La inversión pasiva está viviendo una edad de oro. Las captaciones de los fondos cotizados e indexados se han disparado, aumentando alrededor de 2,6 billones de dólares en el periodo de diez años cerrado en 2017, mientras que las estrategias de inversión activas han registrado salidas de más de 2 billones de dólares durante el mismo periodo.
Según Fidelity, es ya una realidad que los inversores están entrando en masa en los productos pasivos con el objetivo de conseguir una exposición barata a clases de activos específicos, sin el riesgo de verse superados por el índice de referencia. No obstante, la gestora advierte de que no todo es tan sencillo como puedan hacer pensar estas cifras. “Es importante entender los riesgos y costes ocultos, además de las ventajas, que se derivan de los instrumentos de inversión pasiva.
En su opinión, la eficacia de los productos pasivos específicos debería evaluarse dentro de un contexto general de objetivos y presupuesto de riesgos de la cartera. Además sostiene que los inversores también necesitan analizar el papel que probablemente desempeñen cada uno de los instrumentos de la cartera.
“Cuando seleccionen un producto, los inversores deben analizar la exposición de mercado que están tratando de conseguir, la estructura, los resultados y el coste total de propiedad, lo que implica ir más allá de las comisiones a primera vista. Los costes de las estrategias pasivas, especialmente en clases de activos líquidos, pueden incrementarse y no todas ellas se prestan a una réplica eficiente y precisa de los índices subyacentes”, concluye Fidelity sobre su reflexión sobre la gestión pasiva.
El componente activo
Desde la gestora defienden que la gestión pasiva tiene un componente activo desde el momento en que se considera y estudia en qué vehículo invertir y qué se quiere lograr con ello. Según afirman en la gestora, «escoger la estrategia pasiva adecuada, y el vehículo, requiere un alto grado de compresión y atención por parte de los inversores para garantizar que el producto ofrece lo que promete y que después no haya sorpresas. La clave de la inversión pasiva es que debería ser sencilla y cumplir las expectativas de riesgo y rentabilidad de los inversores. Eso solo puede ocurrir si un inversor pasivo se interesa activamente antes de entregar su dinero”.