentas”: cómo obtener rentabilidades en un entorno cada vez más difícil sin asumir demasiado riesgo y logrando generar y preservar el capital necesario para la vida… y para la jubilación. “Es necesario considerar una forma diferente de inversión que se dirija a nuevas fuentes de rentabilidad y sea capaz de atenuar las caídas y gestionar la volatilidad”, y ofrece cinco ideas: convertir la volatilidad de un activo en una fuente de rentabilidad; invertir en créditos flotantes para reducir la sensibilidad a los tipos; invertir en deuda pública pero en países con más crecimiento en lugar de en aquellos con más deuda; diversificar de forma diferente, con un reparto del riesgo basado en una asignación dinámica; o buscar nuevas fuentes de retornos en estrategias más dependientes del alfa, lo que hacen los productos líquidos alternativos.
“La clave es encontrar estrategias no correlacionadas con los mercados, fuentes de retornos sin esa relación”, dice. Y una de las soluciones son las estrategias líquidas alternativas, que ofrecen más retorno y menos riesgo que los tradicionales activos de riesgo, a los que los inversores se ven avocados sin remedio. “Hoy los líquidos alternativos pesan menos del 5% de la industria, pero en 10 años supondrán más del 20%, serán una parte core del asset allocation de la mayoría de los inversores, porque se necesitan fuentes de rentabilidad con baja volatilidad”, asegura.
Apetito multiactivo
Según el experto, los inversores están apostando por productos multiactivo, pero la gestora apuesta por una segunda generación de fondos de este tipo, con más flexibilidad y libertad y que puede tanto invertir de forma directa, como vía fondos de fondos, con el foco en obtener rentas o con perspectiva de retorno absoluto (líquidos alternativos). “Los flujos que salen de los garantizados necesitan un destino”, dice Prendergast.
Pero reconoce el reto de comunicar estas soluciones a clientes minoristas: “Es un reto masivo y la naturaleza del negocio de la gestión de activos es la confianza. Hemos de ofrecer expectativas de forma realista, todo un reto para los asesores, y la clave es la educación porque hay que enseñar que no es tan importante lo que compras sino los riesgos que asumes con ello”, asegura. Y hay que enseñar, dice, que activos que antes eran seguros como la renta fija, no tienen por qué serlo más.
Lanzamiento de nuevos productos
En cuanto a nuevos productos que tiene la gestora en su línea de salida, destaca un fondo de deuda subordinada no solo de bancos, pues es un activo en expansión y con posibilidad de mezclar nombres con grado de inversión y high yield, que podría ver la luz a finales de año. “Hicimos un gran trabajo en innovación en el espacio de income y multiactivos y ahí no habrá muchas novedades”, añade.