¿Hasta qué punto está justificado el entusiasmo por la inteligencia artificial? ¿Llegará a ser tan inteligente que podrá sustituir el trabajo de los seres humanos? ¿Qué posibilidades ofrece para la industria de la inversión? Sin duda, el boom de la IA visto en los últimos meses ha planteado numerosos interrogantes que van desde la esperanza hasta la más franca preocupación. La aplicación de la IA a la inversión y, particularmente, al asesoramiento financiero, fue uno de los grandes temas de MIND 23, el evento que reunió a cerca de mil profesionales de la industria española de la inversión en Madrid.
En este sentido Santiago Satrústegui, presidente de EFPA España, afirmó: “La IA está muy bien, pero lo más importante ha sido, es y será el asesoramiento financiero. Los asesores siguen siendo la clave de que los clientes estén contentos con sus inversiones”. Satrústegui recordó cómo los distintos avances tecnológicos han ido facilitando parte de la labor del asesor en los últimos treinta años, al permitirle ahorrar tiempo y acercarse más al cliente, pero considera que, por la propia evolución de la tecnología, han aparecido nuevos retos: “Es más fácil conectar, probablemente sea más difícil diferenciarte”.
El asesor, más cercano que nunca
En conjunto la visión de los expertos se movió entre la cautela y el pragmatismo, al entender la IA como una oportunidad para reducir la carga del trabajo más burocrático y mecánico del asesor y poder establecer más lazos con sus clientes e incluso desarrollar nuevas líneas de negocio, pero todavía con mucha incertidumbre en torno a su uso y los retos que plantea para el asesor, desde la necesidad de formarse a buscar la manera de aportar valor añadido para sus clientes.
En el lado de la cautela se situó por ejemplo Luca Lazzarini, responsable de Comunicación Comercial en Mediolanum: “Esta ola enorme de datos, que algunas veces son contradictorios, crea mucha confusión y es necesario tener un filtro sensato. Creo que es muy importante proteger de esto al cliente”. “La IA puede facilitar la tarea de recopilar información, agrupar tablas de Excel o calcular. Pero la gestión de carteras es otra cosa y para un cliente es extremadamente peligroso [guiarse por ChatGPT”, añadió el responsable de Mediolanum.
Gabriela Orille, miembro del Consejo Asesor de Wealth Reader, fue muy clara: “La IA necesita datos estructurados y normalizados. Necesitamos experiencia para obtener más datos para entender al cliente y así abrir nuevos negocios, y necesitamos usar terceros para escalar más rápido, obtener más datos de los clientes y reducir riesgos”. Orille también aclaró que la IA tiene múltiples aplicaciones más allá del sector tecnológico, pidiendo sentido común en su aplicación: “La tecnología no es de tecnólogos, ha de estar al servicio del negocio. Necesitamos saber qué herramientas necesita el cliente para crear una buena experiencia”.
Para Asier Uribeechebarria, director de Caser Asesores Financieros, la introducción de sistemas de inteligencia artificial en la asesoría financiera podría ayudar a reducir gastos y optimizar la productividad. “Está muy alineado con las necesidades de reducción de costes que nos está imponiendo la nueva normativa europea”, aseguró. Uribeechebarria añadió que la IA permitirá la aparición de nuevos jugadores independientes que se posicionarán en nichos concretos del mercado, como por ejemplo “jugadores puramente robotizados para segmentos que no se pueden permitir un asesor”.
Sobre aplicaciones reales y burbujas hablaron también Salvador Mas (CEO y fundador de GPTadvisor) y Nacho Díaz de Argandoña, CPO de la misma empresa. Se trata de una startup que emplea la inteligencia artificial al ámbito del wealth management. En la clase magistral que ofrecieron ambos ante más de un centenar de personas durante la jornada MIND, explicaron las posibilidades reales de esta nueva tecnología. “Hay que entender bien qué puede hacer esta tecnología y qué no puede hacer”, señaló Mas. Destacó, además, la importancia del factor humano: “El entrenamiento para que pueda hacer, por ejemplo, una base de datos de fondos alternativos lo van a tener que aportar personas que sepa mucho sobre fondos alternativos”. “En el ámbito de los asesores financieros, la máquina también tiene que aprender el oficio, y es lo que vamos a hacer: enseñárselo”, concluyó.
Oportunidad más que burbuja
Sobre las expectativas que genera esta tecnología versó también el panel “Inteligencia artificial ¿oportunidad o burbuja? Cómo identificar a los ganadores del futuro”. En el encuentro intervinieron Rolando Grandi (Portfolio Manager Echiquier Artificial Intelligence & Echiquier Space, La Financière de l’Échiquier), Johannes Jacobi (Director, Senior Product Specialist, Allianz GI), Anis Lahlou (CIO y Fund Manager de Aperture European Innovation Fund y Aperture Small Cap Innovation Fund, Generali Investments) y Jerome Paradis (Product Specialist, ODDO BHF AM).
Todos coincidieron en leer esta herramienta como una oportunidad y evitaron hablar de burbuja pese a las expectativas que está generando. “La IA no es nueva, es algo que lleva desarrollándose muchas décadas y que ha tenido un punto de inflexión en 2022”, explicó Grandi. También pronosticó que, con el aumento exponencial de su capacidad computacional, las perspectivas para 2024 son muy positivas. “Es un buen momento para el sector. La tecnología está barata y no hay razón para no invertir en algo que crece dos cifras y es eficiente”, afirmó.
Por su parte, Jacobi habló de una industria «que ya es imparable» y que abre oportunidades en todos los ámbitos, por lo que “tendrá un gran impacto en las empresas y en los mercados”, aseveró. En esa potencialidad también insistió Lahlou, que se refirió a la IA como “algo transformador en la historia de la humanidad”. Además, de cara a las inversiones, destacó el importante papel que juegan las startups, que estimulan la innovación y, según sus palabras, “democratizan el sector”.
Al impacto global de la IA se refirió Jerome Paradis. “Tenemos a mirar a compañías de todo tipo porque la IA afecta a todos los sectores”, explicó. Y aquí coincidió con el criterio de Rolando Grandi, quien explicó que si la tecnología avanza rápido, también lo hace el ecosistema de empresas que la rodea, por lo que cada vez habrá más compañías –y no solo las tecnológicas- que integren sistemas de inteligencia artificial.