El futuro parece muy favorable para la industria de gestión de activos y se considera que tendrá amplias oportunidades en los próximos años. PwC y la Fundación de Estudios Financieros (FEF) estiman un desarrollo importante de la industria, tanto en activos gestionados como en la propia relevancia del sector dentro del ámbito financiero en su conjunto. Los cambios del mercado y las necesidades de los inversores por incrementar el ahorro a largo plazo, van a producir un entorno propicio para el sector, según concluye su informe ‘El futuro de la Gestión de Activos’, presentado recientemente en Madrid.
Pero también habrá retos: por ejemplo, se prevé que junto con el aumento de los activos gestionados habrá un crecimiento de los costes y una presión sobre las comisiones, que serán más transparentes y comparables.
Estas oportunidades también serán atractivas para un creciente y diverso conjunto de competidores que podrían irrumpir en la industria, sobre todo empresas de los medios de comunicación social o de tecnología, actuando bien directamente o bien mediante acuerdos con entidades financieras.
Este incremento del volumen gestionado que se prevé va a significar también una mayor responsabilidad de la industria frente a la sociedad. Esto último implica mejorar el gobierno corporativo de las entidades. «La industria de gestión de activos tiene que generar más confianza aún, dentro de la comunidad en general, y esto comienza por asegurarse de que dicha comunidad entiende correctamente lo que significa y cómo funciona, así como el deber de diligencia que se practica en nombre de los inversores», dice el estudio.
Necesidad de mejora
En el pasado reciente las condiciones económicas y regulatorias han sido propicias para la gestión de activos en España, generando un incremento de los activos bajo gestión, lo que ha beneficiado a la industria de forma notable. “La industria debería aprovechar la situación actual de crecimiento para mejorar su acceso a los clientes, entender mejor sus necesidades y prescribir productos y servicios idóneos ajustados a la demanda”. En este sentido, los autores consideran que las estrategias coherentes basadas en la integridad en su relación hacia los clientes permitirán construir las marcas que no sólo tengan éxito en el futuro, sino que además sean dignas de confianza.
La regulación del sector
El mensaje de las últimas tendencias regulatorias es sencillo: el coste del servicio importa y la transparencia es la clave. Por ello, cómo se configuren las tarifas y cómo se comuniquen al cliente es importante y las entidades que se adapten mejor y más rápidamente a este entorno se encontrarán entre las triunfadoras en el futuro, dice el informe.
Con respecto a la transparencia de los costes de los distintos servicios que se ofrecen (gestión, distribución y asesoramiento) se considera necesario avanzar hacia unas reglas de juego más equilibradas en todas las áreas financieras, porque puede incidir de manera importante en la forma en que se vaya a desarrollar la industria de inversión colectiva frente a otras industrias financieras.
“Aunque nominalmente la regulación está orientada a proteger al inversor y a democratizar el acceso a los servicios de inversión y asesoramiento al mayor número posible de inversores, la realidad es que la regulación está obligando a la industria, al encarecer sus costes, a centrarse en los grandes patrimonios y dejar fuera a la «clase media», segmento este último con un potencial de crecimiento relevante”, denuncia el estudio. Por eso considera que, en aras a la protección de los inversores, “se considera más útil que la regulación se encaminara a mayores exigencias de transparencia en la información sobre los rendimientos de la inversión que al desglose de las comisiones y prohibición de las retrocesiones”.
En opinión de los autores, deberían revisarse las exigencias actuales de información al cliente para establecer pautas que se apoyen en modelos resumidos con información relevante y solo sea necesario entregar esta última. “Se considera que la abundancia de información resulta contraproducente: confunde y desinforma”, asegura el texto.
También se critican las comisiones máximas de la industria: “La regulación debería enfocarse de una forma más efectiva, alejándose del establecimiento de topes máximos a las comisiones que se cobran a los clientes, algo que no ocurre en ninguna otra industria. Esta última exigencia normativa estaría desincentivando a los mejores gestores y, lo que es más preocupante, perpetuando a los menos eficientes y a los gestores de mayor tamaño, que son los que pueden sobrevivir con menores ingresos”.
Por último, preocupa la concentración que presenta la industria de gestión pasiva en estos momentos y los riesgos que acumula a nivel global, algo sobre lo que “los reguladores deberían ser conscientes y procurar una mayor protección de los inversores que operan en este tipo de productos”.
Mayor educación financiera
Ante los retos a los que se enfrenta, la industria de fondos debe aumentar su interés por las iniciativas relacionadas con la educación financiera, dice el informe. “La industria para ser más creíble deberá contribuir de forma importante a la mejora de la formación financiera de los clientes. Debe explicar correctamente en qué consiste su actividad y cómo funciona. Aquí el papel de la industria tiene que ser muy activo y las gestoras que quieran triunfar en el futuro deberán destinar recursos a estas tareas formativas. Esta inversión también puede ayudarles a mejorar la opinión que de la industria financiera en general, tienen los ciudadanos en estos momentos”.
También debe transmitir el mensaje de que los horizontes temporales de las inversiones son generalmente más largos, defiende el informe, así como la progresión de la inversión es más lenta y los rendimientos no tan inmediatos como en otro tipo de inversiones más tradicionales.
El papel de la tecnología y redes sociales
La tecnología va a ser un elemento principal para impulsar la participación del cliente, la obtención y tratamiento de datos para conseguir información sobre los clientes actuales y potenciales, la eficiencia operativa y regulatoria y el reporting fiscal. “El sector debe ser consciente de que la tecnología va a implicar un coste importante pero también que representará un reto ya que aquellas entidades que apuesten por ella estarán en una mejor posición competitiva en el futuro. La demanda de una solución integral y adaptada a cada cliente impulsará la tecnología para los gestores de activos en el futuro”, añade. T
ambién las redes sociales son muy importantes para la gestión de activos porque “las gestoras necesitan conocer mejor el perfil y el comportamiento del inversor final para poder anticiparse y desarrollar soluciones que sean útiles para los clientes. Representan, por tanto, un importante reto para la industria y, de no involucrarse en ellas, los gestores se podrían convertir en meros fabricantes de productos al servicio de otros intermediarios que aportaran valor a los clientes”. Este reto ya podría ser una realidad entre las gestoras españolas que estarían analizando la información que fluye por las redes sociales, y que habrían empezado a organizar sus equipos de ventas para orientar sus estrategias de distribución hacia dichas redes, concluye el estudio.